Ojos tristes por encima de los cafés
se deleitan calculando un desastre
salivado con emoción y amargura.
Lamen el escalofrío
de un tiempo moribundo
que jamás fenece,
que es roña televisiva en los oídos.
Tras la llave dormita una sala de espera
a ninguna parte
desde la que saltar
bajo el viento del inquietante ondear
de una bandera
mustia como un caballo asfixiado.
Publicado en el nº96 de la revista de microliteratura digital “Sea breve, por favor”.
No hay comentarios :
Publicar un comentario