Inexpresivos balones pinchados,
que se pasan el día respirando hondo,
sigilosos,
entornados los ojos redondos,
ya desgastados.
Foto fija, son todo pasado.
Picoteados por la brisa,
que ya no los despierta
para que lo niños los persigan.
Pero están muy vivos,
laten en un turbulento
mundo extraviado.
Pendientes de una patada distraída
hacia la última portería.