Marchando lomo con lomo
como gatos sigilosos,
con paso almohadillado.
Sin su estampa ni presencia,
lejos de los tejados,
engordados y cansados
tras renunciar a la libertad,
mas arrastrando
el frío pesar
de su ausencia.
Tristes de mirar y callar.
Agotados de no saltar,
de sofocar la caldera del grito,
de dar rodeos al corazón
para no despertarlo
y quemarnos en sus llamas
o ahogarnos en la verdad,
tan filosa,
tan tersa e hiriente.
Las gafas al borde de la nariz
sin poderlas subir.
Las manos muy juntas,
apenas rozando el cristal
que encierra el mundo
que nos negamos a mirar.
Poema aparecido en la Revista Ombligo (México)
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