13 octubre 2007

DIRECTO EL TERRAL 2.007

MINK DE VILLE, ELVIS COSTELLO & ALLEN TOUSSAINT
Playa del Peñón del Cuervo (Málaga), 14 DE JULIO DE 2.007.




Noche de vibrante reciclaje y regusto r´n´b en esta nueva edición de El Terral malagueño. Willy Deville, recordando sus treinta años de grabaciones decide girar de nuevo bajo el nombre de su banda de siempre, MINK DEVILLE. Por otro lado, ELVIS COSTELLO traslada con brillantez a los escenarios su feliz encuentro con ALLEN TOUSSAINT, y ese jugoso cruce de las bandas de ambos. Buena noticia: repertorios incontestables, pues, sacados otra vez de gira sin que ni un solo tema cojee. Willy apareció en escena bastante puesto y con una banda bien montada que lo recibió en plan jazz latino: antiguos colaboradores como el bajista Bob Curiano y el baterista Shawn Murray, percusiones latinas, un piano versátil, como precisa su cancionero, un guitarrista eficiente y dos coristas negras coloreando inmensamente los temas. Pecó, muy al contrario que su predecesor, de falta de dinamismo, probablemente porque no se podía permitir un ritmo más alto. Con pelo largo y las sienes rapadas, ni el idílico marco costero del concierto restó impacto a su imagen entre corsario y canalla urbano. Cadavérico, el hombre de los colmillos de oro, se mostró muy bien de voz, y con el ánimo torcido de siempre, a un paso de la entrega definitiva. Abrió fiero, eléctrica en ristre y sin apartar la mirada de su atril, con una muy aceptable “Venus of avenue D”, seguida de “Spanish stroll”, de la que nos perdimos la mayoría del diálogo con Rosita. Los coros y las percusiones proporcionaban un calor muy especial a los temas, sobre todo en esos medios tiempos de inspiración hispana y latina, como “Chieva”, en la que Deville tomó la armónica, con el guitarrista Mark Newman sentado tocando guitarra española; “Heart & soul” y la magnífica “Mixed up, shook up girl”, entretejidas ambas con acústica y española; el aire latino que impregnó la rotundidad de “Italian shoes”, o las siempre frescas “Demasiado corazón” y “Hey Joe”. Algunos desajustes de sonido, las bromas, a veces sólo por él entendidas, con sus músicos y asistente, y las parrafadas con el público, frenaban un concierto que rayaba a un gran nivel cuando Willy se ponía a ello, como en “Bacon fat”, de André Willians, que puso frenético latido r´n´b; endureciéndose la cosa con “White trash girl”, que sonó como un ciclón con el pianista de pie fundiendo el órgano y sin coristas a la vista. Una crudeza que se extendió a “Muddy Waters rose out of the Mississippi mud”, con Deville concentrado en voz y armónica, la slide echando chispas y el percusionista Boris Kinberg dándole a la tabla de lavar. Para “Trouble in mind” trazó una slide deshilachada pero efectiva, unida a la profundidad rasposa de su voz, y en el tramo final apretó de nuevo los dientes enlazando “Savoir faire” con “Cadillac walk”. La despedida quedó en todo lo alto con una increíble (esos coros) “Steady drivin´man”.
 
Lo de Costello y compañía fue otra cosa, el inicio con “Modern Woman” resultó fulgurante, una entrada en materia directa, poniendo todas las cartas sobre la mesa desde el primer minuto. Ante nosotros estaba el Costello siempre fiable en directo, enérgico y arengador, incansable y comunicativo maestro de ceremonias; jalonado por los inconmensurables metales de la banda de Allen Toussaint, el guitarrista habitual de éste, y los músicos aportados por él: Steve Nieve con su Hammond B3, y la base rítmica formada por la batería de Pete Thomas y el bajo de Davey Faragher. Toussaint, por su parte, recorría divertido los temas con su piano, dejando una estela inconfundible. Tras ese inicio Costello atacó “(I don´t want to go to) Chelsea”, comenzando así su particular recorrido por sus clásicos. Sin pausa, Toussaint empezó con lo suyo interpretando “A certain girl”, que popularizara Ernie K-doe y él firmara con el mítico seudónimo Naomi Neville; así quedaron expuestas las vías por las que discurriría la actuación. Con ese ritmo trepidante y esa musicalidad brillante y untuosa tocaron temas de su álbum compartido: otros clásicos firmados por Toussaint como “Tears, tears and more tears” y “Who´s gonna help brother get further”, ésta quizá la muestra más palpable de esa voz enguantada de Toussaint, acariciadora y con un deje aún juvenil (aquí destacó también, siendo muy celebrado, el fraseo del carismático trombonista Sam Willians). Costello a su vez interpretó “Nearer to you”, popularizada en su día por Betty Harris, abandonando la guitarra y paseándose con el micro por el escenario, poniéndole toneladas de sentimiento (a destacar el duelo entre el B3 de Nieve y el piano de Toussaint), y la contenida “River in reverse”. Toussaint aportó además otras de sus creaciones con el apoyo vocal de Costello, como “Play something sweet”, una animosa “Yes we can can” y “Get out my life woman”, esta vez con B3 y piano en animado diálogo.
Elvis, sudoroso y embutido en su traje, se mostraba expeditivo, cantando mejor que nunca, dirigiendo a la banda, cambiando de guitarras y consumiendo los tés que diligentemente le preparaba su asistente. Ponía toda su indudable profesionalidad y sentido del espectáculo sobre el escenario, invitando al público a participar, y diciendo “muchas grasias” con acento más bien mejicano. Acometió con furia parte de su mejor repertorio, que queda singularmente realzado por los arreglos de vientos del maestro de Nueva Orleáns: elevan su pop a su antojo, y perfilan, rutilantes, las partes r´n´b o reggae, con el añadido de esos finales de metales encendidos. Canciones como “Watching the detectives” (con Steve Nieve jugueteando con el theremin), unas especialmente contundentes “Pump it up” y “High Fidelity”; “Alison” compartida con el público, y “Clubland”, en las que Nieve y Toussaint intercambiaron sus respectivos instrumentos. Toussaint no paraba de sonreír, imagino que satisfecho con el recibimiento tanto de sus recientes lanzamientos junto a Costello como de esta gira. Su piano era una gozada en sus clásicos, sirviendo de acompañamiento más discreto a los temas de su compañero. De negro y con una corbata plateada, se mantenía en un segundo plano tras el huracán Costello, desviando los aplausos del público hacia el de Liverpool señalándole con los índices, ese gesto tan típico del Show business norteamericano. Los bises los inició Costello con “Monkey to man”, tema ya de por sí imbuido del espíritu de Nueva Orleáns, aquí llevado en volandas por los metales y los coros de éstos. Continuó con una “Deep dark truthful mirror”, excelsa, casi excesiva, evolucionando en un crescendo constante iniciado por su acústica y el piano. Seguida de la interpretación casi unida de “Bedlam” y “Fortune Teller”, destacando en ambas de nuevo la intensidad y los duelos de teclas, apreciándose menos en esta última el theremin de Nieve. Como apoteósica despedida, Costello interpretó “The sharpest thorn” de nuevo en plan crooner desatado, cantando con el público y con la sección de metal rodeándolo en el escenario.


Publicado en el nº 242 de la revista Ruta 66.

1 comentario :

pedro finch_ dijo...

El Willy deVille me aburrió un poco, pero lo de Elvis Costello fue impresionante.
Que buenos recuerdos leyéndolo ahora :-)