Dieter Vampui fue un delantero desgarbado que siempre jugó en conjuntos modestos de la Eredivisie. En su última temporada su equipo se jugaba el descenso en un encuentro crucial. Sólo valía la victoria. Un abarrotado estadio vio entonces cómo Dieter se hacía con un balón dividido en su propio campo y, al no tener una opción clara de pase, optó por cabalgar en pos de la portería contraria. Pocos metros después los defensas rivales, bastante más rápidos, ya le iban alcanzando, pero él aguantaba la posición y el control del esférico como podía, sin poder de desborde, sólo con voluntad y dientes apretados. Al llegar al área dos defensas y el portero se le echaron encima para evitar una ocasión clara de gol, el penalty estaba cantado, pero Dieter luchó por mantener el equilibrio y el balón. Lanzó a puerta y su disparó se fue a las nubes. Diez minutos más tarde su equipo descendía. Tras semanas de furibundas críticas por su fallo, su actitud obcecada y su falta de sentido práctico al no dejarse simplemente caer, el mito fue creciendo. En la actualidad, ese ejercicio de épica y honestidad es imitado por miles de aficionados en el conocido como Día Vampui, recorriendo centenares de terrenos de juego sólo con la portería entre las cejas.
Publicado en el nº5 del e-zine "panfletario-cultural" O Barbarie, dedicado a la Eurocopa 2.012 y al fútbol en general.
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