Estimados psicocamaleones:
El tabaco, ese controvertido, ingenioso y combustible producto, está, como todos los vicios, íntimamente unido a la música pop y rock (sólo tienes que oler tu ropa al volver de un concierto, por no mencionar esos mecheros encendidos brazo el alto… Dios, me duele recordarlo). Aunque el uso de otro tipo de drogas haya tenido un impacto más truculento, el cigarrillo siempre ha estado ahí. Si miramos en dirección a un escenario lo veremos: un cenicero alto delante de Lou Reed, Keith y Ron de los Stones fumando como carreteros sujetando sus cigarros entre los dientes, mirando burlones al saltarín Jagger, tan sano. Un cenicero repleto sobre un piano, bueno, sobre el piano del Tom Waits de “Closing Time”, o aprisionado entre las cuerdas de un bajo o una guitarra. Javier Corcobado fumando ensimismado entre canción y canción. Josele Santiago haciéndolo entre golpe y golpe de tos. Un cigarro que surge de un puño que agarra un micrófono (Nick Cave interpretando enérgicamente “Deanna”). Lee Brilleaux sudoroso, armónica y cigarrillo en ristre; el cigarrito de Django Reinhardt, y Javier Krahe, claro (“Gracias, tabaco”). Aún recuerdo una actuación de Radio Futura, creo que en el Festival de Benidorm de 1.983, interpretando “Interferencias”, con Enrique Sierra fumándose un habano exagerado mientras tocaba. En aquella época su gracia era el contraste que ofrecía: un tipo con una cresta, en la efervescencia de la modernidad, haciendo algo tan castizo como fumarse un puro. Ahora sería una auténtica provocación de tintes dramáticos.
Y las portadas, ¿qué? Esas poses tabaquiles tan estudiadas: Paul Simonon en la de “Combat Rock” de The Clash con el cigarro tras la oreja, o el pitillo en la comisura de los labios de Nina Hagen en la de su primer álbum. De ahí también le cuelga al bueno de Roy Loney en la carpeta de “Teenage Head” de los Flaming Groovies. En la portada de “Green Mind” de Dinosaur Jr aparece una niña con un cigarro en la boca, y todo eso en plena vorágine de la lucha anti-tabaco en Estados Unidos, allá por 1.991. Sally Grossman, hierática y seductora, sostiene un pitillo en la de “Bringing It All Back Home” de Bob Dylan, era 1.965. En “Scary Monster” la mano de Bowie hace sombras sosteniendo un cigarro. ¿Llevará tabaco Joe Jackson en la portada de “I´m the Man”? por lo menos encendedores sí. El adusto Leonard Cohen no sólo gusta de aparecer comiendo plátanos en las portadas, en “Live Songs” tiraba de purito; y Nick Lowe, de un perfil que recuerda a Kiko Veneno, enciende un cigarrillo en “Party Of One”. Y, estando donde estamos, no podría faltar el noveno arte: la portada del mítico “Cheap Thrills” de Big Brother & The Holding Company, a cargo de Robert Crumb con su tortuga fumadora; Alfreda Lenge pinta a su esposo, Robert Wyatt, fumando plácidamente mientras escucha música en la portada de “Dondestan”; en las siluetas de Federico del Barrio para el elepé “En El Lado Oscuro” de Alarma!!!, el perfil resalta tupé y cigarrillo; o las portadas de Nazario para el primer y tercer elepé de Dogo y Los Mercenarios: deseo, vicio y… cigarrillos.
Por Favor, ¿me da fuego?...
Aparecido durante marzo de 2.006 en el portal de humor y cómic "Irreverendos".
31 marzo 2006
28 marzo 2006
"LA CHUPA" (Relato Breve)
La chupa era tersa, brillante, esbelta; merecedora sin duda de pasear sola por la calle sin necesidad de ajustarse a ningún cuerpo; volátil, libre, animosa y emprendedora. Eso me vino a decir Ana cuando la colgué por primera vez en el armario: "así está más bonita".
Yo también lo creía en el fondo. Cuando me enamoré de ella la portaba alguien que sí la merecía, alguien cuyo cuerpo tenía el mérito de no perturbar su belleza. Aquel fue nuestro primer encuentro cara a cara, allí se produjo el viento fugaz del flechazo mientras los focos del escaparate provocaban el resplandor de sus cremalleras. La atracción, sin embargo, había nacido tiempo atrás, cuando la veía por todas partes con delicadas figuras femeninas o espigadas y taciturnas presencias masculinas embutidas en ella.
La emoción que sentí en el momento que pagué por ella duró poco. Al colocármela, aparentando un acto sin importancia, rutinario, el lascivo olor de su cuero me impregnó de confort y seguridad en mí mismo; pero algo no cuadraba, al ir a introducir mis manos en los bolsillos, éstas penetraban a duras penas por el estrecho resquicio que el volumen de mi vientre dejaba libre. Al lograr meter los puños, la presión con que éstos castigaban la apretada cavidad, provocaba que sus formas se apreciaran nítidamente desde fuera, como dos inesperados salientes deformes de mi barriga. Siempre había soñado con hundir las manos en las calientes entrañas de aquella prenda, hasta hacerlas desaparecer de la vista de todos, tal y como vi tantas veces hacer.
Ana tenía razón: "la chupa, al estarte tan justa parece redondeada, pierde, pierde...". Sí, perdía, perdía toda su esbeltez innata, toda su fuerza orgullosa y soberbia, toda su presencia. "...pierde, y sobre todo pierdes tú, pareces más pequeño aún, parece que no tienes para comprarte algo que te quede bien, que te la han prestado, a ti te conviene...". Sí, ya, ya, a mí me convenía una generosa rebeca, o una amplia chaqueta, o...
A pesar de todo conseguí mantenerla junto a mí un par de inviernos, hasta que el desgaste empezó a corroer la tersura de su piel. Había perdido parte de su fulgor, pero eso la hacía parecer más interesante, más vivida; su belleza no se marchitó, simplemente cambió. Rostro ajado de urbana experiencia.
El adiós se cernía sobre nosotros, lo presentía. Ana lo dijo: "pruébate esta chaqueta, por lo menos la podías alternar con la chupa". Así hasta que un día desapareció del armario sin dejar rastro, Ana la había donado a no sé qué organización.
Pasado el tiempo, y resignado a las chaquetas de paño, una vez me crucé con ella por la calle; estaba gastada por la lluvia, roída, descolorida, pintarrajeada; pero algo en su inconfundible semblante la hacía parecer más joven, había recuperado su actitud desafiante y rebelde. Avanzaba rápido, cada vez más rápido, y no tardó en perderse corriendo por una maraña de callejones. La policía la perseguía, la gente la perseguía, yo la perseguía; hasta que una detonación que se me antojó lejana, perdida y ausente la clavó contra una pared, dejándola allí, despidiéndose con las mangas en cruz, y...tan esbelta.
Yo también lo creía en el fondo. Cuando me enamoré de ella la portaba alguien que sí la merecía, alguien cuyo cuerpo tenía el mérito de no perturbar su belleza. Aquel fue nuestro primer encuentro cara a cara, allí se produjo el viento fugaz del flechazo mientras los focos del escaparate provocaban el resplandor de sus cremalleras. La atracción, sin embargo, había nacido tiempo atrás, cuando la veía por todas partes con delicadas figuras femeninas o espigadas y taciturnas presencias masculinas embutidas en ella.
La emoción que sentí en el momento que pagué por ella duró poco. Al colocármela, aparentando un acto sin importancia, rutinario, el lascivo olor de su cuero me impregnó de confort y seguridad en mí mismo; pero algo no cuadraba, al ir a introducir mis manos en los bolsillos, éstas penetraban a duras penas por el estrecho resquicio que el volumen de mi vientre dejaba libre. Al lograr meter los puños, la presión con que éstos castigaban la apretada cavidad, provocaba que sus formas se apreciaran nítidamente desde fuera, como dos inesperados salientes deformes de mi barriga. Siempre había soñado con hundir las manos en las calientes entrañas de aquella prenda, hasta hacerlas desaparecer de la vista de todos, tal y como vi tantas veces hacer.
Ana tenía razón: "la chupa, al estarte tan justa parece redondeada, pierde, pierde...". Sí, perdía, perdía toda su esbeltez innata, toda su fuerza orgullosa y soberbia, toda su presencia. "...pierde, y sobre todo pierdes tú, pareces más pequeño aún, parece que no tienes para comprarte algo que te quede bien, que te la han prestado, a ti te conviene...". Sí, ya, ya, a mí me convenía una generosa rebeca, o una amplia chaqueta, o...
A pesar de todo conseguí mantenerla junto a mí un par de inviernos, hasta que el desgaste empezó a corroer la tersura de su piel. Había perdido parte de su fulgor, pero eso la hacía parecer más interesante, más vivida; su belleza no se marchitó, simplemente cambió. Rostro ajado de urbana experiencia.
El adiós se cernía sobre nosotros, lo presentía. Ana lo dijo: "pruébate esta chaqueta, por lo menos la podías alternar con la chupa". Así hasta que un día desapareció del armario sin dejar rastro, Ana la había donado a no sé qué organización.
Pasado el tiempo, y resignado a las chaquetas de paño, una vez me crucé con ella por la calle; estaba gastada por la lluvia, roída, descolorida, pintarrajeada; pero algo en su inconfundible semblante la hacía parecer más joven, había recuperado su actitud desafiante y rebelde. Avanzaba rápido, cada vez más rápido, y no tardó en perderse corriendo por una maraña de callejones. La policía la perseguía, la gente la perseguía, yo la perseguía; hasta que una detonación que se me antojó lejana, perdida y ausente la clavó contra una pared, dejándola allí, despidiéndose con las mangas en cruz, y...tan esbelta.
23 marzo 2006
A VECES PIENSO EN ZAMIATIN
El protagonista de “Nosotros” (1.924), de Yevgueni Zamiatin, vive un angustioso conflicto interior: por un lado le atrae la libertad, el terremoto psicológico que provoca el amor o el caos de percepciones de la naturaleza, y por otro elogia la perfección de los muros, las matemáticas, el lirismo de su armonía, denota angustia ante las x sin descifrar. Descubre temeroso la capacidad de intuición mientras persiste su obsesión de pertenecer al todo, de diluirse en su perfecto orden. ¿Hacia dónde se inclinará la balanza?
Tony Blair, después de lanzarse a invadir un país, se recicla en casa poniendo en marcha una ley denominada “Plan de Acción del Respeto”, o algo así, poniendo cámaras en las calles y creando policías vecinales, gente que con sus denuncias puede echar de su casa al vecino. No contento con eso, lo último que ha hecho es reconocer que pegaba a sus hijos: ya no hace falta que sonrías más Tony, te has acabado de descubrir. Siempre esas disyuntivas, libertad o seguridad; libertad u orden. En Francia amenazan con retirar ayudas a las familias que no eviten el absentismo escolar de sus hijos. ¿Se puede exigir a una familia con pocos recursos que reciclen basuras, que ahorren energía, que eduquen a sus hijos o su situación les exime?, ¿se pasa la responsabilidad al estado en el último caso? Resultado: quedan los niños (víctimas) en mitad, suspendidos en el olvido, germinando el miedo que proyectarán en el futuro. Porque, ¿si te sientes marginado puedes descuidar a tu familia? ¿si decides intentar iniciar una nueva vida en otro país, debes cumplir sus leyes o puedes traer las tuyas? Todo esto me plantea un aluvión de interrogantes y ninguna conclusión. Realmente soy un signo de interrogación con el punto apoyado sobre la pantalla, pensativo. Sería curioso indagar si la gente prefiere ceder una porción de libertad a cambio de seguridad, de paz. ¿Qué porción?, ¿a quién entregamos esa libertad sacrificada y qué gana con ello? Me parece evidente que la mayoría de la gente prefiere, ante esa disyuntiva, la seguridad. Mejor pasear por una calle observado por una cámara disuasoria que exponerse a un atraco, violación, etc. El miedo es el mejor elemento organizador social, como en Zamiatin, el uniformador ideológico, el paciente desactivador de la individualidad. La suma armonía matemática. ¿A eso vamos?. Todos tratan de uniformar, las autonomías flipan con una tele y una poli propia, lo demás ya vendrá. Los Liberales consagran la individualidad económica y empresarial de la gente, pero tienden a husmear en cuestiones morales con ese cristianismo generalmente de pacotilla que les sale por los poros, mezclándose con su colonia cara; por la izquierda, los partidarios de un estado protector consagran la libertad ideológica, de costumbres, pero limitan la económica. Pagar muchos impuestos obliga a participar de servicios estatales por ser difícil costearlos a nivel privado, a no ser que se sea rico, el rebaño vuelve a estar reunido. ¿Será el término medio la armonía matemática inalcanzable la x de ecuación? Hay gente que se deja instalar un chip en el brazo para demostrar que son clientes VIP de discotecas, y empresas que se los instalan a sus trabajadores, sintiéndose éstos vigilados. Cámaras para ver a tus hijos en la guardería, detectives privados para seguirlos cuando crecen, cámaras para vigilar a las niñeras, para escudriñar centros de trabajo, centros comerciales, bancos, semáforos. Anthony Blake (pronúnciese Ántoni Blaque), dice que nos vigilan en el teatro y pone cara de susto. El Circo del Susto, que diría mi amigo Alex Romero, ahí es dónde vivimos. Móviles que hacen fotos, móviles que graban. La información vuela casi tan rápido como el miedo. Más control, más orden, y gente que ofrece orden a cambio de un porcentaje de tu esencia. Mucho ruido y gente que vende más ruido, y así otra te vende silencio en las afueras… a precio de oro
Tony Blair, después de lanzarse a invadir un país, se recicla en casa poniendo en marcha una ley denominada “Plan de Acción del Respeto”, o algo así, poniendo cámaras en las calles y creando policías vecinales, gente que con sus denuncias puede echar de su casa al vecino. No contento con eso, lo último que ha hecho es reconocer que pegaba a sus hijos: ya no hace falta que sonrías más Tony, te has acabado de descubrir. Siempre esas disyuntivas, libertad o seguridad; libertad u orden. En Francia amenazan con retirar ayudas a las familias que no eviten el absentismo escolar de sus hijos. ¿Se puede exigir a una familia con pocos recursos que reciclen basuras, que ahorren energía, que eduquen a sus hijos o su situación les exime?, ¿se pasa la responsabilidad al estado en el último caso? Resultado: quedan los niños (víctimas) en mitad, suspendidos en el olvido, germinando el miedo que proyectarán en el futuro. Porque, ¿si te sientes marginado puedes descuidar a tu familia? ¿si decides intentar iniciar una nueva vida en otro país, debes cumplir sus leyes o puedes traer las tuyas? Todo esto me plantea un aluvión de interrogantes y ninguna conclusión. Realmente soy un signo de interrogación con el punto apoyado sobre la pantalla, pensativo. Sería curioso indagar si la gente prefiere ceder una porción de libertad a cambio de seguridad, de paz. ¿Qué porción?, ¿a quién entregamos esa libertad sacrificada y qué gana con ello? Me parece evidente que la mayoría de la gente prefiere, ante esa disyuntiva, la seguridad. Mejor pasear por una calle observado por una cámara disuasoria que exponerse a un atraco, violación, etc. El miedo es el mejor elemento organizador social, como en Zamiatin, el uniformador ideológico, el paciente desactivador de la individualidad. La suma armonía matemática. ¿A eso vamos?. Todos tratan de uniformar, las autonomías flipan con una tele y una poli propia, lo demás ya vendrá. Los Liberales consagran la individualidad económica y empresarial de la gente, pero tienden a husmear en cuestiones morales con ese cristianismo generalmente de pacotilla que les sale por los poros, mezclándose con su colonia cara; por la izquierda, los partidarios de un estado protector consagran la libertad ideológica, de costumbres, pero limitan la económica. Pagar muchos impuestos obliga a participar de servicios estatales por ser difícil costearlos a nivel privado, a no ser que se sea rico, el rebaño vuelve a estar reunido. ¿Será el término medio la armonía matemática inalcanzable la x de ecuación? Hay gente que se deja instalar un chip en el brazo para demostrar que son clientes VIP de discotecas, y empresas que se los instalan a sus trabajadores, sintiéndose éstos vigilados. Cámaras para ver a tus hijos en la guardería, detectives privados para seguirlos cuando crecen, cámaras para vigilar a las niñeras, para escudriñar centros de trabajo, centros comerciales, bancos, semáforos. Anthony Blake (pronúnciese Ántoni Blaque), dice que nos vigilan en el teatro y pone cara de susto. El Circo del Susto, que diría mi amigo Alex Romero, ahí es dónde vivimos. Móviles que hacen fotos, móviles que graban. La información vuela casi tan rápido como el miedo. Más control, más orden, y gente que ofrece orden a cambio de un porcentaje de tu esencia. Mucho ruido y gente que vende más ruido, y así otra te vende silencio en las afueras… a precio de oro
21 marzo 2006
SORKUN “Duna” (Metak, 2.005)
Dulce penumbra
Segundo trabajo de Sorkun, habitual colaboradora en discos y giras de Fermín Muguruza. Fondo electrónico y latido rock para canciones con pulpa, bien trabadas instrumentalmente, intensas y un punto oscuras; que enriquecen sobremanera el registro musical y expresivo de su autora. Una magnífica cantante poseedora de una voz de fulgor libre, limpia de impostaciones y tics, carismática y natural para el desgarro y la sutilidad. Desarrolla un repertorio que funde lirismo y dramatismo, que se expande con delicadeza y atención al matiz pero que sabe ser cortante, apelando a la rotundidad de las guitarras en la aceleración de “Non Zaude???” y “Nosferatu”. Hay composiciones adensadas con incisivo wah-wah y aires funk blaxploitation, o momentos estelares como el acento nocturno y blues de “Autolesioa” (todas inundadas por la persistente presencia de saxo barítono). Junto a ellas destacan una sentida interpretación acústica del “Lurra” de su anterior trabajo, y la memorable recreación del clásico soul “Rescue Me” sobre un colchón de programaciones y guitarras brasileñas.
Publicado en el nº227 de la revista Ruta 66
Segundo trabajo de Sorkun, habitual colaboradora en discos y giras de Fermín Muguruza. Fondo electrónico y latido rock para canciones con pulpa, bien trabadas instrumentalmente, intensas y un punto oscuras; que enriquecen sobremanera el registro musical y expresivo de su autora. Una magnífica cantante poseedora de una voz de fulgor libre, limpia de impostaciones y tics, carismática y natural para el desgarro y la sutilidad. Desarrolla un repertorio que funde lirismo y dramatismo, que se expande con delicadeza y atención al matiz pero que sabe ser cortante, apelando a la rotundidad de las guitarras en la aceleración de “Non Zaude???” y “Nosferatu”. Hay composiciones adensadas con incisivo wah-wah y aires funk blaxploitation, o momentos estelares como el acento nocturno y blues de “Autolesioa” (todas inundadas por la persistente presencia de saxo barítono). Junto a ellas destacan una sentida interpretación acústica del “Lurra” de su anterior trabajo, y la memorable recreación del clásico soul “Rescue Me” sobre un colchón de programaciones y guitarras brasileñas.
Publicado en el nº227 de la revista Ruta 66
17 marzo 2006
CAT POWER “Greatest” (Matador-Everlasting, 2.006)
Llevándote hasta las profundidades.
Chan Marshall permanece enigmática, hipnótica, dolorosamente evocadora pero menos frágil, más expresiva. Esta vez la música se extiende, sosegada y seductora, por entre unas composiciones maduras que se enriquecen y dejan llevar por el magnetismo instrumental nacido del detalle y el diálogo fluido. Se trata de esos acompañamientos que envuelven sin tapar, y arropan sin vestir, una desnudez que pervive rodeada de un halo humeante y el novedoso sabor de la música negra. El nuevo disco es más accesible y acabado; su autora deja atrás definitivamente los tiempos de las composiciones desvaídas y el deje indie, perdiendo en el camino algo de su peculiar asilvestramiento y crudeza. Grabado en los estudios Ardent de Memphis, rodeada de míticos gregarios del soul sureño, nos deja magníficas canciones con hondura que aún consiguen mirar directamente al oyente: desde baladas acariciadoras y sofisticadas como “Greatest” y su violín “Moon River”, hasta el blues de la espartana “Hate”.
Reseña publicada en el nº26 del Periódico Diagonal de Madrid
http://www.diagonalperiodico.net
Chan Marshall permanece enigmática, hipnótica, dolorosamente evocadora pero menos frágil, más expresiva. Esta vez la música se extiende, sosegada y seductora, por entre unas composiciones maduras que se enriquecen y dejan llevar por el magnetismo instrumental nacido del detalle y el diálogo fluido. Se trata de esos acompañamientos que envuelven sin tapar, y arropan sin vestir, una desnudez que pervive rodeada de un halo humeante y el novedoso sabor de la música negra. El nuevo disco es más accesible y acabado; su autora deja atrás definitivamente los tiempos de las composiciones desvaídas y el deje indie, perdiendo en el camino algo de su peculiar asilvestramiento y crudeza. Grabado en los estudios Ardent de Memphis, rodeada de míticos gregarios del soul sureño, nos deja magníficas canciones con hondura que aún consiguen mirar directamente al oyente: desde baladas acariciadoras y sofisticadas como “Greatest” y su violín “Moon River”, hasta el blues de la espartana “Hate”.
Reseña publicada en el nº26 del Periódico Diagonal de Madrid
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13 marzo 2006
JOSELE SANTIAGO EN DIRECTO
SALA PLANTA BAJA, GRANADA
25 DE FEBRERO DE 2.006
Un feliz encuentro, el autor de la mayoría de los mejores temas de rock compuestos por aquí en los últimos veinte años y un guitarrista expresivo, incisivo y audaz, cuyo estilo no hace más que ensancharse y crecer. La irregularidad y el equilibrio unidos para sacar partido de su punto en común: el instinto. Josele con cara de recién levantado y Pablo Novoa elegante y atildado: un equipo perfectamente compenetrado, sobre todo porque transmiten el placer que les produce recorrer juntos esos escenarios de Dios. El madrileño con acústica y el vigués tirando de eléctricas. Santiago se mostró en forma, con buena voz e intensas interpretaciones. El gallego, por su parte, más que tocar parecía desentrañar sonidos, auscultaba las posibilidades de su instrumento vibrato en ristre; indagando entre sus cuerdas con artesanal paciencia y pulcritud, con una digitación perfecta a la vez que arrebatada, que acompañaba, reforzaba o provocaba efectivos y, a veces, radicales contrastes con los sonidos de la acústica, generando así un colorido subterráneo, un vigor que elevaba las canciones. El acompañamiento preciso para olvidarte de las limitaciones del formato reducido. Los músicos dialogaron con fluidez, intercambiando fraseos y protagonismo, percutiendo, dibujando con pulso firme y dúctil la esencia, y subrayando el relieve de un repertorio que, pasado el tiempo, muestra aún su frescura y peculiar encanto. De Los Enemigos se recuperan en la parte central temas que ya venía tocando con toda la banda: el blues “Qué Bien Me Lo Paso”, y “An-Tonio”. “Con Las Manos Vacías”, la versión de Chavela Vargas, quedó más natural y asumida que en disco y anteriores directos. También destacó su recreación de la versión española de “Being Green” de la rana Gustavo/Kermit; y la cosa fue tomando temperatura con “Serrín”, “Mi Prima y Sus Pinceles” y “Olé Papa”, intensísimas con riffs, punteos y solos imaginativos que alcanzaron el punto justo de cocción en la última, con su furibundo duelo final de guitarras. Tras esa hora inicial los bises se abrieron con una inevitable (y celebrada por el agradecido público que llenaba la sala) interpretación en solitario de Josele de “Desde el Jergón”, seguida por una “La Otra Orilla” arrastrada hacia la frontera por la slide de Novoa; y el estreno de un tema nuevo con aire swing que promete, “El Baile de los Peces” (ensayada en el atasco que padecieron a la salida de Madrid). Como despedida dejaron sendas versiones de “Route 66”, ambos con eléctricas, y del “You´re Sixteen” de Johnny Burnette. Sigue así Josele.
Publicado en el nº 226 de la revista Ruta 66
25 DE FEBRERO DE 2.006
Un feliz encuentro, el autor de la mayoría de los mejores temas de rock compuestos por aquí en los últimos veinte años y un guitarrista expresivo, incisivo y audaz, cuyo estilo no hace más que ensancharse y crecer. La irregularidad y el equilibrio unidos para sacar partido de su punto en común: el instinto. Josele con cara de recién levantado y Pablo Novoa elegante y atildado: un equipo perfectamente compenetrado, sobre todo porque transmiten el placer que les produce recorrer juntos esos escenarios de Dios. El madrileño con acústica y el vigués tirando de eléctricas. Santiago se mostró en forma, con buena voz e intensas interpretaciones. El gallego, por su parte, más que tocar parecía desentrañar sonidos, auscultaba las posibilidades de su instrumento vibrato en ristre; indagando entre sus cuerdas con artesanal paciencia y pulcritud, con una digitación perfecta a la vez que arrebatada, que acompañaba, reforzaba o provocaba efectivos y, a veces, radicales contrastes con los sonidos de la acústica, generando así un colorido subterráneo, un vigor que elevaba las canciones. El acompañamiento preciso para olvidarte de las limitaciones del formato reducido. Los músicos dialogaron con fluidez, intercambiando fraseos y protagonismo, percutiendo, dibujando con pulso firme y dúctil la esencia, y subrayando el relieve de un repertorio que, pasado el tiempo, muestra aún su frescura y peculiar encanto. De Los Enemigos se recuperan en la parte central temas que ya venía tocando con toda la banda: el blues “Qué Bien Me Lo Paso”, y “An-Tonio”. “Con Las Manos Vacías”, la versión de Chavela Vargas, quedó más natural y asumida que en disco y anteriores directos. También destacó su recreación de la versión española de “Being Green” de la rana Gustavo/Kermit; y la cosa fue tomando temperatura con “Serrín”, “Mi Prima y Sus Pinceles” y “Olé Papa”, intensísimas con riffs, punteos y solos imaginativos que alcanzaron el punto justo de cocción en la última, con su furibundo duelo final de guitarras. Tras esa hora inicial los bises se abrieron con una inevitable (y celebrada por el agradecido público que llenaba la sala) interpretación en solitario de Josele de “Desde el Jergón”, seguida por una “La Otra Orilla” arrastrada hacia la frontera por la slide de Novoa; y el estreno de un tema nuevo con aire swing que promete, “El Baile de los Peces” (ensayada en el atasco que padecieron a la salida de Madrid). Como despedida dejaron sendas versiones de “Route 66”, ambos con eléctricas, y del “You´re Sixteen” de Johnny Burnette. Sigue así Josele.
Publicado en el nº 226 de la revista Ruta 66
10 marzo 2006
MATCH POINT (Woody Allen, 2.005)
Si hubiese visto esta película sin saber quién la dirige jamás me hubiese imaginado que se trataba de Woody Allen. A toro pasado, puedo ver rastros suyos en la naturalidad y agilidad de los diálogos, o en el fascinante halo de cotidianidad que envuelve todo. No hay estridencias ni impostaciones. El protagonista es un trepa, pero afortunadamente desprovisto de los tics de siempre, lo que lo hace mucho más inquietante, por cercano y tangible. No se explotan razones manidas que expliquen su amoralidad a la hora de afrontar el partido de la vida, no se hace preciso cargar las tintas sobre su carácter o circunstancias; pero sí se le opone la mayor honestidad de la otra candidata a un mundo nuevo de riqueza: una aspirante a actriz que llega a Londres desde un lugar tan distante como Boulder (Colorado), a la sazón lugar de nacimiento de John Fante, interpretada por Scarlett Johanson. Woody Allen no conduce al espectador de la mano por la trillada senda del maniqueísmo, simplemente le ofrece unos hechos perfectamente creíbles. Se trata de auscultar a ese ciudadano medio, silenciosamente ambicioso, que se deja querer explotando sus cualidades; calculador pero humano, eminentemente cobarde y egoísta hasta la crueldad, angustiado ante el riesgo y la pérdida, pero capaz de, como se dice en algún momento del filme, guardar la conciencia bajo la alfombra. Alguien que alcanza el estatus de cierta clase alta empresarial inglesa: sus inmensos privilegios y comodidades, su vida culta, interesante, siempre equilibrada. La mezquindad del protagonista, nos dice Allen, incluso su frialdad, es de la misma pasta que la de millones de personas. En parte, ese tipo (Jonathan Rhys-Meyers) tiene mucho de espejo. El argumento es típico, y la historia desde el primer minuto apunta a un desenlace. A pesar de la excelente factura de la película, de su ritmo, sin un golpe maestro hubiera quedado chapoteando en mitad de sus aspiraciones como cierto tipo de telefilmes de suspense o ese cine español de culpas, redenciones y derrotas. Ese golpe se produce (genial la metáfora tenística) y, aparte de sorprendernos (cumpliendo con el cometido del guión), nos deja el retroceso del primer efecto. Nos hace plantearnos finalmente hasta qué punto la suerte y la casualidad, determinan nuestro destino.
07 marzo 2006
DOCTOR DIVAGO “Revuelta Elemental” (Saimel, 2005)
Su pop es el antídoto
reseña aparecida en el nº25 del periódico Diagonal de Madrid
http://www.diagonalperiodico.net
Ya andaba echando de menos yo la inconfundible voz de Manolo Bertrán (aquí cediendo la voz en un tema a Víctor Ortiz de Los Huracanes), y la armónica de Chumillas. Vuelven con más empaque sonoro, ofreciendo otro cancionero cien por cien “Divago”: urgente, nervioso, a veces esquemático; que sabe mimar los tiempos medios y espolvorearlos de psicodelia, resultando finalmente equilibrado. Con ese sonido intemporal, nada turbulento, más bien claro y limpio, con la voz en primer plano y la precisa apreciación de cómo irrumpe cada instrumento. Es un pop henchido de vitalidad (interpretado por una banda de marchamo new wave por la energía contagiosa que desprende, su sentido de la concisión y esa capacidad de resolución melódica, cuando la chispa del buen estribillo ya viaja en las estrofas), incontenible, irresistible y muy, muy particular sin descubrir ni mucho menos la pólvora. El mejor envoltorio para los textos que componen el mundo literario de Bertrán, siempre complejo y significativo. La elección de temas se la dejo a ustedes.
reseña aparecida en el nº25 del periódico Diagonal de Madrid
http://www.diagonalperiodico.net
04 marzo 2006
"Las Leyes...
« Las leyes son como las telarañas, ya que si algo indefenso e insignificante cae en ellas, lo atrapan con fuerza, pero si algo grande cae en ellas, rompe la trampa y escapa ».
(Anacarsis, Circa 600 a.c.)
(Anacarsis, Circa 600 a.c.)
28 febrero 2006
COQUE MALLA EN DIRECTO
TEATRO CALDERÓN DE LA BARCA DE MOTRIL (GRANADA)
27 DE ENERO DE 2.006
Coque Malla vuelve a girar en formato reducido, esta vez con acústica tocada con brío, de pie y casi sin pausa, y los teclados de Mauro Mieta. Sin demasiada entrada, con lo que eso conlleva de frialdad en un teatro, Malla logró con su carisma y capacidad comunicativa reducir espacios, alcanzando la complicidad de las distancias cortas. El repertorio actual tiene el mérito de conjugar sin costuras visibles (convive perfectamente un vibrante y participativo “I Want You Back” de los Jackson Five con un tema como “El Sombrero”, tan desasosegante y untuoso como el Neil Young del período 73-75) la parte más refrescante de su debut en solitario (“¿Qué será de nosotros?”, el rock´n´roll “Paula” o un memorable “Rosa´s Motel” de Las Ruedas), con los momentos sombríos e inquietantes del injustamente olvidado “Sueños” de 2.004, homenajes a Lou Reed y los Jackson, y el inevitable recuerdo de Los Ronaldos (mayor que en otras ocasiones). Excesiva carga nostálgica, a mi parecer, con temas como “Guárdalo”, “Es Verano”, “Árboles Cruzados”, con el piano abundando en la vena r´n´b del tema, y “Saca La Lengua Para Bailar”, mostrando todo el trasfondo sureño que atesora. De Lou Reed se centró en “Transformer”, recreando “Satellite Of Love”, “Perfect Day” y “Walk On The Wild Side” (impagable la irrupción en mitad de ésta del “Rock Del Cayetano” de Pata Negra), extendiéndose el halo del neoyorquino hasta la despedida con “Punto Cero”.
Crónica publicada en el nº225 de la revista Ruta 66
http://www.ruta66.es
27 DE ENERO DE 2.006
Coque Malla vuelve a girar en formato reducido, esta vez con acústica tocada con brío, de pie y casi sin pausa, y los teclados de Mauro Mieta. Sin demasiada entrada, con lo que eso conlleva de frialdad en un teatro, Malla logró con su carisma y capacidad comunicativa reducir espacios, alcanzando la complicidad de las distancias cortas. El repertorio actual tiene el mérito de conjugar sin costuras visibles (convive perfectamente un vibrante y participativo “I Want You Back” de los Jackson Five con un tema como “El Sombrero”, tan desasosegante y untuoso como el Neil Young del período 73-75) la parte más refrescante de su debut en solitario (“¿Qué será de nosotros?”, el rock´n´roll “Paula” o un memorable “Rosa´s Motel” de Las Ruedas), con los momentos sombríos e inquietantes del injustamente olvidado “Sueños” de 2.004, homenajes a Lou Reed y los Jackson, y el inevitable recuerdo de Los Ronaldos (mayor que en otras ocasiones). Excesiva carga nostálgica, a mi parecer, con temas como “Guárdalo”, “Es Verano”, “Árboles Cruzados”, con el piano abundando en la vena r´n´b del tema, y “Saca La Lengua Para Bailar”, mostrando todo el trasfondo sureño que atesora. De Lou Reed se centró en “Transformer”, recreando “Satellite Of Love”, “Perfect Day” y “Walk On The Wild Side” (impagable la irrupción en mitad de ésta del “Rock Del Cayetano” de Pata Negra), extendiéndose el halo del neoyorquino hasta la despedida con “Punto Cero”.
Crónica publicada en el nº225 de la revista Ruta 66
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21 febrero 2006
CON JOHNNY CASH EN UN CINE VACÍO
EN LA CUERDA FLOJA (“Walk The Line”) (James Mangold, 2.005)
Los biopic (Biographical pictures) suelen ser generalmente planos e insulsos, fragmentarios, truculentos y hasta interesados. Yo nunca he sentido la sensación de totalidad al ver uno de ellos (para eso parece demostrado que lo mejor es el documental bien hecho). En este caso me ocurre lo mismo, sin embargo, como contrapartida me llevo una historia intensa y emocionante de ilusiones, sufrimiento y amor.
Esta película sobre la vida de Johnny Cash se centra en su período más trepidante cinematográficamente hablando, el más vertiginoso e inestable, desde su nacimiento en Arkansas en 1.932 hasta los días previos a su boda con June Carter, acaecida en marzo de 1.968. La historia se centra en los avatares de su relación con June, desarrollando su historia de amor y atracción, su complementariedad; y pone énfasis en señalar el difícil trato con su padre y el peso, a veces insoportable, del recuerdo de su hermano prematuramente desaparecido como desencadenantes de su carácter serio y algo torturado. Musicalmente se dejan pistas de la influencia de la vida cotidiana en sus composiciones, su amor por el gospel heredado de su madre, y sus inicios como compositor en el ejército. Los primeros contactos con Sun Records (iniciados a finales de 1.954 y culminados con éxito en las míticas sesiones de mayo de 1.955), se resumen en un solo encuentro. En él Sam Philips le plantea su desinterés por las canciones golpes de siempre y le impele a sacar una composición propia, que abre en ese mismo instante el tarro de las esencias de Cash. Esa escena tiene varios puntos de interés: la meritoria interpretación vocal de Joaquín Phoenix y lo bien que se hace con el personaje, el primer impacto de “Folsom Prison Blues” y esos versos míticos de “yo maté a un hombre en Reno sólo para verlo morir”, y el descubrimiento casi casual de su legendario sonido “Boom-chick-a-boom”, austero y espartano, con ese cortante punteo que se saca de la manga Luther Perkins. A partir de ahí se recrean las giras de la Sun (poco convincentes los intérpretes de Elvis y Jerry Lee Lewis, sobre todo teniendo en cuenta el parecido físico conseguido con los principales, incluida la primera esposa de Cash), el éxito, las fans y otra vez June (genial Reese Whiterspoon y extraordinarias sus aportaciones como cantante). De esa etapa suenan temas como “Wildwood Flower” (el clásico de la Carter Family), y eternos números de Cash como “I Walk the Line” o “Get Rhythm”. De ahí se desemboca en el deterioro físico de los primeros sesenta, su ruptura matrimonial como Vivian Liberto y la imparable adicción a las pastillas, hasta llegar al período 1965-67, su época de hundimiento. Ello se sazona con estupendas interpretaciones de “Jukebox Blues” (Whiterspoon acompañada de autoharp como June), “Ring Of Fire” (composición de June), “It Aint Me Babe” (el clásico de Dylan interpretado a Dúo) o la aparición de Shooter Jennings, haciendo de su padre (Waylon) y entonando “I´m a Long Way From Home” de Hank Cochran (antiguo compañero musical de Eddie Cochran).
La parte final, como no podría ser de otro modo, retrata al nuevo Cash que supera el bache ayudado por los Carter, su redescubrimiento de la fe que siempre tuvo y su toma de posición al frente de su carrera, al enfrentarse con Columbia (que se lo había arrebatado a la Sun en 1.958) para que le permitiese grabar el mítico directo “At Folsom Prison” de 1.968. Por cierto, en esa reunión con los directivos de Columbia, se observa tras él una foto de la portada de “Blonde on Blonde” de Bob Dylan, casi como apoyándole; el autor de “Girl From the North Country” aparece citado en diversas ocasiones en el filme: Cash se refiere a una carta que le escribió en 1.964, la versión citada o los instantes previos a una discusión matrimonial, en los que nuestro protagonista escucha a todo volumen “Highway 61 Revisited” (demostrando así su gusto por el Dylan eléctrico). Denotando así la amistad e influencia mutua que surgió entre ambos. Esta etapa final es ilustrada por la recreación del mítico concierto en la prisión de Folsom el 13 de enero de 1.968 con “Cocaine Blues”, y el dueto final con Jude/Reese para interpretar “Jackson”.
Más de ciento cuarenta minutos de cine y música enteramente disfrutables, con una estupenda selección de canciones y la acertada y valiente decisión de hacer cantar a los protagonistas, algo en lo que tendrá mucho que ver el responsable de la parte musical, T-Bone Burnette.
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18 febrero 2006
EL DOGHOUSE “In Heat” (Andalucía Records, 2.005)
Tom Lardner, autor de todo el material propio, me recomienda en una breve nota escuchar el CD bien fuerte. Tiene razón, el rock tiene eso, el volumen activa y cohesiona resortes que de otra manera permanecerían inofensivos; y este es fundamentalmente un disco de rock, eléctrico y visceral, de sonido lijoso, simiente setentera y lúdico espíritu pub-rock. Incorpora, a pesar de ello, oportunos detalles de vientos, acústica y mandolina. El Doghouse es un proyecto de Larnerd y Richard Dudanski (baterista de PIL o Raincoats, y de aquellos 101´ers de los que despegó hacia la leyenda Joe Strummer). Residentes en Granada, continúan la fascinación por esta tierra del singular miembro de The Clash, y ahora se han decidido a publicar este trabajo, cargado de guitarras rasposas y resultados tan contundentes como liberadores. La vena Clash brota en “Seed of Narcissus”; hay épica folk en “Ridiculous” y “If You Remember Me”; rock de alto octanaje que se adensa en “Love and Hateship” o “Little Bit-a-Jesus”; medios tiempos crepusculares como “Paradigm”, y caballos desbocados (“Ball of Pain”); además de ecos hispanos inteligentemente incorporados (“Bird Of Paradise”). Cuenta también con incursiones en el swing en “Do the hound”, y una obcecada revisión de “I Wanna Be Your Dog” de los Stooges (que, ojo, no es lo más atrayente del lote). No faltan, finalmente, el aullido boggie-blues de “Shit In My Head Blues”, o la estirpe hendrixiana con la que entronca “Cat In Heat” (portentoso Julian Kanevsky). Por supuesto, el disco está dedicado a Strummer.
15 febrero 2006
LD & THE NEW CRITICISM “Tragic Realism” (Acuarela, 2.005)
Recomendado para buscadores de oro.
Por las pintas que se gastan en el libreto, parecen ese sofisticado conjunto de verbena que asaltará tu pueblo el próximo verano. Desgraciadamente no será así: volverán los mismos. LD Beghtol, colaborador ocasional de Stephen Merrit, nos regala un vibrante compendio de refrescantes composiciones de aliento pop y fuertemente enraizadas en la tradición norteamericana. Combina sabiamente instrumentos convencionales y de juguete; ukeleles, mandolinas y banjos con casios y órgano; y socorridos violines con acordeones, xilófonos o tabla de lavar. Todo para ofrecer jugosas viñetas, miniaturas que se lamentan con irresistible timbre, del honky tonk y el bluegrass, al country o el doo-wop. Fotogramas de épica, dramatismo e ironía. Composiciones que derriban todos los peros que se te ocurran como “Too Old To Die Young” o “In Blue”; y temas pop de base acústica (“Always The Last To Know”, “Definitive V2”, “Unpaid Endorsement”), asaltados por una incesante llovizna de instrumentos estratégicamente colocados.
Reseña publicada en el nº 23 del periódico Diagonal de Madrid
www.diagonalperiodico.net
Por las pintas que se gastan en el libreto, parecen ese sofisticado conjunto de verbena que asaltará tu pueblo el próximo verano. Desgraciadamente no será así: volverán los mismos. LD Beghtol, colaborador ocasional de Stephen Merrit, nos regala un vibrante compendio de refrescantes composiciones de aliento pop y fuertemente enraizadas en la tradición norteamericana. Combina sabiamente instrumentos convencionales y de juguete; ukeleles, mandolinas y banjos con casios y órgano; y socorridos violines con acordeones, xilófonos o tabla de lavar. Todo para ofrecer jugosas viñetas, miniaturas que se lamentan con irresistible timbre, del honky tonk y el bluegrass, al country o el doo-wop. Fotogramas de épica, dramatismo e ironía. Composiciones que derriban todos los peros que se te ocurran como “Too Old To Die Young” o “In Blue”; y temas pop de base acústica (“Always The Last To Know”, “Definitive V2”, “Unpaid Endorsement”), asaltados por una incesante llovizna de instrumentos estratégicamente colocados.
Reseña publicada en el nº 23 del periódico Diagonal de Madrid
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11 febrero 2006
LOS EDUKADORES (Hans Weingartner, 2.004)
Película atractiva, basada en los diálogos (a veces certeros, a veces rugosamente reales, a veces panfletarios) y en cierta acción. Otra reflexión sobre el idealismo y la necesidad de cambiar el mundo, situada en este cada vez más confuso siglo XXI. Dialéctica izquierdista que bordea esa confusión con su inevitable toque maniqueo para favorecer la claridad del mensaje, que llegue nítido, sin interferencias de la compleja realidad: ricos muy ricos insoportables, injusticias manifiestas, situaciones que rápidamente se hacen con la complicidad del espectador. Frases incrustadas como pequeños y parpadeantes anuncios luminosos (un poco gastados por el uso) en mitad del camino: “el Estado apoya al capitalismo”, “Espera a salir del trabajo para soñar”. Con todo, la idea argumental es interesante y creíble (eso de allanar las casas de los ricos sin robar con el único motivo de alterar sus vidas, de hacer que se sientan vulnerables, observados), y su desarrollo ágil, sobre todo hasta el punto de inflexión que supone el secuestro. Aquí el ritmo más o menos vibrante de la película se ralentiza, se suceden planos del paisaje, de los protagonistas, silencios; y se va urdiendo cuidadosamente el efecto narrativo clave de la cinta, la gran metáfora que enfrenta a capitalismo e idealismo, que consigue hacer pensar e insufla calambre final a un filme que parecía declinar suave y placenteramente. Banda sonora eficaz y estratégica, en la que destaca una final “Hallelujah” interpretada por Lucky Jim.
08 febrero 2006
TARIK Y LA FÁBRICA DE COLORES “Sequentialee” (Mushroom Pillow, 2.005)
Emociones a poca velocidad
He de reconocer que su primer disco ocupa un lugar destacado en mi personal mitología pop. Álvaro Muñoz vuelve (por fortuna recuperando el castellano), depurando y enriqueciendo ese pop de innata elegancia que le ha acompañado siempre; con su lado oscuro y su punto retro. Un sonido tan clásico como pleno de personalidad, comandado por guitarras claras y sobrias, de pausado fulgor; envueltas en cierta placidez en su convivencia con órgano o melotrón. El CD se abre con temas que desprenden clase y frescura como “A Balón Parado”, adornado con coros a lo Beach Boys, “Oyendo Canciones”, que por momentos toma la cadencia de Family, y algo tan irresistible como “Porque es Domingo”; y termina con la singular “Sé que algún día”, acústica y tempestuosa. “Algo que cae como la lluvia” enlaza al primer Tarik con The Jesus & Mary Chain; y virutas psicodélicas surgen de la chispeante “Wasted Song” mientras Álvaro se sumerge gozoso en los laberintos de lentejuelas de Bacharach (“I Forgot the Lyrics”). La única versión corresponde a una concienzuda e intensa “Cinnamon Girl” de Neil Young.
Reseña publicada en el nº 23 del periódico Diagonal de Madrid
http://www.diagonalperiodico.net/
He de reconocer que su primer disco ocupa un lugar destacado en mi personal mitología pop. Álvaro Muñoz vuelve (por fortuna recuperando el castellano), depurando y enriqueciendo ese pop de innata elegancia que le ha acompañado siempre; con su lado oscuro y su punto retro. Un sonido tan clásico como pleno de personalidad, comandado por guitarras claras y sobrias, de pausado fulgor; envueltas en cierta placidez en su convivencia con órgano o melotrón. El CD se abre con temas que desprenden clase y frescura como “A Balón Parado”, adornado con coros a lo Beach Boys, “Oyendo Canciones”, que por momentos toma la cadencia de Family, y algo tan irresistible como “Porque es Domingo”; y termina con la singular “Sé que algún día”, acústica y tempestuosa. “Algo que cae como la lluvia” enlaza al primer Tarik con The Jesus & Mary Chain; y virutas psicodélicas surgen de la chispeante “Wasted Song” mientras Álvaro se sumerge gozoso en los laberintos de lentejuelas de Bacharach (“I Forgot the Lyrics”). La única versión corresponde a una concienzuda e intensa “Cinnamon Girl” de Neil Young.
Reseña publicada en el nº 23 del periódico Diagonal de Madrid
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05 febrero 2006
OBABA (Montxo Armendáriz, 2.005)
La película traslada fielmente el espíritu del libro del que parte (“Obabakoak” de Bernardo Atxaga). Equilibrada, queda a medio camino entre la evocación pura y el rastreo de un mundo peculiar, espolvorea algo de magia sin alcanzar a ser mágica y cuando lanza un zarpazo no desgarra, se diluye en el remanso general. Además, cuando despliega una segunda lectura (la leyenda de los lagartos), no termina de lograr el susurro de un buen misterio. Más bien, lo que queda es una esmerada panorámica general de sensaciones, contempladas a través de las distintas historias; una reflexión agridulce acerca de la vida en las aldeas, del destino de las personas y de los sentimientos que permanecen arraigados muy dentro de cada cual. Me gusta la atmósfera general, tan habitual en el director navarro, plana pero convincente en su inercia narrativa sin turbulencias; y, sobre todo, el hallazgo de que la nostalgia afecte (paradójicamente) a la protagonista más que a nadie. Creo que a esta película le sobra literatura y le falta capacidad de sugerencia. Las historias que subyugan, generalmente dejan cabos sueltos que seducen al espectador, espacios vacíos que éste tiene que llenar. Aquí, tras la palabra Fin, todo queda explicado y archivado, y lo que no, se acaba olvidando.
31 enero 2006
FLORES MUERTAS ("Broken Flowers") (Jim Jarmusch, 2.005)
Otra película de Jarmusch, otra sensación extraña, otra fascinación. El argumento de "Flores Muertas" remite a la comedia clásica, acaso rozando el melodrama, pero no claro, aquí hay más. Están los pausados largos planos del protagonista que nos hacen vivir junto a él su insatisfacción, los diálogos medidos, el parsimonioso suceder de los paisajes, las miradas, o el genial gesto entre sombrío y escéptico de Bill Murray (que no sonríe en toda la película), ya marca de la casa. La lentitud, el detalle (baste recordar la cámara acompañando al cartero hasta que deposita La Carta), abren una trampilla por la que pasamos a formar parte del espacio y tiempo del filme: hemos desaparecido de la sala. La primera parte ofrece el grueso argumental, y los mejores diálogos y tintes de comedia: la parte de su relación con su vecino, y los encuentros con Sharon Stone y Frances Conroy. A partir de ahí las imágenes van tiñéndose de la soledad del protagonista, de la progresiva sensación de absurdo y su cada vez más amargo descreímiento. Carreteras, aviones, sensaciones plomizas contrapunteadas de rosa, con un suspense mantenido en el aire. Al final, el vacío que siempre me dejan los finales de Jarmusch, un rompecabezas de conclusiones y sensaciones que aún pugna por armarse solo en mi cabeza. De la música, siempre sugerente y suficiente, me quedo con el subyugante tema inicial, "There is an end" por Holly Golightly, frío, dulce y retro.
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jim jarmusch
11 enero 2006
THE POSIES, BEEZEWAX, AIRBAG, G.A.S. DRUMMERS
DIRECTO INDUSTRIAL COPERA (GRANADA) 8-12-05
Cuando llegué al local la formación jerezana GAS. Drummers, finiquitaba su tiempo con “Back In The USSR” de los Beatles. Pocos minutos después, nuestra banda ramoniana por excelencia en la actualidad, Airbag, dejaba su urgente ración de textos impagables, incluyendo versión del “I Can´t Make It On Time” de los Ramones que produjo Phil Spector (“el Farruquito del Pop”). Los Noruegos Beezewax, en formación de poderoso trío con batería muy presente, presentaron su recentísimo “Who to salute” en un pase que no superó los cuarenta y cinco minutos. Alumnos aventajados de los Posies, aunque de vocación más indie y con ecos de Macis-Young en la guitarra, eligieron el camino de la urgencia, lógico, actuando antes de los Posies de 2.005, que deben estar influyendo inmisericordemente en su directo. Se decidieron por los temas más inmediatos del disco (“Paint´ Til You Die” o “Shinjuko Park”), y los más carismáticos (“The Cosmonaut” y el single con guiños a Abba “I´m Not Where I´m Supposed To Be”). Hasta en momentos plácidos al piano (“So Young Still”) destacaba la machacona presencia de la batería. Se despidieron inopinadamente con el cantante y guitarrista Kenneth ejerciendo de segundo baterista. Los Posies no parecen obsesionados por insistir en las excelencias de su último trabajo, definitivamente prefieren divertir y divertirse, girar sin parar. Su actuación resultó arrolladora desde el primer minuto, retadora, violenta, salvaje, arramblando con cualquier atisbo de detalle sonoro. Alaridos, coros lanzados como pedradas, nos devolvieron el rock como espectáculo catártico, con toda su parafernalia: guitarras alzadas, guitarras volando, cuerdas colgando, Iggy Stringfellow por el suelo y ¡Auer por los aires! Los dos protagonistas lanzados, tirando de una base rítmica que les seguía como podía. “Throwaway” abrió su concierto con riffs y redobles de lo más hard antes del inicial “I Remember..”. Así, yendo al grano desde el principio, los clásicos de siempre se intercalaron sin altibajos con las mejores bazas de “Every Kind of Light” (“Conversations”, “Second Time Around”, “I Guess You´re Right” o “That Don´t Fly”, con sus ribetes psicodélicos, único momento relativamente calmo de la velada), demostrando que es un trabajo bastante digno. La parte principal pasó como un suspiro, un aquelarre sonoro sobre inspiradas formulaciones pop. Posteriormente, media hora de bises en el mismo plan, despidiéndose con “Burn & Shine”. Extendieron su atmósfera original, introduciéndola con batería con la incorporación paulatina de bajo y órgano por parte de Stringfellow; tenso desarrollo instrumental, Auer cantando sin acompañamiento y tímidas visitas al País de los Arpegios de Sonic Youth, hicieron el resto. Incansables, la última vez que vi a Stringfellow estaba de pie sobre un mostrador de la sala, gritando con un CD en cada mano.
Crónica aparecida en el nº224 de Ruta 66
http://www.ruta66.es
Cuando llegué al local la formación jerezana GAS. Drummers, finiquitaba su tiempo con “Back In The USSR” de los Beatles. Pocos minutos después, nuestra banda ramoniana por excelencia en la actualidad, Airbag, dejaba su urgente ración de textos impagables, incluyendo versión del “I Can´t Make It On Time” de los Ramones que produjo Phil Spector (“el Farruquito del Pop”). Los Noruegos Beezewax, en formación de poderoso trío con batería muy presente, presentaron su recentísimo “Who to salute” en un pase que no superó los cuarenta y cinco minutos. Alumnos aventajados de los Posies, aunque de vocación más indie y con ecos de Macis-Young en la guitarra, eligieron el camino de la urgencia, lógico, actuando antes de los Posies de 2.005, que deben estar influyendo inmisericordemente en su directo. Se decidieron por los temas más inmediatos del disco (“Paint´ Til You Die” o “Shinjuko Park”), y los más carismáticos (“The Cosmonaut” y el single con guiños a Abba “I´m Not Where I´m Supposed To Be”). Hasta en momentos plácidos al piano (“So Young Still”) destacaba la machacona presencia de la batería. Se despidieron inopinadamente con el cantante y guitarrista Kenneth ejerciendo de segundo baterista. Los Posies no parecen obsesionados por insistir en las excelencias de su último trabajo, definitivamente prefieren divertir y divertirse, girar sin parar. Su actuación resultó arrolladora desde el primer minuto, retadora, violenta, salvaje, arramblando con cualquier atisbo de detalle sonoro. Alaridos, coros lanzados como pedradas, nos devolvieron el rock como espectáculo catártico, con toda su parafernalia: guitarras alzadas, guitarras volando, cuerdas colgando, Iggy Stringfellow por el suelo y ¡Auer por los aires! Los dos protagonistas lanzados, tirando de una base rítmica que les seguía como podía. “Throwaway” abrió su concierto con riffs y redobles de lo más hard antes del inicial “I Remember..”. Así, yendo al grano desde el principio, los clásicos de siempre se intercalaron sin altibajos con las mejores bazas de “Every Kind of Light” (“Conversations”, “Second Time Around”, “I Guess You´re Right” o “That Don´t Fly”, con sus ribetes psicodélicos, único momento relativamente calmo de la velada), demostrando que es un trabajo bastante digno. La parte principal pasó como un suspiro, un aquelarre sonoro sobre inspiradas formulaciones pop. Posteriormente, media hora de bises en el mismo plan, despidiéndose con “Burn & Shine”. Extendieron su atmósfera original, introduciéndola con batería con la incorporación paulatina de bajo y órgano por parte de Stringfellow; tenso desarrollo instrumental, Auer cantando sin acompañamiento y tímidas visitas al País de los Arpegios de Sonic Youth, hicieron el resto. Incansables, la última vez que vi a Stringfellow estaba de pie sobre un mostrador de la sala, gritando con un CD en cada mano.
Crónica aparecida en el nº224 de Ruta 66
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08 enero 2006
"Una vez...
...creado el primer hombre inmortal, dudo que transcurra mucho tiempo antes que un ciudadano de tantos le descerraje un tiro en la cabeza. ¿Por envidia? ¿Por maldad? Por nada de eso. El simple prurito de verificar accionará el disparador". (Fernando Aramburu)
07 enero 2006
LORI MEYERS "Hostal Pimodan" (Houston Party, 2.005)
Hasta ahora, la carrera de los granadinos está marcada por pasos seguros, cargados de contenido; un concepto que madura librándose de préstamos y lastres. Por fortuna siguen apostando por textos interesantes que evitan lo obvio, retratando con fluidez lo cotidiano y lo enigmático a través de una voz arenosa, como un J de Los Planetas con mayor calidez. Hunden los dos pies en los sesenta: psicodelia, inspiración melódica, armonías vocales... La instrumentación es queda, precisa, desarrollada con gusto y vocación esencial; con arreglos de los que persiguen crear atmósferas antes que epatar -el productor es Tom Monaham (Beachwood Sparks o Devendra Banhart)-, rehuyendo recrearse en fuegos de artificio en el estudio. "Hostal Pimodan" es un disco de largo recorrido y maravillosas canciones que hacen abstracción del sonido de los Kinks, se enmarcan en la arquitectura de The Zombies ("El Gallo Ventrílocuo"), o recuerdan por igual a los Brincos y los Byrds. Escucha el tema que da título al disco y transpórtate al aroma del mítico club que se reunía en el evocado hotel parisino.
Reseña publicada en el nº21 del Periódico Diagonal de Madrid.
http://www.diagonalperiodico.net
Reseña publicada en el nº21 del Periódico Diagonal de Madrid.
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