Hay momentos en que solo llueve debajo de los árboles.
28 febrero 2019
26 febrero 2019
"COACHING MASTER CLASS"
“No atasques tu crecimiento
personal con lo de la justicia, es un globo inabarcable. Ve paso a paso:
aprende, con el mismo aplomo, primero a encajar las injusticias y después a
infligirlas”.
24 febrero 2019
24 DE FEBRERO EFEMÉRIDES
24-02-1969: Johnny Cash
entró en la penitenciaría estatal californiana de San Quintín (once años
después de su primera actuación allí, con nada menos que Merle Haggard entre los
reclusos; que ese día decidió dedicarse a la música, incorporándose acto seguido
a la banda de la prisión) con la intención de repetir el éxito del año anterior
en la prisión de Folsom (este fue el primer disco grabado nunca en una cárcel
por un artista), algo que consiguió con creces, grabando el que a la postre
sería su disco más famoso. La experiencia de “At Folsom prison”, supuso un
verdadero punto de inflexión en la carrera de un Johnny Cash ahora revitalizado,
que hacía poco había dado la vuelta a su inercia negativa superando su adicción
a las pastillas y contrayendo matrimonio con June Carter. Tras muchos años
tocando desinteresadamente en multitud de cárceles, venía intentando desde el principio de la década de los sesenta grabar un disco en una institución penitenciaria, idea que su
productor habitual, Don Law, nunca terminó de ver clara. Además, a Columbia le
parecía poco aconsejable comercialmente que se identificase a uno de sus
principales artistas con ese tipo de público. Bob Johnston (productor de Bob
Dylan desde “Highway 61 revisited”) sí lo vio y se encargó de las producciones
tanto de “Folsom” como de “San Quentín”. En el intervalo entre los dos directos
falleció Luther Perkins, mano derecha de Cash (a quien se le dedicó la
actuación). Pereció en un incendio provocado por él mismo al quedarse dormido
con un cigarrillo encendido en la mano. A pesar del duro golpe, la banda se rehízo con la relevante presencia de su hermano, Carl Perkins. Uniéndose así a la engrasada
formación que completaban, junto a Johnny y una resplandeciente June Carter que
desprendía un carisma increíble, Marshall Grant al bajo, W.S. Holland a la
batería, la guitarra de Bob Wootton (que sustituía ya a Luther en la banda) y
las voces de The Statler Brothers. A los que había que sumar en esta ocasión la
presencia de la Carter Family. El acontecimiento fue grabado también como
especial televisivo por Granada TV para el Reino Unido. A este hecho debes
agradecer la existencia de la mítica foto de Jim Marshall de un Johnny Cash
rabioso con el dedo levantado, ya que el gesto iba dedicado a las cámaras que
invadían el escenario, quitando espacio a los músicos.
Han tenido que pasar
muchos años para poder disfrutar de todo lo grabado aquella ocasión. Si bien a
comienzos de la década de dos mil se ponía a la venta una edición del directo
con varios temas extras, no fue hasta 2006 cuando se editaron por fin en doble
CD los 31 temas en los que consistió el espectáculo, respetando el orden de las
canciones, sin censuras ni cortes; haciendo desaparecer por fin los molestos pitidos
que ocultaban los tacos que profería un relajado Johnny Cash. Además, aquella
nueva edición de Columbia Legacy se presentó acompañada por un tercer CD que
ofrece el documental Johnny Cash at San Quentin de Granada TV, incluyendo buena
parte de la actuación sazonada con entrevistas a los presos. El disco original se
abre con un tema tan oportuno como “Wanted man” de Bob Dylan. Se incluye
asimismo su exitosa versión del tema compuesto por el escritor y humorista Shel
Silverstein, “A boy named Sue”, que le llevó por única vez al nº1 de las listas
de pop. También está “Starkville city jail”, tema propio en el que narra con
humor cuando le detuvieron por coger flores en un jardín ajeno. Clásicos de
primera hora como “I walk the line” conviven con versiones inesperadas, como el
“Darling companion” de Lovin’ Spoonful. Ahí tienen su lugar destacado los temas
góspel que nunca faltan en sus conciertos, como la composición propia “He turned the water into wine” o el “Daddy sang bass” de Carl Perkins. Canciones
sobre trenes idealizados como vehículos de libertad (“Orange blosson special”).
La imprescindible “Folsom prison blues”, y, sobre todo, “San Quentin”, el tema
que estrenó esa noche, con su letra cruda y directa: “San Quintín, ojalá de
pudras y ardas en el infierno/ ojalá caigan tus muros y yo esté vivo para
contarlo/que todo el mundo olvide tu existencia/y que todo el mundo lamente que
no hiciste el bien”. Sin olvidar que la reedición de Legacy recupera el espectacular
meddley final de despedida.
El período 1968-69
fueron sus años de mayor popularidad y ventas, y le abrieron las puertas a su
propio programa televisivo, “Johnny Cash Show” que se prolongó durante dos años.
Destacaba la inusual
complicidad surgida entre Cash y el público recluso. Solía referirse a ellos
como “sus hermanos”, y subrayaba que “son la mejor audiencia ante la que un
artista puede actuar. Traemos un rayo de luz a su celda y ellos nos muestran su
gratitud”. Acerca de las sensaciones de aquel día declaró: “Sabía que me había
ganado al público hasta el punto de que, si hubiese gritado: “¡Apoderaos de la
prisión!”, los convictos no hubiesen dudado en hacerlo. Los guardias también
eran conscientes de ello. Y debo reconocer que tuve la tentación de pronunciar
esas palabras”. Johnny Cash siempre empatizó con aquellos que la sociedad deja
tirados en sus arcenes. Tremendamente religioso, pero poseedor de un firme
sentido de la ética y la justicia, nunca miraba hacia otro lado. Además, sus
letras sobre la culpa y la redención, sus historias de marginados, asesinos y
perdedores; su forma de comunicarlas, e incluso ese sonido certero y visceral
que desarrollaba, conectaron con la población reclusa, que lo recibía como uno
de los suyos. Prueba de ello es el respeto y admiración que mostraban ante una
mujer de la presencia de June Carter entre aquellas paredes. La camaradería y
energía que flotan en el ambiente hacen de los discos carcelarios de Cash algo
muy especial y difícilmente imitable. Algo extensible incluso al otro disco grabado en una prisión por Johnny Cash, que muchas veces se olvida, el grabado en 1972 en la cárcel
de Osteraker, a las afueras de Estocolmo.
En 2010, los Giant Sand del osado Howe Gelb, celebraron el cuarenta
aniversario de “At San Quentin” interpretándolo en directo en diversas fechas.
21 febrero 2019
LOS PONDERADOS
Al final, los ponderados son los únicos que se quedan sin asidero durante la tormenta, solos, desasistidos, desubicados. Tratando a duras penas de mantener el equilibrio en mitad del barco mientras reciben empujones de unos y otros; que se les acercan fuertemente asidos de las manos para hacerles rodar por cubierta.
20 febrero 2019
EL PRECIPICIO
Son educados, atentos, saben escuchar.
Apenas te das cuenta cuando miran el reloj. Esperan a que termines de
desahogarte para hablar ellos, aguardando su turno con una sonrisa. Dicen
“gracias” continuamente. Alzan las cejas. Separan las manos. Hacen el amago de
abrir los brazos. No cuchichean entre ellos en tu presencia. Te hacen
partícipe, así de pronto, de una anécdota, sobrevolando puntualmente un
lenguaje más coloquial que deja entrever toda una mullida pradera de confianza
y complicidad. Pacientes y calmos, nunca se descomponen ni tuercen el gesto. Su
rostro jamás se crispa. Te van acompañando, solícitos, hasta el mismo borde del
precipicio.
19 febrero 2019
18 febrero 2019
18 DE FEBRERO EFEMÉRIDES
18-02-1977:
Fecha de publicación del primer elepé de The Damned, “Damned, Damned, damned” (Stiff
records). The Damned, uno de los grupos
fundamentales (aunque injustamente infravalorados), de la primera hornada de la
escena punk inglesa, fue el primero de ellos en grabar, tanto single como elepé.
Su primer sencillo, “New rose/Help!”, producido también por el inconmensurable
Nick Lowe, ya había aparecido en octubre de 1976 en la misma independiente que
su posterior álbum, la emergente Stiff de Jake Riviera, con una tirada de mil
copias, adelantándose en una semana al lanzamiento por parte de la topoderosa
EMI del single debut de Sex Pistols, “Anarchy in the UK". Por si fuera
poco, fue el primer grupo netamente punk en participar en un festival que al
menos intentara consagrarse al género: el European Punk Rock Festival de Mon de
Marsan, celebrado en Francia el 21 de agosto de 1976, y organizado por el dueño
del imprescindible sello Skydog, Marc Zermatti. Se trataba de su quinto
concierto, y fueron los únicos punk porque los Sex Pistols se cayeron, al
parecer por sus exigencias contractuales, y los Clash también, por solidarizarse
con aquellos, cosa que harían más de una vez, como veremos. También fueron los primeros en girar por
Estados Unidos, actuando en 1977 en la sala CBGB’s de Nueva York. Hasta llegar
a ese punto, Rat Scabies y Brian James llevaban un largo camino recorrido desde
sus inicios en 1974 con The Masters of the Backside, grupo que contaba nada
menos que con Chrissie Hynde como cantante. En 1975, Malcolm McLaren (con la
idea de transformarlos en una especie de The New York Dolls locales) les
propuso directamente convertirse en el primer grupo punk de Gran Bretaña, algo
que no cuajó, entre otras razones por los reparos que puso su siempre cabal
cantante. Tras su ruptura, la pareja formada por Scabies y James lo intentaron
con los fugaces (solo dos conciertos y algún ensayo grabado) London SS, donde
coincidieron, entre otros, con Mick Jones. En marzo de 1976, a la tercera fue
la vencida, ambos se unieron al bajista Ray Burns (Captain Sensible) y al
cantante Dave Vanian para formar The Damned. En un principio, Sid Vicious se
iba a encargar de la voz, pero (afortunadamente) no se presentó a la prueba y
el puesto terminó siendo para Vanian, que por aquel entonces trabajaba de
enterrador y atendió un anuncio del grupo. Tras la primera oleada punk, y con
la escena aún en su apogeo, el grupo decidió, en contra de sus intereses
económicos inmediatos, romper una cómoda inercia sonora levantando el pie del
acelerador en un segundo elepé, “Music for pleasure”, aparecido ese mismo 1977
y producido sorprendentemente por Nick Manson, batería de Pink Floyd; en un año
en que los Sex Pistols lucían camisetas que rezaban: “I hate Pink Floyd”. The Damned
siempre ha sido una formación muy libre, sin miedo a los virajes sonoros,
compuesta por músicos de marcada personalidad y gustos dispares que se
complementaban para enriquecer el conjunto. No muy interesados, como banda, en
asuntos políticos ni reivindicativos, siempre han ido a lo suyo, desde luego:
Malcolm McLaren les expulsó de la histórica y desastrosa gira “Anarchy in the
UK Tour”, por acceder a tocar en Derby cuando el ayuntamiento de la ciudad
retiró el permiso a Sex Pistols por los, no menos históricos, incidentes acaecidos
tres días antes en el programa “Today” de Bill Grundy (The Heartbreakers y The
Clash, claro, sí mostraron su solidaridad con los Pistols, negándose a tocar). Vanian
pronto amplió el guion estético, apareciendo maquillado en escena y disfrazado
de vampiro, anunciando una escena gótica en la que ellos encontrarían posterior
acomodo.
“Damned, Damned,
Damned” es un disco furioso, divertido, enérgico. Más veloz que lo que hacían
Sex Pistols o The Clash. Menos calculado, más excéntrico. Un trabajo bien
producido, dada la coyuntura sonora, sin desperdicio. Cargado de poderosas
canciones, entre las que “New rose” y “Neat, neat, neat” han pasado a la historia con la vitola de himnos
punk.
La portada ya dice mucho acerca
de las pretensiones de este trabajo. Es una foto del grupo que transmite jolgorio,
desenfado; y que fue el resultado de una sesión organizada por el fotógrafo
Peter Kodick que transcurrió de forma espontánea y relajada, con guerra de
tartas incluida, ya que Peter y su equipo aparecieron el día de la sesión con
pasteles y buen humor. De todas formas, la mayor curiosidad de la portada fue el
lanzamiento de las dos mil primeras copias del disco, en su edición inglesa,
con la foto de Eddie & The Hot Rods en la contraportada, enérgica formación
de las etiquetadas como pub-rock que
mantenía en aquel momento cierta rivalidad escénica con los emergentes punkis.
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14 febrero 2019
14 DE FEBRERO EFEMÉRIDES
14-02-1972:
Fecha de publicación del cuarto elepé de Neil Young en solitario, “Harvest”
(Reprise), su trabajo más conocido (y vendido), y el que contiene su único
número uno, “Heart of gold” (una composición maravillosa a la que su autor llegó incluso a coger tirria). Además, “Harvest” es su octavo trabajo de
estudio, contando los tres de Buffalo Springfield y “Dèjà vu” de Crosby,
Stills, Nash & Young, de 1970. La gestación del álbum se produjo en un
período de inestabilidad personal para un Neil Young que siempre ha tenido su
lado introvertido y meditabundo; y que en aquel momento vivía envuelto en el vértigo
de las constantes giras. A esto hay que añadir los graves problemas de espalda,
arrastrados desde una polio padecida en la infancia, que le obligaron finalmente
a operarse; y su divorcio y el inicio de una nueva relación.
Algunos de los
temas los había ido tocando en su gira del año anterior, y otros se fueron
terminado sobre la marcha. Las primeras sesiones se realizaron en los
Quadrafonic Sound Studios de Nashville de Elliot Mazer, en febrero de 1971.
Elliot, aprovechando la visita de Neil a la ciudad para aparecer en el segundo
programa del Show de Johnny Cash, le propuso grabar en su estudio. Como Young
tenía buenas referencias suyas llegaron rápidamente a un acuerdo y decidieron grabar
esa misma noche. Para la sesión hubo de montarse una banda de urgencia, reunida
por Tim Drummond, formada por músicos que estuviesen disponibles en la ciudad un
sábado por la noche. Al grupo resultante Neil Young lo llamó Stray Gators, y
estaba compuesto inicialmente por Ben Keith (steel guitar),
Kenny Butrey (Batería), Tim Drummond (contrabajo), Teddy Irving (que tocó segunda
guitarra en “Heart of gold”) y John Harris (piano). De los temas grabados ese
fin de semana, “Heart of gold” y “Old man” formaron parte del disco,
convirtiéndose en sus temas más relevantes.
“There’s a world”
y “A man needs a maid”, se grabaron en marzo en Londres, y contaron con la inopinada
presencia de la London Symphony Orchestra. Ambos fueron producidos y arreglados
por Jack Nitszche. Tras aquella primera sesión de febrero, en abril volvieron a
Nashville para grabar “Out on the weekend” y “Harvest”. Y ya en septiembre,
todos los involucrados en las sesiones de Nashville se desplazaron al rancho de
Neil para grabar “Alabama”, “Are you ready for the country?” y “Words (between
the lines of age)”.
Como vemos, la
grabación fue discontinua, sin un planteamiento general de trabajo. No diría
fruto de la improvisación, pero sí que deja una impresión de ideas cogidas al
vuelo, de decisiones surgidas sobre la marcha. Todos los trabajos de Neil Young
son él mismo, con sus aciertos y errores; muy permeables siempre a su momento vital
y a las circunstancias personales que le rodean. Sus composiciones ruedan y
ruedan por su mente y su estado de ánimo antes de ver la luz. Por eso, “Harvest”
es el Neil Young cansado de dar tumbos, de no tener un rumbo claro; que
necesita pararse y respirar hondo, lanzar una mirada tranquila su alrededor.
Así las cosas, es un trabajo tan afilado como reflexivo. Un disco acústico, pero
más turbulento que plácido, levemente arrastrado, como desgastado, pausado,
neblinoso. Otra muestra del estilo personalísimo y perfectamente reconocible de
Neil Young transcurriendo por los caminos polvorientos y trillados del folk y
el country.
“Heart of gold”
cuenta con los coros de James Taylor y Linda Ronstadt (que también habían
acudido al mencionado programa de Johnny Cash), que repiten en “Old man”, con
Taylor tocando el banjo (este tema está inspirado en la figura de Louis Avila,
capataz de la finca Broken Arrow que Neil adquirió en 1970, siendo su lugar de
residencia a partir de entonces). En la animada “Are you ready for the country?”,
con sus derrapes de Steel, aparecen
las voces de David Crosby y Graham Nash, que también están en “Words (between
the lines of age)” y “Alabama”, temas que nos devuelven al Young más sinuoso, eléctrico
e intrincado. Lynyrd Skynyrd respondieron tanto a esta última como a “Southern
man”, cuyas letras criticaban muchas de las actitudes habitualmente cerriles y
racistas de los sureños, en su tema de 1974 “Sweet home Alabama”, aquí adaptada
por Siniestro Total como “Miña terra galega” en 1984). “The needle and the
damage done”, con Neil únicamente acompañado de su guitarra acústica, está extraída
de un concierto celebrado el 30 de enero de 1971 en la universidad de
California. En ella, se lamenta por la suerte de los adictos a la heroína,
pensando sobre todo en su amigo Danny Whitten, guitarrista de Crazy Horse, a
quien tuvo que expulsar del grupo por estar cada vez más consumido por el
caballo, y que falleció el mismo año de la publicación del disco.
Los dos temas
grabados en Londres, de revestimiento tan distinto al sonido general (y tan
poco valorados después), le resultaron pretenciosos incluso a Nitszche, una vez
analizado el resultado final. Young estuvo de acuerdo, pero no se planteó
dejarlos fuera. No fueron pocos los que le aconsejaron que los eliminara
directamente, pero unos comentarios positivos de Bob Dylan le convencieron para
mantenerlos. Aun reconociendo cierta grandilocuencia innecesaria, ambas (sobre
todo “A man needs a main”) acaban filtrándose, participando de esa cualidad
hipnótica del lirismo de Young.
Veinte años más tarde, Neil Young quiso retomar las sensaciones de este
histórico álbum publicando, a modo de continuación, “Harvest moon”. Un trabajo
de un cariz más crepuscular en el que repiten Linda Ronstadt, James Taylor y Jack
Nitzsche (otra vez haciendo arreglos de cuerda), y se recupera a los Stray Gators
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12 febrero 2019
PARAÍSO
Teniendo en cuenta lo que nos entretiene el sufrimiento ajeno
y lo que nos gusta autocompadecernos, no sé qué narices íbamos a hacer en el paraíso.
11 febrero 2019
11 DE FEBRERO EFEMÉRIDES
11-02-1935: Fecha de nacimiento
de Eugene Vincent Craddock (Gene Vincent), en Norfolk (Virginia). Se trata de un
excelente ejemplo de aquella primera generación que, partiendo del country, rasgaba ansiosamente sus
límites a lomos del rhythm and blues. Un tipo ávido, epatante y frenético en el
escenario, a pesar (o por la peculiaridad) de la cojera que padecía en la
pierna izquierda, fruto de un accidente de motocicleta en 1955, que casi provoca
su amputación por debajo de la rodilla. Nacido en el seno de una familia muy
modesta, el perfeccionamiento de su manejo
de la guitarra durante su convalecencia hospitalaria le abrió un nuevo abanico
de posibilidades. Todo fue muy deprisa: al recibir el alta, recorrió todas las
emisoras de radio de la zona mostrando sus interpretaciones country, hasta ser
descubierto por el locutor Tex Davis de la WCMS. La aparición de Elvis Presley
en escena y su éxito fulgurante lanzó a las discográficas a la búsqueda de
intérpretes que les permitieran sacar tajada del mercado que él había
transformado. Por eso, Capitol lo ficha tras escuchar una maqueta de su clásico
por excelencia, “Be-bop-a-lula”, una composición cuya calidad nunca superó. La
autoría del tema fue acreditada inicialmente al propio Vincent, y al mencionado
Davis (que se cobró sus gestiones quedándose con la mitad de los derechos). La
figura de Donald Graves es controvertida: conoció a Vincent durante su
convalecencia hospitalaria y, según unas fuentes , fue autor de la letra y, según
otras, del tema entero; pagando Gene por hacerse con su autoría. Tras un
primer intento por parte de la compañía de grabarla en el estudio de Owen
Bradley en Nashville con músicos de sesión acompañando al cantante, como era
habitual, se llegó a la conclusión de que no acertaban a recrear su atmósfera
original, por lo que se les sustituyó por The Blue Caps. El resultado fue
novedoso, moderno, seductor; con el uso del eco sobre una anhelante voz que
trata de refrenar su urgencia natural, la precisa contención de un ritmo ajustado
y ondulante de escobillas, propulsadas por un Dickie “Be bop” Harrell de tan
solo quince años, o el sonido acendrado y chispeante de la guitarra. El single “Be-bop-a-lula/Woman love”
(Capitol), publicado el 6 de junio de 1956, fue uno de los éxitos esenciales del año. Por
cierto, en el Reino Unido, futura fuente de reconocimiento para Gene Vincent, la
BBC prohibió la difusión de “Woman love” por considerarla demasiado indecente.
Los miembros de la banda de Elvis
Presley escucharon la canción por la radio mientras viajaban a California para
reunirse con su jefe. Estaban tan seguros de haber reconocido la voz, que al
encontrarse con Elvis le reprocharon que hubiese grabado a sus espaldas. El
cantante tuvo que convencerlos de que la voz pertenecía a un tipo llamado Gene
Vincent. No muchos días después, Vicent coincidió con Elvis en la estación de
Pensilvania, en Manhattan, este se acercó para saludarle y felicitarle por el
éxito de “Be-bop-a-lula”, y a Gene no se le ocurrió otra cosa que balbucir una
especie de disculpa, tratando de explicarle que no era su intención copiarle. Elvis
le tranquilizó diciendo que sabía que ese era su estilo natural. Gene Vincent and
His Blue Caps formaron parte del gran elenco que participó en la película de 1956
“The girl can’t help it”, enjundiosa comedia de enredo que observa con ingenio el naciente mundo del rock and roll. La interpretación en pantalla de “Be-bop-a-lula” fue
determinante para su rápido éxito internacional. Cuando el filme se estrenó en
Inglaterra, en el verano de 1957, fascinó a un John Lennon de 16 años. La
influencia de Vincent, (uno de los estandartes del rockabilly, sobre todo con discos como “Bluejean bop!” (1956), “Gene
Vincent and His Blue Caps” (1957) o “Gene Vicent rocks! And the blue caps roll”
(1957)), en la adolescencia de posteriores miembros de significativos grupos
británicos de los sesenta es patente, sin olvidar el ascendiente sobre muchos músicos
del sonido pulido y cortante de su guitarrista, Cliff Gallup (Jeff Beck le
homenajeó explícitamente en su disco de versiones de Gene Vincent de 1993,
“Crazy legs”). Asimismo, fue influencia significativa de un joven rocker adolescente más tarde conocido
como Bob Dylan, cuando este tocaba los teclados en una banda de su instituto,
The Shadows Blasters. A Bobby también le gustaba imitar sus palmadas cuando
actuó brevemente como pianista junto a The Shadows, la banda de Bobby Vee.
Demasiado temperamental para
soportar el penoso trajín de la promoción y las entrevistas con buena cara,
difícil de moldear, fue víctima del viraje del mercado hacia sucedáneos de rock
and roll más pulcros y asimilables. Tras el decaimiento de su fama en Estados
Unidos se refugió en Inglaterra, donde sus discos eran adorados. Allí su
representante, Jack Good, explotó su imagen afilada de peligroso roquero embutiéndole
en cuero negro y exagerando la fama que le precedía (al igual que a sus Blue
Caps) de bebedor pendenciero y destructor de habitaciones de hotel. El 17 de
marzo de 1960 se presentó junto a Eddie Cochran en el Teatro Empire de
Liverpool. Debido al éxito de este concierto, Vicent (a pesar del accidente de
tráfico de1 17 de abril en Londres, en el que Cochran perdió la vida, y
que a él le dejó múltiples lesiones, empeorando ostensiblemente su herida en la
pierna) actuó el 3 de mayo del mismo año en el Liverpool Stadium, esta vez
teloneado por grupos locales. Gene Vincent, muleta en ristre, aceptó cumplir su
compromiso, que serviría como homenaje a su amigo fallecido. Los futuros Beatles, que andaban
por allí, pero no tuvieron la fortuna de subir aquel día al escenario,
versionaron habitualmente en sus primeros años la relectura de Vicent del
estándar jazzístico “Ain’t she sweet?” o su “Be-bop-a-lula”, con John cantando
y también imitando los movimientos escénicos del cojo Gene en alguna ocasión.
Dueño de una discografía errática, abandonó Capitol y se fue al sello Columbia
en 1963. Para 1964 el alcohol y el dolor habían destrozado una vida familiar
carne de tabloide. Tras una nueva operación, se mantuvo alejado de los
escenarios hasta 1969, año a partir del cual volvió a actuar sobre todo en
escenarios europeos, muy lejos de la primera fila, mientras se aferraba a la
seguridad del material country que grababa en EEUU. El 12 de octubre de 1971
falleció a causa de una úlcera sangrante en New Hall (California). Tenía solo
treinta y seis años de edad, pero parecía haber recorrido un camino muy largo. La
magnífica “Sweet Gene Vincent”, del primer elepé de Ian Dury en solitario, lo
recuerda con sumo cariño.
07 febrero 2019
7 DE FEBRERO EFEMÉRIDES
07-02-1934:
Fecha de nacimiento en Forth Worth (Texas) de Curtis Ousley, más conocido como
King Curtis, el otro gran saxo solista del soul junto a Junior Walker. Muy influido
en un primer momento por Louis Jordan, comenzó a tocar el instrumento a los doce
años, cuando recibió uno por su cumpleaños. Ya en el instituto pasó al tenor y
después al barítono, dirigiendo su propio grupo y asimilando otras influencias
como la de Lester Young, Dexter Gordon o Red Connor. Abandonó Forth Worth y una
beca para estudiar música subiéndose, con el mismo carácter con el que tocaba, al tren en marcha de un Lionel Hampton de gira
con su banda, que le ofreció la oportunidad de unirse a una de las más
prestigiosas orquestas de jazz del momento. De ahí a Nueva York, su destino
definitivo, encauzando su carrera a través de su labor como músico de sesión del
emergente y fundamental sello Atlantic. Un músico todoterreno, de soplido
poderoso, seguro y dúctil, al que alguien incluso consiguió contratar para que
tocara en aquel solitario single doo-wop
de The Jades de 1958 (el grupo que formó un adolescente Lou Reed). Son muchos
los hitos de su carrera: En 1956 supervisó la grabación del éxito de Mickey and
Sylvia “Love is strange” (Groove). Formó parte de The Coasters, y su fraseo en “Yakety
Yak” (primer nº1 en las listas pop de Atlantic), publicada en 1958, fue
arquetípico del estilo que desarrolló, creando una escuela que con el tiempo
han seguido músicos como Maceo Parker, Clarence Clemons o Michael Brecker. Su
saxo bulle en el fabuloso directo de Sam Cooke “Live at Harlem square club 1963”
(RCA). Jimi Hendrix tocó y grabó con su banda (The All Stars) durante seis
meses, hasta entrado 1966 (se dice que tocando con él Jimi usó por primera vez en público
un pedal fuzz). Cuando Aretha
Franklin fichó por Atlantic, en 1967, ayudó a Jerry Wexler a montar en Nueva
York un grupo de sesión que reuniese las características de los músicos del
soul sureño y supieran recrear el ambiente de estudios como Muscle Shoals de Alabama,
ya que Aretha prefería trabajar en Nueva York. Son muchas sus composiciones propias
destacables como “Soul serenade” o el estimulante instrumental “Memphis soul stew” de 1967; además de interesantes apropiaciones de temas ajenos como “By
the time I get to Phoenix” o “Hey Joe”, tan popularizada por su antiguo
guitarrista. En 1969 descubrió y apadrinó a Donny Hathaway, el de la extraordinaria “The Guetto”.
Muchas luminarias del mundo del rock colaboraron con él: Duane Allman en su
disco de 1969 “Instant groove” y Eric Clapton, quien recuerda admirado lo rápido
y claro que lo ponía todo, en el tema “Teasin’”, del elepé “Get ready”, un año
más tarde. El año de su muerte, 1971, participó en el disco “Imagine” de John
Lennon, tocando en los temas “I don’t wanna be a soldier” y “I t’s so hard”. No
pudo ver el disco publicado. Murió el 13 de agosto, asesinado en Nueva York, apuñalado
a la entrada de su casa cuando se enfrentó a un par de tipos que se estaban
drogando allí. Antes de morir, Curtis consiguió arrebatar el arma a su agresor y
devolver alguna puñalada, pero este consiguió huir. Falleció una hora después
en el hospital, cuando estaba en lo más alto de una trabajada carrera
caracterizada por la versatilidad y el impulso renovador, siendo sin duda el
saxofonista de referencia para grabaciones de rock, rhythm and blues y funk; meses después de aquellos míticos
conciertos de marzo de 1971 en que su orquesta (una de las mejores del momento)
acompañó a Aretha Franklin en el Fillmore de San Francisco. En un entierro
multitudinario muchos amigos lo despidieron, y Aretha cantó “Soul serenade”,
aquel tema que escribió junto a Luther Dixon, publicado en su álbum homónimo de
1964, y que ella misma versionó en 1967.
07-02-1964: Primera visita de The
Beatles a EE.UU. Al aterrizar el vuelo 101 de la
Pan Am, en el aeropuerto JFK les esperaban cinco mil seguidores y unos
doscientos periodistas. La prensa (que parecía de la generación anterior) los
recibió con preguntas banales sobre su pelo largo y su forma de hablar, o
poniendo en duda su talento. Ellos, por su parte, contestaron con naturalidad,
humor y descaro, sin perder la amabilidad ni dejarse intimidar en ningún
momento. Cuando les preguntaron qué querían conocer de Estados Unidos, Paul
McCartney respondió que a Muddy Waters y Bo Diddley. Un reportero resumió el
tremendo desconocimiento general: confundido por el nombre de Muddy Waters
(aguas cenagosas), preguntó dónde estaba aquel lugar. Paul no se mordió la
lengua y preguntó (casi afirmó) "¿Ustedes no conocen a su propia gente
relevante?”. Por cierto, en la expedición, junto a asistentes, relaciones
públicas y representantes, también les acompañaba Phil Spector, que no
desaprovechó la ocasión del vendaval publicitario que eso suponía. Según escribió
Tom Wolfe en el New York Herald Tribune, The Beatles, a su llegada a Nueva
York, abandonaron el aeropuerto cada uno en una limusina Cadillac, y Brian
Epstein, su representante, tuvo que llamar a un taxi. Por el camino, a lo mejor
vieron algunos de los cinco millones de carteles con la leyenda “¡Vienen Los
Beatles!” con que el sello Capitol había empapelado medio país. Tras el exitazo
de su quinto single “I want to
hold your hand/This boy” (Parlophone), su primer nº1 en EEUU, que a esas
alturas ya rondaría los dos millones de copias vendidas (un millón por anticipado);
los lanzamientos discográficos oportunistas tropezaban entre sí y ya se vendían
todo tipo de mercaderías y recuerdos del cariz más insospechado relacionados
con el grupo: pelucas, zapatillas, sales de baño, etc. Ringo resumió la agitación general: “Así que esto es Estados Unidos, pues
parece que están todos locos”. A su llegada al Hotel Plaza, más fans esperaban,
contenidos por una barrera policial y agentes a caballo. Por si fuera poco, también
les aguardaban más de cien mil cartas. Esa noche pasó por la suite presidencial
del hotel un nutrido grupo de invitados deseosos de saludar a la gran sensación
británica, entre los que destacaron unas inesperadas The Ronettes o la hermana
de George, Louise, que vivía en Illinois. Incluso Elvis Presley les mandó un
telegrama desde Memphis dándoles la bienvenida. Al día siguiente pasearon en
olor de multitud por Central Park y tuvieron la ocasión de comprobar, en una
vuelta por Harlem, el lúgubre envés del sueño americano cuando lo que querían
era percibir el denso palpitar de la música negra en aquellas calles. Con la policía
a caballo abriéndoles camino entre las fans que asaltaban las limusinas, probaron
sonido para el programa de Ed Sullivan en los estudios de la CBS en la calle 53
oeste. En las pruebas de luces, Neil Aspinall, asistente, hombre de confianza del
grupo y futuro director de Apple Corporation, sustituyó a George, aquejado de
dolor de garganta. El grupo pidió escuchar una grabación del ensayo, hecho que
sorprendió al personal del estudio: era la primera que alguien les pedía eso. Al
día siguiente, tocaron en directo en el programa “All my loving”, “Till there was you” y “She loves you”. La audiencia alcanzó los setenta y tres millones
(alrededor del 40% de la población). Esa fue la gran puerta de entrada de ese
punto de inflexión definitivo en la manera de entender la música que fue la
conocida como British invasion: aquella
oleada de grupos ingleses que devolvieron a los estadounidenses su propia
música, envuelta en un excitante halo de autosuficiencia, modernidad y energía.
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04 febrero 2019
4 DE FEBRERO EFEMÉRIDES
04-02-1977:
Fecha de publicación del elepé “Rumours” de Fleetwood Mac. Se grabó en diversos
estudios, como los míticos Sound City de Van Nuys, en Los Angeles, o Record
Plant, en Sausalito, producido por Ken Caillat, Richard Dashut y la propia
banda. Con el tiempo se ha convertido en el sexto álbum más vendido de todos
los tiempos (lleva despachadas más de 40 millones de copias). Superada su etapa
londinense, determinada por el blues que
les vio nacer (entre 1968 y 1974), Fleetwood Mac se transformó, sobre todo a
raíz de este disco, en imán de todas las etiquetas que giraban alrededor de un mismo concepto: el rock comedido y de tinte comercial. Así, se convirtieron en epítome
máximo del soft-rock, el rock de FM o el AOR (Adult Oriented Rock), de
tantísimo predicamento en Estados Unidos. Todo cambió para la banda británica
tras establecerse en California y tomar otro rumbo estilístico, gracias a la aportación de
dos nuevos miembros que formaban
entonces pareja artística y sentimental, Lindsey Buckingham y Stevie Nicks, que
junto a Christine McVie (cuyo peso compositivo no dejó de crecer desde su
incorporación en 1971) conformaron el núcleo creativo de una nueva etapa dorada,
inaugurada con el que era ya su décimo trabajo de estudio, “Fleetwood Mac”,
publicado en 1975. Dentro del quinteto, las dos parejas que formaban parte de
él saltaron por los aires en unas sesiones cargadas de reproches, debidamente documentados
en las propias composiciones, y cocaína. El número de enero de 2013 de la
revista británica Mojo contenía un jugoso CD en el que luminarias del momento
en la escena alternativa versionaban temas de “Rumours”, destacando Julia
Holter con “Gold dust woman” (también versionada por Hole en 1996) o Liars y su
“The chain”. El elepé ya había sido objeto de un disco homenaje en 1998, con
personal más comercial, incluido Elton John haciendo la eternamente optimista “Don’t stop”, tema de McVie que ya utilizó Bill Clinton en una de sus campañas electorales.
Por su parte, Yo La Tengo versionaron en su día “Dreams”, el mismo tema elegido nada
menos que por The Kills en un disco homenaje al grupo de 2012. Por estos lares
destaca la versión de una banda tan solvente como Morgan de “The Chain”. “Rumours”,
en definitiva, es pop inspirado y suntuoso,
rock tan amigable como grandilocuente. Ofrece sedoso intimismo, retazos de folk
desbastado, solos medidos, energía cribada, estribillos coreables e intensos; y una producción acendrada, de aquilatados arreglos, ajena a todo lo que se cocía
por la época. Un disco cuyo calado y calidad le han permitido envejecer mucho
mejor que la mayoría de trabajos cercanos estilísticamente.
04-02-1980:
Fecha de publicación del quinto elepé de Los Ramones, “End of the Century” (Sire
Records). Esta grabación supuso el inopinado encuentro entre la combustión
espontánea de los cafres de Queens con alguien tan neuróticamente
perfeccionista como Phil Spector. La oportunidad se concretó cuando el afamado
productor apareció por el rodaje de la película “Rock and roll high school” de
Allan Arkush, donde Los Ramones se interpretaban a sí mismos, y volvió a
proponerles grabar con él. Esta vez sí valoraron la opción de trabajar con el
responsable de muchas de sus canciones favoritas (Spector les propuso producir
“Rocket to Russia” en 1977, pero ellos desconfiaron y prefirieron seguir con el trabajo de su
batería, Tommy Ramone, y Ed Stasium); es más, a esas alturas lo consideraron el
último recurso para subirse de una vez al tren del éxito, sobre todo en su país.
Aunque los miembros del grupo afrontaron este disco con distinta predisposición,
finalmente todos acabaron hartos de él, a pesar de que Stasium estuvo por allí
para hacer de puente entre los implicados. Dee Dee y Johnny (cuyo padre
falleció a los pocos días de iniciadas las sesiones), sobre todo, no soportaban
su para ellos enfermiza meticulosidad, su carácter imprevisible y su acentuado
alcoholismo, sin olvidar que Phil se pasaba las sesiones de grabación puesto de
coca y armado con sus cuatro pistolas (dos en las botas y otras dos en las
sobaqueras). Joey, más permeable a sus propuestas, y Marky (que bebía con él
casi todas las noches) se lo tomaban con más calma. El reticente Johnny, cada
vez más decepcionado con las circunstancias que rodeaban el disco, abandonó el
estudio después de que Spector lo tuviera varias horas tocando el principio de
“Rock and roll high school”; algo insoportable para alguien que lo resolvía
casi todo en las primeras tomas. La grabación se efectuó en cinco estudios de
Los Angeles, y costó 200.000 dólares, resultando la más cara de su carrera. La
promoción estuvo a la altura de unas expectativas que no se cumplieron, ya que
lo más alto que llego el disco en las
listas de EEUU fue al puesto 44. Hubo intentos, incluso en lo relativo a la
imagen, de romper su techo de ventas, alcanzando esas apetitosas vetas de
público adolescente de consumo rápido. En la portada, por ejemplo, con foto de
Mick Rock, aparecen con camisetas de diversos colores. Eso recuerdo que no me
llamó especialmente la atención en su día, supongo que porque mostraban los
mismos caretos de siempre. Pero para Johnny fue algo significativo, que incluso
deterioró la personalidad del grupo. Les dijeron que no sonaban en la radio por
las chaquetas de cuero y cedieron. Johnny accedió de mala gana a posar para esa
sesión, pero lo que no esperaba es que finalmente se usase para la portada (la
foto con las chupas se dejó para el interior). A la hora de decidir, perdió la
votación dos a uno frente a Dee Dee y Joey (Marky aún no tenía voto).
Sea como fuere, era un álbum distinto a los demás desde su concepción, ya que fue el primero que compusieron exprofeso. Phil Spector empastó con éxito en el sonido de la banda guitarras acústicas, violín, pianos y metales, instrumentos hasta entonces completamente ajenos al grupo. Los Ramones, para lamento de Johnny, versionaron el “Baby I love you” de The Ronettes. El guitarrista señaló, obsesionado como estaba por colocar un single en listas, que hacer una versión de Phil Spector fue idea suya, pero sostiene que el productor impuso esa versión en concreto, y que ignoró completamente la esencia de la banda, llevando una orquesta al estudio que los sustituyera y centrándose en Joey (no hay que olvidar que Phil llegó a proyectar hacer un disco en solitario con el cantante). Así las cosas, ningún miembro del grupo tocó en esa canción. “End of the century” contiene temas de pura estirpe ramoniana; no resta vitalidad y suma a la propuesta una mayor variedad de tempos y texturas: más sentido melódico, cierto intimismo, colorido y recursos sonoros (“Do you remember rock and roll radio?” es para muchos la cumbre de Los Ramones). Un buen disco, en definitiva, que aporta más que quita, aunque el grupo lo consideraba el peor de su carrera; sobre todo por no verse reflejados en él. Lo cierto es que, a partir de este relativo traspié, llegaron a la conclusión de que su tiempo había pasado y nunca obtendrían un reconocimiento masivo. Así pues, decidieron tirar para adelante a base de guitarras y kilómetros; centrarse en el trabajo sin complicarse mucho más la vida.
Sea como fuere, era un álbum distinto a los demás desde su concepción, ya que fue el primero que compusieron exprofeso. Phil Spector empastó con éxito en el sonido de la banda guitarras acústicas, violín, pianos y metales, instrumentos hasta entonces completamente ajenos al grupo. Los Ramones, para lamento de Johnny, versionaron el “Baby I love you” de The Ronettes. El guitarrista señaló, obsesionado como estaba por colocar un single en listas, que hacer una versión de Phil Spector fue idea suya, pero sostiene que el productor impuso esa versión en concreto, y que ignoró completamente la esencia de la banda, llevando una orquesta al estudio que los sustituyera y centrándose en Joey (no hay que olvidar que Phil llegó a proyectar hacer un disco en solitario con el cantante). Así las cosas, ningún miembro del grupo tocó en esa canción. “End of the century” contiene temas de pura estirpe ramoniana; no resta vitalidad y suma a la propuesta una mayor variedad de tempos y texturas: más sentido melódico, cierto intimismo, colorido y recursos sonoros (“Do you remember rock and roll radio?” es para muchos la cumbre de Los Ramones). Un buen disco, en definitiva, que aporta más que quita, aunque el grupo lo consideraba el peor de su carrera; sobre todo por no verse reflejados en él. Lo cierto es que, a partir de este relativo traspié, llegaron a la conclusión de que su tiempo había pasado y nunca obtendrían un reconocimiento masivo. Así pues, decidieron tirar para adelante a base de guitarras y kilómetros; centrarse en el trabajo sin complicarse mucho más la vida.
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01 febrero 2019
ESPAÑA
España es, desde hace demasiado tiempo, ese avanzar con una vela en
la mano mientras se sopla la del vecino.
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