14 diciembre 2010

MISIVA CUATRO: “LAS MIRADAS”

“Las miradas se cruzaron e, inesperadamente, encontraron acomodo la una en la otra. Ambas mostraban una inusitada serenidad y en ningún momento surgió el acto reflejo de volver la cara, la urgente necesidad de disimular mirando hacia otro lado. Se construyó un cauce de sosiego, un intercambio de confianza. Brotó un brillo, y los labios produjeron leves movimientos temblorosos de complicidad. El tiempo se sumió en un silencio abrumador y algo parecido a una sensación de paz, de penetrar en un mundo de deseos cumplidos, atravesó la calle como un ángel, colmando el espacio. Todo cobró sentido, todo fue revelador, algo comenzó a crecer dentro, hasta que el recrudecimiento de los pitidos obligó a avanzar a los dos coches. Así lo vi, y así lo sentí”.