Los discos con muchos temas de corta duración corren el riesgo de parecer paródicos y pasar sin dejar huella, pero tienen la ventaja de que su campo de acción es amplísimo: se puede experimentar cascando cualquier cosa contra la nevera o, por el contrario, convertirse por dos minutos en el clásico más impoluto y ortodoxo. O una opción interfiriendo en la otra dentro del mismo corte, y es que, generalmente, se tiende a ser un poco marciano y juguetón. Sin embargo, la sana extravagancia debe esmerarse en superar la anécdota. Los estilos se quedan en los huesos, se esquematizan, un curso acelerado de claves sonoras que puede resbalar de lo estremecedor a lo inocuo. Detalles mínimos que por ello han de ser realmente significativos para merecer la pena. Una estilización, digamos, del buen gusto. Impresiones, bosquejos de intenso color, pero, ¿qué necesidad hay de hacer tantas canciones? Tras seis años sin Pando esa necesidad se hacía acuciante, y, afortunadamente, el animoso inglés solitario que toca casi todos los instrumentos, y arregla sus temas con una varita mágica, vuelve tan en forma como en su “We Want Pando” de 2.000, acaso con los temas más cuidados y con su expresiva y elocuente guitarra algo más contenida y esencial, como Django Reinhardt embridado por Richard Thompson. O algo así.
Como la seda discurre “Snapshots Of Pando”, atesorando esa permanente sonrisa irónica y sus soplos musicales llenos de hondura y sabiduría. ”Who Shot Pando” invoca un sustancioso lado oscuro de la mano de su querido Don Van Vliet, esta vez entreverado con Nick Cave; que continúa con el folk con vericueto zappiano de “Is It Voodoo?”, y el zarpazo setentero de pesado boogie “Strange Men”, todo un agotador desarrollo de ¡cuatro minutos!. Significativa novedad respecto de su anterior trabajo es el protagonismo de un country de esencias académicas, gozosamente interpretado en temas como “Babies”, “My Love Shines” o “She´s A Mooslem”, y con fuertes reminiscencias ragtime en “Play The Trumpet” y “Tell Your Mama To Leave Me Alone”. Persiste su destreza pop, alambicada en aromas algreeninianos (“Don´t Want To Play I Your Band”), y guiños Motown (“Earthlings” y “A Bit Of Alright”). Incluso, dada su obsesión compendiosa, se permite un medley de dos minutos que enseña la variedad de sus querencias sonoras. Y nos deja, por último, composiciones con el espléndido calado de “The Be-All And End-All” y “On The Dotted Line”. Thanks Pando.
Publicado en el nº233 de la revista Ruta 66.
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