LE MANS “Aquí vivía yo” (Elefant, 1998)
Algo vería Alejo Alberdi en aquellos cuatro
donostiarras de Aventuras de Kirlian cuando se decidió a llevarlos a
Madrid y producir su debut (“Aventuras de Kirlian”, (DRO, 1989)). La anomalía
que suponían su militancia naif y sus ímpetus nuevaoleros para la época, trajeron consigo la consabida
indiferencia de la discográfica; por lo que Peru Izeta (batería), Jone
Gabarain (voz), Teresa Iturrioz
(bajo) e Ibon Errazquin (guitarra),
decidieron a finales de 1990, ya como Le
Mans, y con Gorka Ochoa a la
batería, pasando Peru a la guitarra, grabar un nuevo disco a su ritmo y con sus
propios medios. Posteriormente, el sello Elefant se cruza en su camino
definitivamente y, para enero de 1994, “Le Mans” ya está en la calle. Es un
trabajo que continúa la tónica del anterior (no en vano la mayoría de las canciones
pertenecen a aquella época), inaugurándose la era de las canciones
indispensables con el elegante funk
de “Un rayo de sol”. De todas formas reniegan de él.
Ese mismo año, “Entresemana”
vino a mostrar las verdaderas intenciones del grupo. Asistimos a un cambio
sustancial que hace discurrir los temas en medio de una delicadeza cautivadora;
con un sonido eminentemente acústico, dotado de serenidad y poso por la recurrente
presencia de violín y chelo. Se incorporan las cadencias bossa que el grupo explorará en el futuro, las cuales refulgen en “Canción de si tú me quieres”. Un sosiego que armoniza con una voz convertida ya en
susurro tibio y plácido. Además, Teresa concreta esos textos en castellano de
desdramatizada celebración de la cotidianidad que tantas ganas me dan de tomar
café.
Tras su acercamiento a la
música de baile con “Zerbina” (1995), llega la hora de “Saudade” (1996), donde
la austeridad toma un cariz más circunspecto que nunca, con un sonido basado en
guitarra española y chelo. Se acaba para siempre la inmediatez, manda la
segunda escucha. Errazkin es ya un personaje imprescindible para el pop español
de los noventa.
La despedida se fragua
entre 1997 y 1998 a través de tres lanzamientos (dos maxis y un elepé), en cuyas portadas destacan cada una de las
letras de la palabra “fin”. La “F” es “Mi novela autobiográfica” (1997),
calidez y hastío, dulzura didáctica, inspiración y sequedad. La “I” pertenece a
“Ying-yang” (1998): brillantez pop, tenuidad, destellos de bossa juguetona y experimentación.
La “N” se corresponde con
“Aquí vivía yo” (1998), y supone el colofón a esta enigmática, algo perversa y,
finalmente, monumental despedida. De la austeridad se pasa al puzle sonoro, en
un trabajo de auténtica orfebrería de estudio que no les resta sutilidad ni
naturalidad. La guitarra española vuelve a tomar el mando, pero irrumpen
percusiones de todo tipo, metales de otro tiempo subrayando lo justo, vuelos de
órgano, piano, mandolina, programaciones y samples.
Una genial convivencia de matices y estados de ánimo con los que la
ambientación alcanza su plenitud (qué emocionante la belleza desprendida de la escueta
despedida de “Sic transit gloria mundi”, con la voz de Josetxo Anitua). Así pues, Le Mans han pasado a formar parte del
reducido olimpo de los grupos que prefieren desaparecer antes de repetirse.
Hasta siempre.
Publicado en 1998 en la
revista El Batracio Amarillo