06 marzo 2011

MENSAJE EN UNA BOTELLA (8)

JIM THOMPSON “1.280 Almas” (1.964) (Traducción Antonio Prometeo Moya. RBA, 2.010)



El sheriff Corey no es un tipo despiadado al uso, pero lo es. No se impone a las bravas, no infunde terror. Calculador y cínico, se deja llevar por la corriente con parsimonia, a base de intuición, sangre fría y una gran capacidad de observación. Haciendo gala de una simplicidad sin límites y una encomiable economía de medios, mantiene su estatus sacando provecho de los defectos y carencias de sus paisanos. Todo ello narrado en primera persona por su protagonista, con la cachaza que su carácter revela, y un tono entre irónico (lindando con lo grotesco) y socarrón envuelto en ingenuidad, que nos revela a un personaje muy especial. Thompson, en la que para muchos es su mejor novela, insiste en su estilo duro y directo, nunca exento de humor; lanzándose a contar cosas que pasan desde la primera página, salpicadas de memorables descripciones, enjundiosos diálogos, y punzantes y escalofriantes notas (entre las que entrevemos la mirada afilada y la media sonrisa del autor) que completan la información sobre un personaje y un entorno tan delirantes como reales.