Conductor novel de la paz,
ninguna mentira más devastadora,
ninguna promesa más amarga,
que la que ilusiona y esperanza.
Soñador que ensoñaste
a todos los soñadores,
ahora los despiertas
golpeando la mesa desde tu sillón.
Qué arrullador el poder.
Qué molestas las normas.
Qué tentador el atajo no vigilado.
Qué rápida tu adaptación, Hombre-Estado.