PABLO UND DESTRUKTION
“Vigorexia emocional” (Marxophone)
Pablo García Díaz se me antoja como un crooner despecheretado asomado a un precipicio. Un animal
arrebatado al que se oye respirar incluso entre los arreglos de cuerda y los
momentos más plácidos de este tercer disco. Su apuesta sonora es todo un ejercicio
de radicalidad fértil. Lo conocí con su anterior trabajo, que incluye temas
inolvidables como “Limonov, desde
Asturias al infierno” o “Pierde los
dientes España” (“ahora que nadie te quiere, yo a ti me entrego”).
Pablo Und Destruktion me devuelve sensaciones que creía olvidadas,
que han permanecido plastificadas bajo esa capa de superficialidad que lo ha
ido envolviendo todo hasta borrar su relieve. Muestra arrojo, pasión, pero
también la distancia que le permiten sus grandes dotes como letrista, capaz de
combinar el verso esencial con el chocante, de concretar una idea o esparcir delirio
e imágenes en combustión espontánea que, imbricados de cotidianidad, involucran
al oyente como pocos. Surrealismo, ironía y absurdo son nutrientes de gran
intensidad de un todo poderosamente descriptivo.
Se trata además de un buen
cantante, cuya voz es inteligentemente colocada en primer plano en esta producción
de Ángel Kaplan. Afortunadamente
nada impostado ni torturado, aunque sí lacerante. Mostrando una elocuencia y
una naturalidad que le permiten moverse ágilmente entre patrones estilísticos
sin necesidad de hacerlos estallar.
Hay composiciones de belleza
frágil y poderosa evocación, como círculos bien cerrados; y una marcada
tendencia al crescendo partiendo de un hilo, como en “Los días nos tragarán a la vez” o las que remiten a la escuela coheniana y del folk polvoriento y crepuscular
que lo emparentan con su paisano Nacho
Vegas (“Ganas de arder”, “Mis animales” o “Dulce amor”), referencia esta tan cercana como lejana en según qué
momentos. A subrayar cortes como “A
veces la vida es hermosa”, bailable, setentera y funk; la ambientación
flotante de “Califato”; o “Busero español”, por el lado rugoso e
hiriente, cuya letanía me trae a la memoria a alguien tan reivindicable como Carlos Desastre.
Así es el mundo de Pablo Und
Destruktion, donde Nick Cave se
sienta a la mesa con Paco Ibáñez. Una
apuesta por el contraste, la imagen desenfocada y el paso cambiado que
revitaliza y atrapa.
Reseña publicada en el nº2 de la revista Lugares Comunes.
Reseña publicada en el nº2 de la revista Lugares Comunes.
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