La editorial Nuevo Inicio (con ese nombrecito, que suena a secta formada por inquietantes
miembros que usan guantes blancos), dependiente del Arzobispado de Granada,
acaba de publicar el libro “Cásate y sé
sumisa”, de la muy católica periodista italiana Constanza Miriano. El título, a no ser que esté absolutamente
cargado de ironía -lo cual resulta improbable en este caso-, lo dice todo. No
creo, por ello, que haya que perder el tiempo leyéndolo. Dicen que se han
decidido a publicarlo porque se trata de un éxito de ventas en Italia, qué
bien. A partir de ahora, el arzobispo de Granada va a publicar todos los éxitos
de ventas en Italia; a lo mejor nos trae algo bueno, quién sabe. La verdad del
caso es que, basándose en su popularidad, han aprovechado la oportunidad para publicar
un libro que defiende sin ambages sus tesis machistas y retrógradas. Ese
conservadurismo oscuro de habitación mal ventilada que, por norma general, les
conviene no reconocer abiertamente. Y lo peor: si alguien con estas opiniones
asciende dentro de la jerarquía eclesiástica hasta llegar a arzobispo, parece quedar
claro que la postura sobre el asunto de la institución no le anda a la zaga. Y
esto es algo alarmante.
Vivimos en un país sensible y comprometido,
huelga decirlo. Según las encuestas, permanentemente enfrentado a las injusticias
de nuestro tiempo; entre ellas y muy especialmente, el capitalismo salvaje o la
influencia de la religión en la vida pública. Pero todo esto es toreo de salón,
que es el más tranquilo y completo estéticamente. Pocos son los ciudadanos
capaces de vencer la tentación de poner contra las cuerdas a la hora de comprar
un bien al vendedor, en caso de conocer que este pasa por dificultades
económicas. Y muy pocos los que no levantan la voz si al lado de su vivienda se
va a instalar o construir algo susceptible de disminuir su valor de mercado,
aunque sea ventajoso para la comunidad. Respecto de la religión católica sucede
lo mismo: es un porcentaje relativamente pequeño el que, diciendo vivir ajeno a
ella, o incluso postulándose en su contra, da el paso de apartarla
definitivamente de su vida, de evitar su presencia en la educación de sus
hijos, de restarle peso social. La mayoría todavía cumple rito tras rito por
temor a sentirse apartados dentro de la sociedad que les ha tocado vivir, esa que
abraza la tradición católica y alimenta el mantenimiento de sus privilegios, en
la mayoría de los casos por miedo a ir contra una corriente que sería
fácilmente superable con solo un poco de coherencia.
El tema del best-seller publicado por el Arzobispado granadino debería hacer
reflexionar muy seriamente a los católicos y, sobre todo, a los que no se
declaran como tales o se muestran indiferentes pero siguen el tiralíneas social
que marca el catolicismo, dejando a sus hijos al albur de determinadas
influencias educativas que pueden lastrar su desarrollo como personas libres,
independientes y responsables. Porque, esa es la sociedad que queremos todos
para el futuro, ¿no?
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