14-03-1933: Fecha de nacimiento de Quincy Jones (también
conocido como Mister Q, apodo que le puso Frank Sinatra). Trompetista, arreglista,
compositor, director de orquesta, director musical y productor; con los años se
ha convertido en el personaje más relevante del mundo de la música en Estados
Unidos (el tipo al que todas las puertas se le abren). Nacido en el seno de una
familia muy humilde del South Side de Chicago, durante su niñez arrastró el
peso de la inestabilidad provocada por una madre esquizofrénica que los
abandonó cuando tenía siete años, y cuyo vacío siempre le acompañó; pese a que
hasta su muerte estuvo apareciendo fugazmente en su vida. Mientras su padre
trabajaba donde podía, se crió junto a su hermano en las calles. Hasta los once
años quiso ser gánster, relacionándose con bandas y llegando a portar navaja
(sufrió heridas de arma blanca). Cuenta que pasó hambre en su infancia, que su
abuela había sido esclava y que no vio a un blanco hasta los once años, cuando se
trasladó a Seattle con su padre y su hermano en busca de mejores condiciones de
vida. Cuando tuvo oportunidad de pulsar las teclas de un piano, supo que eso
era lo suyo. Aprendió a tocar varios instrumentos, pero finalmente se decantó
por la trompeta (curiosamente, tras la doble operación a que hubo se someterse
en 1974 por una aneurisma cerebral no pudo volver a tocarla). A los doce años entró
en un grupo de góspel y a los catorce comenzó a trabajar en bares como
trompetista de una banda de jazz. En esa época conoció a quien siempre
consideró como un hermano mayor, Ray Charles, de dieciséis. Pronto tuvo claro
que, dada la situación social de la época, lo único que sentía que podía
dominar sin que se le pudiese volver en contra en cualquier momento, lo único
que le daba realmente libertad, era la música.
En 1951 se marchó a Nueva York, uniéndose a la
orquesta de Lionel Hampton. Tras centenares de actuaciones sin descanso su
suerte cambió al recibir el encargo de Dinah Washington de arreglar los temas
de su disco de 1955, “For those in love”. Dinah optó por él contra viento y
marea, y el reclamo de esa colaboración le permitió hacerse un nombre y recibir
encargos similares de celebridades como Louis Armstrong, Sarah Vaughan, Clarke
Terry, Dizzy Gillespie, Ray Charles, Count Basie (con quien le uniría una relación
muy especial), o Ella Fitzgerald.
En 1957 se aventuró a viajar a Paris para estudiar la
orquestación con instrumentos de cuerda con la profesora Nadia Boulanger. Allí
participó en muchas grabaciones e incluso dirigió a su propia orquesta en un
programa de televisión, que solo duró seis meses. Decidido a no abandonar tras
la pronta desaparición del programa, aguantó cuanto pudo girando por Europa con
sus músicos con el espectáculo “Free & easy”, algo que devino insostenible.
Las deudas acumuladas en la aventura francesa (unos
145.000 dólares) le obligaron a volver a Nueva York, esta vez con un cargo
ejecutivo en el sello Mercury. Posición desde la que lanzó al éxito a Lesley
Gore en 1963. Un año antes, también en Mercury, produjo a Little Richard cuando
le dio por hacer góspel en “The King of the góspel singers”.
En 1964 tuvo lugar el verdadero punto de inflexión
de su carrera, al recibir la llamada de Frank Sinatra, quien, gratamente sorprendido
por su trabajo con Count Basie, quiso que se encargara de los arreglos de su
disco “It might as well be swing” en el que le acompañaba Basie con su orquesta,
a la que Quincy dirigió tanto en la grabación como en las presentaciones en
directo. Su presencia aportó vitalidad y dinamismo al sonido de Sinatra.
Circunstancia que este nunca se cansó de subrayar. Veinte años después, por
cierto, produjo el último disco de Frank Sinatra en pleno estado de forma: “L.A.
is my lady”.
Siempre se ha destacado su fantástica conducción de
las orquestas, teniendo a los músicos contenidos; dando color a sus instrumentos
sin saturar. Cada uno con su espacio, con su aire.
Personaje todoterreno, incansable, ambicioso, vitalista
y generoso; siempre fue un paso más allá en su carrera, en su afán por pisar
nuevos territorios. Por eso, tras la experiencia con Sinatra puso su empeño en
la composición de bandas sonoras, entre otras razones porque le sorprendía que
ningún negro se hubiese dedicado nunca a ello. Parecía tratarse de un espacio
vedado para los de su raza. Fue esa misma sensación la que le impulsó a ir a
París. Puso música a más de una treintena de películas y numerosas series de
televisión como “Ironside” o “Raíces”. Los temas que componía para bandas
sonoras solían ser cortos, e incluía casi siempre algún tema cantado. Demostraba,
aun partiendo del jazz, una gran variedad de registros, y toneladas de groove y recursos para componerlas.
Destacan la primera de todas, “El prestamista”
(1964) de Sidney Lumet, en la que cuenta con la presencia de Sarah Vaughan; “A
sangre fría” (1967), “En el calor de la noche” (1967), “The Italian Job” (1969),
o “La huida” de Sam Peckinpack (1972).
Durante
los setenta sobresalen exitosas producciones disco-music tipo The Brothers Johnson. Además de otras para Aretha
Franklin o Chaka khan. Durante la adaptación cinematográfica del musical “The
Wiz”, se produce su conexión con Michael Jackson, a quien convertirá en
estrella planetaria con sus producciones de “Off the Wall” (1979), “Thriller”
(1982), y “Bad” (1987).
En 1985 produjo la película “El color púrpura”, empeñándose
en que Steven Spielberg la dirigiera, y haciéndose cargo además de la música, claro. Ese
mismo año se encargó también de la producción de “We are the world” el famoso
single de U.S.A. for Africa, que le situó definitivamente en el olimpo del pop estadounidense.
En 1989 publicó “Back on the block”, disco en el
que, haciendo coincidir artistas de tres generaciones, mezcla hip-hop con bebop,
por mencionar una relación que a él siempre le ha gustado establecer; y trata
de ofrecer un compendio de la música negra (no solo estadounidense) de la
segunda mitad del siglo XX. El elenco es impresionante, y el resultado
equilibrado y dotado de sentido.
En 1991 llevó al Festival de Jazz de Montreux, con
el que colabora desde hace años, a Camaron. Enamorado de su música, su
intención era comprar sus derechos y lanzarlo mundialmente, cosa que por
determinadas circunstancias finalmente no se llevó a cabo. Según recuerda el
promotor Pino Sagliocco, después de su actuación le dijo en el camerino: “Nunca
he estado tan cerca de alguien que me haya enseñado su alma como tú”.
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