29 marzo 2015

JUEGO DE ESPEJOS. ELECCIONES EN ANDALUCÍA.

La Semana Santa me suele sumir en un estado letárgico color morado. Un duermevela que me procura reflexiones a trasmano, como sobre las últimas elecciones andaluzas, por ejemplo, aún calientes pero pronto olvidadas, más que nada por la certeza de que todo seguirá exactamente igual, políticamente hablando. Lo más triste de todo el proceso es que ha vuelto a vencer el voto de la resignación, que es el peor que se puede ejercer. No conozco gente ilusionada, realmente ilusionada, por la victoria del PSOE. El día después no ha sido más que un sobrevolar de indiferencia, gestos apocados y medias sonrisas. Salvo implicados y beneficiarios, creo que la inmensa mayoría de la población sabe que este no es ni mucho menos el camino, pero, por unas razones u otras, no ve otro posible. Y de esto último son muchos los responsables. Llevo demasiados años asistiendo a corrillos en los que la conversación gira alrededor de la corrupción del PSOE, de su demagogia previsible, de su inoperancia o de su apropiación de todo cuanto convenga a sus intereses; y el noventa por ciento de esas espontáneas muestras de desahogo terminan igual: cuando alguien pregunta ¿qué se puede hacer?, ¿a quién votar que tenga posibilidades de gobierno y no corra el riesgo de ser abducido por el PSOE?, aparecen dos gaviotas volando y se produce un silencio fúnebre.

Pienso que el encaje de la democracia en Andalucía está teniendo su guasa: además de la Ley D´hondt que beneficia siempre al más votado, y al que más influencia tiene en las poblaciones pequeñas (esa es la madre del cordero, amigos de Podemos), hay que contar con la evidencia de la imposibilidad de que gobierne el Partido Popular (en su condición de única fuerza opositora real) si no consigue la mayoría absoluta, lo que termina por retraer a muchos votantes y favorece la abstención y el unipartidismo real que padecemos a escala autonómica.

 Pero  no, no nos podemos quejar, el PSOE nos garantiza un espacio libre de PP, el cordón sanitario al que se refería Federico Luppi. Los años que lleva en el poder van construyendo una muralla que nos protege tanto de las dentelladas de la derecha anquilosada como del liberalismo insensible y poco solidario. Se trata de una muralla bien argamasada por arquitectos de sonrisa amplia y tacto paciente que han desarrollado un cemento que funde en uno ideología de partido, administración autonómica, símbolos e identidad; y que, además, deja puertecitas abiertas a diversos desahogos que hacen más llevadera la heroica tarea cotidiana socialista: ventanucos, gateras e intersticios de todo tipo (hasta hoy) para el chanchullo y la corrupción a mansalva (ojo, que no es como la de los otros, esta va dispensando calculadas miguitas de pan en su camino (publicidad, subvenciones, contratitos, ayuditas), por lo que no parece aconsejable oponerse frontalmente a lo establecido: te pueden salir enemigos del lugar más inesperado). 

Pero, atención,  no penséis que la derecha ha sido vencida, ni muchísimo menos, es un enemigo que se multiplica, que tiene muchas caras y solo los socialistas están en condiciones de hacerle frente. No, no penséis en Izquierda Unida o Podemos, eso solo traerá inestabilidad, encontronazos por nadie deseados. Los procesos de cambio tienen su propio reloj interno y solo un partido tan consolidado como el PSOE conoce su cadencia y funcionamiento. Al hilo de esto, hay que tener en cuenta que la derecha (y más ahora) es exitosa y fácilmente vendida como la única culpable de todos los males de Andalucía, lo que coloca al PSOE en una situación que pocos pueden entender Despeñaperros arriba: los socialistas andaluces siempre están en la oposición, luchando en desventaja contra la derecha mitológica y señoritil que lastra nuestro desarrollo y nos condena al paro y el analfabetismo, ya sea el PP, los empresarios, los mercados, los bancos, la Iglesia, los restos del franquismo (constantemente aireado, y curiosamente rentabilizado por ellos antes que por otras fuerzas políticas de izquierda con más peso en la lucha contra el dictador, como los comunistas) , o la Unión Europea, si se pone a tiro. Y, a la vez, evita la desazón que pudiese sufrir la población ante tan combativa actitud abrazando con salero los tópicos más rancios, alimentando con denuedo las tradiciones más folclóricas, dando más palmas que nadie en la feria, o mimando a las cofradías y al Rocío.

La derecha hubiera debido (si su encorsetada comunicación, su estúpida suficiencia y su incapacidad de empatía no la cegarán) aprender más de democracia en el cuadrilátero autonómico andaluz que en ninguna otra parte. La exigencia es máxima, el marcaje férreo, se recupera un poco, incluso gana las elecciones, pero paga caro sus actos. Se pasa la vida besando la lona. Si ese nivel de exigencia lo mantuviésemos para todos por igual otro gallo nos cantaría. Pero nuestra fuerza como pueblo que clama ante la injusticia y exige sus derechos llega hasta ahí, justo hasta ahí. Hasta la derecha de siempre, la de los recortes que te cortará los dedos y te abandonará a la pobreza y el desabrigo, que acabará con el PER o con la administración paralela etc. Esta, por cierto, es la mayor y única obra de ingeniería del PSOE en Andalucía, asesorado por UGT y CCOO: la restauración de esa tradición tan totalitaria de ofrecer calor a las faldas del poder a cambio de docilidad; la posibilidad de tener un empleo en la administración, sin tener que pasar por duras oposiciones, a cambio de lealtad (la gran palabra), dependiendo, eso sí, del mantenimiento de los mismos en el poder. Esto moviliza el voto y la actitud de los contratados, de sus familiares y amigos y de los aspirantes a contratados más sus familiares y amigos. Todos a una.


Pues eso, según muchos analistas de izquierda e infinidad de opiniones relevantes y glamurosas, Andalucía se ha levantado voz en grito contra Rajoy. “Le ha enseñado el camino al resto del país”, brindando cuatro años más de poder a una opción política que lleva ya treinta y tres gobernando. El tiempo y los acontecimientos pasan veloces, pero las manos pacientes de sonrisa imperturbable van construyendo una muralla que nos separa de la derecha, sí, pero que ata bien en corto a la izquierda y encierra el sentido crítico en un juego de espejos.

22 marzo 2015

15 marzo 2015

“(GET YOUR KICKS ON) ROUTE 66”. ALGUNAS VERSIONES.

Route 66 es, además de la denominación de la carretera legendaria por excelencia de Estados Unidos (“la calle principal de América”) y del nombre de una revista musical española, una de esas canciones míticas de la historia del rocanrol. A pesar de ser concebida como una composición de jazz, es poseedora de ese carisma melódico, esa genuina simplicidad, que la han hecho perfectamente amoldable a cualquier estilo y punto de vista. Compuesta en 1.946 por un Bobby Troup (aquel músico y actor con asombroso parecido físico con Liam Neeson), que la empujaba con su piano hacia los terrenos del swing, su letra hace un sencillo recorrido por muchas de las localidades por la que pasaba la mítica carretera, desde Chicago a Los Angeles. El primero en grabarla y llevarla al éxito fue el canónico y eficiente Nat King Cole en 1.946. En 1.957 Louis Jordan & His Timpany Five incidió en el swing e invitó al rocanrol a la fiesta, abriendo el camino a las vertiginosas lecturas de The Brian Setzer Orchestra, incluida en el álbum debut de 1.994 del proyecto del ex – Stray Cats; o a la endemoniada revisión de 1.999 del gran Herman Brood, acompañado para la ocasión por toda una Big Band. Por su parte, The Manhattan Transfer ahondaron en su cariz jazzístico, sostenido con un halo de nocturnidad, en su versión de 1.982, apoyada en un cuarteto (la primera de las dos que grabaron del tema) y aparecida en la banda sonora de la película “Sharky’s machine”, que les valió un premio Grammy ese año. Chuck Berry cambió el talante de la canción en 1.961 con su fraseo de guitarra y las teclas insistentes, abriendo así el camino a decenas de interpretaciones por parte de novedosas formaciones de R’n’b y garage durante la década de los sesenta. Entre ellas destacan, cómo no, The Rolling Stones, que incluyeron “Route 66” en su primer elepé, en 1.964 o Them que la incorporaron también en su debut, un año después.




En 1.974 unos debutantes tan fulgurantes como Dr. Feelgood, la incluyeron en la cara B de su mítico single “Roxette”. Jason & The Scorchers la convirtieron en balazo de rock and roll en su tercer trabajo, “Still Standing” de 1.986 y, un año después, Depeche Mode deciden deshidratarla y nos la ofrecen reestructurada desde su cuarto de las sombras. Ubicada en la cara B de “Behind the wheel”, fue la primera versión que publicaron los de Essex. El apartado “chatarra” queda sobradamente cubierto con la versión con la que ’68 Comeback cerraron su “A bridge to fuckin’ far” de 1.998. En 2.006, Yo La Tengo recopilaron algunas de las versiones que solían hacer un día al año, interpretadas sobre la marcha y al gusto del oyente, dentro del maratón benéfico de la emisora radiofónica de New Jersey WMFU. En ese descacharrante experimento, “Route 66” encuentra un acomodo absolutamente indie: los de Hoboken siguen como pueden a una niña que recita la letra. Pero aun en esas circunstancias, una composición tan redonda brilla. Ese mismo año un lobo solitario como Legendary Tiger Man, despoja la revisión que The Cramps incluyeron en “Flame Job” de 1.994, y la reconstruye minimalista y ansiosa como unos Suicide con solo una guitarra.


Respecto de las adaptaciones al español destacan la eficacia de la realizada por el Pappo’s Blues del mítico guitarrista argentino Norberto Anibal “Pappo” en 1.995; la excelente en plan dúo acústico de Santi Campillo y Miguel Bañon o la de esa especie de The Manhattan Transfer latinos que son Los 3 de La Habana, aparecida en 2.012 en clave chachachá. Por otra parte, Los Rebeldes grabaron una memorable revisión del original en formación de trío (Sorolla, Morata, Segarra), a mitad de los años ochenta.

13 marzo 2015

MENSAJE EN UNA BOTELLA (27)

VÍCTOR COYOTE “De pueblo y de río” (Eureka, 2.014)




Contando con la producción tan libre de ataduras como precisa de Pablo Novoa y su sabio aporte instrumental, Víctor Coyote nos ofrece un viaje peninsular, mediterráneo y americano a través de portentosas recreaciones de temas populares casi olvidados; arreglados y adaptados unos, trasladados todos a su genuina personalidad como intérprete, tan curioso como respetuoso. De los marchamos de ambos artistas, con una instrumentación ajustada, sale algo así de sustancioso y personal, a pesar de tratarse de un disco de versiones. Guitarras variadas, brillantes y añosas, que ofrecen sonoridades tan descarnadas y aceradas como contenidas y fronterizas; henchidas de la historia de las canciones que interpretan y sobre todo vivas, muy vivas. Así, tenemos el pop de “Debaixo dos caracois dos seus cabelos” de Roberto Carlos, en una vibrante revisión con destellos rocker; “Havemos de ir a Viana”, cantada a dúo con la muy interesante Rita Braga, una especie de alma gemela lisboeta del de Tui, transmitiendo swing a este fado popularizado por Amália Rodrigues;  el folclore andino a lomos de Bo Diddley de “Verbenita”; evocación y  vals en “Me faltan el río y tú” adaptación  de “Miss the Mississippi and you” de Jimmie Rodgers, esta vez a dúo con Pía Tedesco; el calypso-funk “Love letters” del panameño Lord Cobra o la guajira “La tragedia del Valbanera”, con música esta vez de Víctor y la guitarra flamenca de Nono García. Solo por los dibujos y el diseño de la carpeta ya merece la pena tenerlo.


07 marzo 2015

MENSAJE EN UNA BOTELLA (26)

TORI SPARKS “El mar” (Glass Mountain Records, 2.014)



“El mar” es el quinto trabajo de esta estadounidense procedente de Nashville afincada en Barcelona. Tras una inspirada estancia en Granada, la compositora y cantante, situada bajo la generosa etiqueta del americana music, ha grabado este disco junto al trío instrumental de fusión flamenca Calamento. Un grupo que se antoja como el acompañamiento soñado para un proyecto así. La red ideal para adentrarse por cualquier vericueto sonoro que, estoy seguro, a su vez se enriquece con el bagaje sonoro y la expresividad que derrocha la norteamericana. Una guitarra flamenca omnipresente, briosa y estilizada; riqueza rítmica, contrastes, alma y recursos que superan ampliamente cualquier atisbo de artificio; arropando a una cantante serena, nada impostada, en un terreno resbaladizo por novedoso para ella y proclive a la tentación del exceso interpretativo.


El disco se abre con la podría ser perfectamente la mejor versión de “Everybody knows” de Leonard Cohen grabada hasta la fecha. Un comienzo adusto que paulatinamente se va impregnando de la tibieza creciente de los ingredientes y aromas que envuelven este disco en un calor infinito y cercano. “La llorona”, se convierte en una experiencia trepidante, llevada por una gran voz que saber ser pausada y doliente. Palmas y desgarro para “Cold war”, uno de los temas señeros de su repertorio, remozado, tal que otros de sus clásicos invitados a este intenso intercambio de miradas, que han de sentirse como despertados de pronto en una habitación extraña pero acogedora. “Crying” de Roy Orbison es “Llorando”, a la que sostiene su esencia un fondo de chelo. “Verde” de Manzanita y Lorca, ofrece bordes crepusculares; la revisión de “Quizás, quizás, quizás” que ya había publicado en su anterior trabajo, de 2.011, acentúa su magnetismo; y “La flor de Estambul” de Javier Ruibal, la personal versión que el portuense hizo de “Gnossiennes nº1” de Erik Satie, se vuelve impetuosa y rebelde.