El conflicto del hombre con su entorno (o consigo mismo a causa de su entorno, quién sabe), quizá el tema por excelencia del escritor de New Jersey. Esta es la primera novela de las cuatro protagonizadas por su alter ego, el también escritor judío Nathan Zuckerman. Éste echa la vista veinte años atrás para relatarnos sus inicios como escritor, con lo que en la narración se mezclan el punto de vista reflexivo, matizado y distante del maduro Nathan con el del febril y aún ingenuo joven, con su hervidero de dudas, anhelos y obsesiones; el mapa de sus estrategias, su aprendizaje y aspiraciones. Roth ahonda, como en tantas otras ocasiones, en la cultura e identidad judías y su asentamiento en Estados Unidos, indagando, por inesperados vericuetos y sorprendentes elucubraciones, en sus circunstancias. Encara y pondera sus defectos y carencias, explora con buen pulso su idiosincrasia y dramática historia. Esa línea le permite analizar la injerencia del mundo real en el espacio creativo del escritor y la reacción de éste. Observación punzante, diálogos agudos, personajes desarrollados con naturalidad. Una manera de explicar su mundo y de explicarse a sí mismo.
26 marzo 2011
24 marzo 2011
MUDANZA
Aquí y allá
Cargando, tropezando.
Observando, escuchando.
Rodeado o solo
Solo y rodeado
Sintiendo el ir y venir
Las subidas y bajadas
Los golpes
Las quejas e imprecaciones
El movimiento de hormigas.
El geométrico y paciente embalaje
El liberador y ansioso desembalaje
Las caídas.
Colocando, racionalizando
Observando, hablando.
Finalmente se sentó,
Acarició con la mirada los objetos,
Algunas decenas de libros,
Algunas decenas de discos,
Pensó en todo lo que encerraba cada uno
Y una sensación le atenazó la garganta:
Era la inmensidad.
Cargando, tropezando.
Observando, escuchando.
Rodeado o solo
Solo y rodeado
Sintiendo el ir y venir
Las subidas y bajadas
Los golpes
Las quejas e imprecaciones
El movimiento de hormigas.
El geométrico y paciente embalaje
El liberador y ansioso desembalaje
Las caídas.
Colocando, racionalizando
Observando, hablando.
Finalmente se sentó,
Acarició con la mirada los objetos,
Algunas decenas de libros,
Algunas decenas de discos,
Pensó en todo lo que encerraba cada uno
Y una sensación le atenazó la garganta:
Era la inmensidad.
23 marzo 2011
MENSAJE EN UNA BOTELLA (9)
JOSÉ CASAS Y LA PISTOLA DE PAPÁ “Scampa (Volumen 1)!!”(Stiff Sur, 2.010)
José Casas aterriza con su cápsula del tiempo para levantarnos el ánimo. Y eso es algo digno de agradecer, desde luego. Mítico representante del mejor pop de la escena sevillana, publica el segundo trabajo a su nombre, esta vez acompañado de La Pistola de Papá. El cambio más importante respecto de su predecesor radica en la elección del castellano en detrimento del inglés, lo que permite aquilatar mejor una propuesta que camina firme hacia terrenos más personales. Por lo demás, el pop de los sesenta y el sonido new-wave siguen siendo sus excitantes e insobornables señas de identidad, gozosamente ancladas. Golosas y elegantes melodías a lo Paul Weller (“Scampa!!”), vivaces dibujos de guitarras y órgano, y la sana virtud de la concreción, tan importante en este estilo, cuyo mayor estímulo y empuje residen en su inmediatez y la plasticidad para volverse reflexivo y evocador. Un disco que se convierte en perfecta compañía con la vivificante calidez del mejor pop de guitarras.
22 marzo 2011
GOTA
Gota: tictac.
Goteas en mí y siempre eres la misma gota.
¿Qué encierras?
¿Qué fuerzas modelan tu forma?
Esencia
Instante
Inquietud
Suspensión.
Gota constante.
Precipicio, gravedad
Vehículo de mundos.
Rastro, resto
Espejismo
Unidad.
Resignación y esperanza.
Goteas en mí y siempre eres la misma gota.
¿Qué encierras?
¿Qué fuerzas modelan tu forma?
Esencia
Instante
Inquietud
Suspensión.
Gota constante.
Precipicio, gravedad
Vehículo de mundos.
Rastro, resto
Espejismo
Unidad.
Resignación y esperanza.
20 marzo 2011
ENFÓCAME
Las horas que pasé contigo son mi abrigo
La aguja de la brújula da vueltas como una loca
Se abrió el abanico definitivamente
El ramillete se deshizo cayendo al suelo
El verbo deshacer desapareció entre mis dedos y todo quedó blanco,
Y todo pasó a ser como recorrer en círculo una pradera
La calle olía a tiempo perdido
Y su hormigueo se volvió sordo
Enfócame
La parte del cielo que yo miro está surcada siempre de aviones
Mientras, mi hilo narrativo es un cable quemado.
Las miradas tropezaron y se evitaron
Se abrieron, se cerraron
Clic, clac, clic, clac
Mientras, los niños se revolvieron y miraron todo lo que sus padres evitaban al pasar.
El mago tropezó con tu magia y agachó la cabeza
Pero siguió su camino, nunca se detiene, implacable.
¿Qué fue de la energía que te impulsaba contra las paredes?
¿Cuándo se produjo la última explosión?
Preguntabas alisándote el cabello.
Mientras, la luz de movía y yo la seguía.
Todas las personas que jamás volví a ver aparecieron juntas la misma mañana
Parecían una desbandada, un desorden de habanos,
Con sus incomprensibles sonrisas como vitolas brillantes.
Pasado derruido, olvido burbujeante.
Ruido de cristales.
Espejismos. Yéndose subsuelo abajo.
Y yo suplicando, golpeando el suelo con la palma de mi mano.
Toda la mala suerte de la que me libré volvió fugazmente su dura mirada
Todas las preguntas me apretaron la garganta.
Toda la oscuridad que no alberga estrellas
Inundó mis venas, proyectándome, dibujándome.
Enfócame
Soy poco, ¿verdad?
La aguja de la brújula da vueltas como una loca
Se abrió el abanico definitivamente
El ramillete se deshizo cayendo al suelo
El verbo deshacer desapareció entre mis dedos y todo quedó blanco,
Y todo pasó a ser como recorrer en círculo una pradera
La calle olía a tiempo perdido
Y su hormigueo se volvió sordo
Enfócame
La parte del cielo que yo miro está surcada siempre de aviones
Mientras, mi hilo narrativo es un cable quemado.
Las miradas tropezaron y se evitaron
Se abrieron, se cerraron
Clic, clac, clic, clac
Mientras, los niños se revolvieron y miraron todo lo que sus padres evitaban al pasar.
El mago tropezó con tu magia y agachó la cabeza
Pero siguió su camino, nunca se detiene, implacable.
¿Qué fue de la energía que te impulsaba contra las paredes?
¿Cuándo se produjo la última explosión?
Preguntabas alisándote el cabello.
Mientras, la luz de movía y yo la seguía.
Todas las personas que jamás volví a ver aparecieron juntas la misma mañana
Parecían una desbandada, un desorden de habanos,
Con sus incomprensibles sonrisas como vitolas brillantes.
Pasado derruido, olvido burbujeante.
Ruido de cristales.
Espejismos. Yéndose subsuelo abajo.
Y yo suplicando, golpeando el suelo con la palma de mi mano.
Toda la mala suerte de la que me libré volvió fugazmente su dura mirada
Todas las preguntas me apretaron la garganta.
Toda la oscuridad que no alberga estrellas
Inundó mis venas, proyectándome, dibujándome.
Enfócame
Soy poco, ¿verdad?
17 marzo 2011
14 marzo 2011
DESALIENTO
Hoy he visto un cartel del hombre que va a engañarte. No recuerdo bien su nombre, sí que es un hipocorístico. Es una buena foto: aparece sereno, levemente despeinado, con gesto afable, conciliador, casi inofensivo. Como de estar a punto de invitarte a su cumple. Tampoco recuerdo bien si iba trajeado o únicamente llevaba chaqueta. Quiere ser tu alcalde, se ha empeñado, un empeño que lleva anidando en su cabeza mucho tiempo. Pero va a engañarte. Sabe que cuando alcance el poder pasará a una zona oscura a la que tú no podrás seguirle y lo que más le tranquiliza es que, tras algunos años de ilusión y frustraciones, todos hemos llegado a asumir esa condición sine qua non para poder subsistir en democracia. En el mejor de los casos, ocupará el puesto con restos de algún ímpetu juvenil, de alguna rectitud acaso aprendida de sus mayores o reminiscente de felices momentos de entereza ideológica; con la inercia de una energía herida de muerte tras el dulce espejismo de unos días, quizá de una primera medida justa, refrescante o necesaria. Después, con suavidad, le irán parando los pies, lo moldearán, le llevarán a un terreno que, aun con un inicial sabor amargo, le hará sentirse poco a poco más cómodo, más a corriente. Devolverá favores, y se verá obligado a conceder algunos más, la madeja le rodeará y él, probablemente, con parte del hilo rodeará a otros. Su lenguaje perderá esa claridad de la que antes presumía. Elevar la voz y aprender gestos de director de banda municipal no salvará la vaciedad; resultará un zumbido pesado y monocorde poblado de lugares comunes, tecnicismos como tornillos, sonrojantes excusas y acusaciones. La demagogia fluirá libre por su boca, ya no le apretará la garganta, tal vez la roce.
En el peor de los casos, puede tratarse de un buen chico que haya ocupado varios cargos de menor fuste o incluso que haya sido tu alcalde con anterioridad. Aquí la cosa es más grave. En el primer ejemplo, viene a por lo que es suyo, sin ambages, en vez de su frescura y candidez, te ofrece sin rodeos sus aptitudes de perro viejo, su experiencia en pasillos y zancadillas. Mentirá sin rubor y hablará más rápido, vomitará demagogia con gesto rutinario, atacará con más saña y su gesto afable para contigo rozará la huera camaradería de taberna. En el segundo será prácticamente igual, pero más afilado y acentuado, puede que más violento. Si te paras un segundo y te fijas, podrás notar, hasta en la foto del cartel, la desesperación que sintió al verse de nuevo frente al muro de la realidad, el precipicio de los atascos, las colas y la vida sin atajos, sin todo abierto de par en par, sin cabezas gachas a su alrededor. Sin poder.
En el peor de los casos, puede tratarse de un buen chico que haya ocupado varios cargos de menor fuste o incluso que haya sido tu alcalde con anterioridad. Aquí la cosa es más grave. En el primer ejemplo, viene a por lo que es suyo, sin ambages, en vez de su frescura y candidez, te ofrece sin rodeos sus aptitudes de perro viejo, su experiencia en pasillos y zancadillas. Mentirá sin rubor y hablará más rápido, vomitará demagogia con gesto rutinario, atacará con más saña y su gesto afable para contigo rozará la huera camaradería de taberna. En el segundo será prácticamente igual, pero más afilado y acentuado, puede que más violento. Si te paras un segundo y te fijas, podrás notar, hasta en la foto del cartel, la desesperación que sintió al verse de nuevo frente al muro de la realidad, el precipicio de los atascos, las colas y la vida sin atajos, sin todo abierto de par en par, sin cabezas gachas a su alrededor. Sin poder.
13 marzo 2011
CIELO IMPERFECTO
Te espero, mi cielo imperfecto.
Para pensarte, que es esperarte, agacho mi cabeza
Cierro los ojos, tomo aire, y espero.
Todo el campo de mi pensamiento extiende un círculo alrededor
Un círculo que trato de agrandar apretando ojos y dientes hasta ahogarme
Clavándome las uñas.
Un círculo hecho de ventanas que son posibilidades de abrirse o de romperse
Y que tú aparezcas tras un leve rechinar, tras un brillante estallar
Y que yo sienta tus pasos,
Y que te acerques,
Hasta donde yo pueda percibir tu tibieza y aroma,
Hasta donde tú puedas escucharme susurrar “te quiero, te quiero”.
Para pensarte, que es esperarte, agacho mi cabeza
Cierro los ojos, tomo aire, y espero.
Todo el campo de mi pensamiento extiende un círculo alrededor
Un círculo que trato de agrandar apretando ojos y dientes hasta ahogarme
Clavándome las uñas.
Un círculo hecho de ventanas que son posibilidades de abrirse o de romperse
Y que tú aparezcas tras un leve rechinar, tras un brillante estallar
Y que yo sienta tus pasos,
Y que te acerques,
Hasta donde yo pueda percibir tu tibieza y aroma,
Hasta donde tú puedas escucharme susurrar “te quiero, te quiero”.
06 marzo 2011
MENSAJE EN UNA BOTELLA (8)
JIM THOMPSON “1.280 Almas” (1.964) (Traducción Antonio Prometeo Moya. RBA, 2.010)
El sheriff Corey no es un tipo despiadado al uso, pero lo es. No se impone a las bravas, no infunde terror. Calculador y cínico, se deja llevar por la corriente con parsimonia, a base de intuición, sangre fría y una gran capacidad de observación. Haciendo gala de una simplicidad sin límites y una encomiable economía de medios, mantiene su estatus sacando provecho de los defectos y carencias de sus paisanos. Todo ello narrado en primera persona por su protagonista, con la cachaza que su carácter revela, y un tono entre irónico (lindando con lo grotesco) y socarrón envuelto en ingenuidad, que nos revela a un personaje muy especial. Thompson, en la que para muchos es su mejor novela, insiste en su estilo duro y directo, nunca exento de humor; lanzándose a contar cosas que pasan desde la primera página, salpicadas de memorables descripciones, enjundiosos diálogos, y punzantes y escalofriantes notas (entre las que entrevemos la mirada afilada y la media sonrisa del autor) que completan la información sobre un personaje y un entorno tan delirantes como reales.
05 marzo 2011
GUITAR MAN
Te recuerdo arrellanado en el sillón con tu maltrecha guitarra acústica, a la que golpeabas como si fuese un ser vivo que podía responder a tus saludos sonando por sí sola. A tu lado, sobre una mesilla, un abarrotado cenicero con un porro que se apagó solo y un bongó tan antiguo que parecía hacer pertenecido al gran Francisco Aguabella. Recuerdo cuando preguntaste como al aire qué música me gustaba y alguien respondió por mí “rock”, lo que te llevó a contestar “Deep Purple, Status Quo”, directamente, sin matiz que valiera y a añadir, “yo también los escuché de pequeño, a esos y a Pink Floyd”. Yo repuse que escuchaba rock and roll en general, y tú tocaste unos rápidos acordes en los que querías compendiar todo lo que significaba esa música en su simpleza; “pop”, continué ya algo dubitativo, y trataste de tocar algo, “La Chica de Ayer” me parece, bromeando sobre la melodía. Después, sin que nadie te lo pidiera, lanzaste un discurso sobre los acordes básicos del pop y el rock, el blues, el 4x4 y no sé que más, y alabaste con pasión la pericia de los músicos de jazz, su espiritualidad y la abisal complejidad de sus notas. Salir de aquella estancia fue una verdadera bendición. Ahora, pasados tantos años, te veo con la misma guitarra, en otra estancia, convenciendo a otro joven de lo simple que es el rock and roll mientras tratas de tocar “Seven Nation Army”, y de lo baboso que es el pop, tarareando más que tocando una de los Planetas. Después, probablemente sin que nadie te lo haya pedido, te lanzarás a explicar lo limitados que son esos tipos que hacen esas canciones tan fáciles y tan simples mientras que tú no has compuesto ninguna, ahí sumergido, buscando tu espiritualidad en un abismo de complejidades.
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