ENRIQUE BONET “La araña del olvido” (Astiberri, 2015)
"La araña del olvido"
de Enrique Bonet consigue que, conforme se avanza en la
lectura, el pasado arda entre nuestras manos mientras va dejando un poso helado
en el fondo del alma. Imperan un tono sombrío, un olor a cerrado, que inundan
hasta el último rincón. Un frío que no se termina de vencer. Se escucha el
gotear constante del miedo, de la incertidumbre. Se percibe en la expectación
de las miradas y en la facilidad con que éstas se agrietan y desvían, en los
silencios, en las emociones amordazadas; en las excusas, las dudas, la
desconfianza generalizada. Revolotea en la profundidad de los espacios, en la quietud
de las estampas de una ciudad varada que se deja remolcar con los ojos cerrados
y los oídos tapados. En las mentiras de peces que boquean para sobrevivir en un
estanque pútrido, terminando por creer sus propias mentiras. Bonet subraya, con
el ritmo con que modula los acontecimientos, con su distancia y contención, esa
amenaza latente. Tan eficaz que los restos de su naufragio llegan hasta
nuestros días, hasta el temor a indisponerse con el poder (o con el posible poder) que aún nos atenaza de alguna manera.
Estamos ante una indiscutible
muestra, otra más, de ese poder único del cómic (aunando el escenario mental que
la lectura nos permite recrear, con el poder de las imágenes, en este caso,
escrupulosamente escogidas) para adentrarnos en cualquier circunstancia
histórica, en cualquier peripecia, a cada cual por nuestro propio camino.
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