No consigo
acceder a vuestro secreto,
al porqué de
la firmeza lineal de vuestros colores.
Solo percibo la
serena determinación de vuestra inercia,
la respiración
acompasada
susurrando
alrededor de mi desierto.
Solo el
espejismo de la búsqueda me mantiene,
esta ansia que
se hunde en los huesos
por querer seguir
vuestro hilo tenso, tan fino,
ese que a
veces me encuentro
brillando
sobre la palma de mi mano inerte.
La búsqueda es
el imaginario forcejeo
por atravesar
el alba del día temido
desde la noche
sin fin que adormece el miedo
recortando los
picos de las ilusiones.
Es expectativa
herrumbrosa entre
los silbidos
de barcos que no dejan de zarpar a mis pies,
entre el vacío
de grillos a la deriva
que se vuelven
peces en su incesante huida.
Es latido
abatido de desesperanza
o latido exaltado
de impaciencias
que muerden sus
mordazas.
Anhelo
soltarme,
deshacerme,
amanecer en vosotros.
Pero el
perseguidor se ovilla por temor a la luz,
al aliento indescifrable
de la felicidad,
a perecer
ahogado en verdad cegadora.
Desde el refugio
arisco de la noche
la búsqueda es
muda desesperación,
deseo de
transformación,
de alcanzar los
colores vivos,
los sonidos
fuertes,
el tacto real.
Con dolor,
amor y entereza.
Es el petrificado
e inminente plan de asalto
de un corazón
nuevo
que se desata
de su noche
para abrazar
la nueva noche
iluminada,
táctil y ardiente
de la vida.
Poema incluido en la antología "La noche y sus etcéteras".
Se trata de una antología de poemas compuestos por veinticuatro poetas acerca de la experiencia de "La noche oscura del alma" de San Juan de la Cruz.
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