15 noviembre 2018

MENSAJE EN UNA BOTELLA (57)


DR. DIVAGO “Complejo Alquería Frailes 13” (Bonavena, 2018)

Siento envidia de ti, descreído lector que puede que conozcas poco o nada de Dr. Divago. Me gustaría volver a tener la oportunidad, que a ti se te presenta, de descubrir la ya larga trayectoria de la banda valenciana partiendo de este álbum. Si eres amante del  power-pop, la new wave o el pop de los sesenta, todo impecablemente interpretado en castellano por alguien con cosas que decir, no se me ocurre ningún grupo español que cumpla tus expectativas mejor que este. Así de simple.

“Complejo Alquería Frailes 13” significa para mí lo mismo que, en mayor o menor medida, todos sus discos anteriores: el reencuentro con una expresión muy personal desarrollada dentro de los cánones del pop más exquisito y enérgico, siempre en continuo crecimiento. Una banda, capitaneada desde siempre por Manolo Bertrán,  que sigue su propio camino y va pisando terrenos nuevos con paso prudente y seguro, absolutamente ajena a coyunturas y modas. Un espacio creativo que hace mucho desembocó en un universo propio y cada vez muestra un dominio mayor de sus posibilidades sonoras.



Un grupo, en definitiva, acostumbrado a revestir e iluminar con la necesaria lucidez textos muy por encima de la media, escritos con un gran dominio del idioma y cantados por una de las mejores y más personales voces de nuestro pop. Aquí regresan las guitarras punzantes, los estribillos certeros y la inmediatez sin fisuras; el chispazo punk o los suspiros psicodélicos de una formación que puede resultar tan angulosa como vaporosa. Incorporan al cable tenso de su repertorio la balada soul con eficacia (“Al cuarto día”), resultan exultantes en “Los pies en la tierra” con el reseñable subrayado de la trompa de Vanessa Juan y entretejen retazos de sonido fronterizo y swing en “Engáñame”. Desplegando madurez y recursos, juegan a su antojo con los silencios y el tempo, así ocurre con el subsuelo blues que recorre “El humor”, en la peculiar e hipnótica “El viaje largo” y su inesperada erupción setentera, o en “El tercer hombre en el ring”, magnífica evocación ambientada entre texturas y efectos de guitarras y armónica.

Amigo lector, estás ante un festín, no deberías desaprovecharlo.

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