14-01-1963: Después de mucho
suplicarle Brian, Mick y Keith, ese día tuvo lugar la primera actuación de Charlie Watts con The Rolling Stones, en la sala Flamingo de Piccadilly. Su entrada supuso un cambio
definitivo en las prestaciones del grupo en directo. Charlie (que más tarde sería el principal inspirador de Moe Tucker), era un músico impecable,
mucho más sofisticado que sus nuevos compañeros, que gustaba de vivir a su ritmo y tocaba en aquel
momento con Blues by Six. Los Stones, con tal de aportarle una seguridad
económica que fuese atractiva para él, se
esmeraban en encontrar conciertos para poder ofrecerle al menos cinco libras
semanales. Charlie tuvo su primera batería a los catorce años, regalo navideño de
sus padres a su único hijo. Odiaba el rock and roll tan en boga, y estaba
obsesionado por el cool jazz, afición
que le ha durado toda la vida. Watts admiraba de tal manera a Charlie Parker que
escribió a los veinte años un libro infantil titulado “Ode to a High-Flying
Bird”, acompañado de pequeñas ilustraciones que explicaban la historia de bebop. Cuando Alexis Korner le propuso
formar parte del conjunto de rhythm and
blues que estaba montando, tocaba la batería con escobillas en un combo de jazz
en la cafetería The Troubadour, situada en Knightsbridge. Tras una primera
negativa, se incorporó a la primera formación de The Blues Incorporated en
enero de 1962. Aquel verano, cuando la cambiante formación de Korner aumentó su
prestigio, Charlie abandonó el barco porque prefería no abandonar su trabajo en
el diseño gráfico y dedicarse por entero a la música. De ahí su paso al
conjunto de jazz Blues by Six, que sí podía compaginar. Unos meses después, los
Stones, con Brian a la cabeza, lograron convencerle y su vida ordenada y pausada cambió para siempre.
14-01-1966: Aprovechando el lanzamiento
junto a The Lower Third de su sencillo más prometedor hasta la fecha (ese “Can’t help thinking about me” con reminiscencias mods
que comienza a dibujar su personalidad, acompañado por ”And I say to myself” en
la cara b), David Jones, con 19 años recién cumplidos, decide cambiar su nombre
artístico por el de David Bowie para evitar confusiones con el cantante de The
Monkees, Davy Jones. La teoría más extendida señala que el nuevo apellido lo
tomó prestado de James Bowie, conocido por sus habilidades con el cuchillo y
fallecido mientras luchaba en calidad de comandante de los secesionistas
tejanos contra México en la batalla del Álamo, en 1836. A partir de entonces,
David Robert Jones, aquel muchacho crecido en Bromley, suburbio situado al sur
de Londres, lleno de ambición y curiosidad, que nunca volvió a ser el mismo
tras escuchar “Tutti Frutti” de Little Richard, sería para siempre David Bowie.
14-01-1977: Fecha de publicación
del elepé “Low” de David Bowie, e inicio de la trilogía berlinesa. Esta nueva
reinvención supuso un acertado intento de fusión entre lo electrónico y lo
visceral; la fría instrumentación alemana de Kraftwerk y otros elementos del krautrock enhebrados con el calor
rítmico del r’n’b y el funk. Una
constante sensación de improvisación mágicamente encajada. Brian Eno se
incorpora aquí al mundo Bowie;
funcionando a la vez como elemento inspirador, encargado (de importancia
capital) de sintetizadores y complemento creativo de David. El disco se grabó
en los estudios Chàteau d`Herouville, situados en esa ciudad francesa, y fue
rematado en los Hansa de Berlin, situados junto al muro y tan inspiradores en
sus proyectos inmediatos. Desde luego, “Low” fue un nuevo comienzo: RCA recibió
el disco de manera bastante distante, suspirando por una segunda parte de
“Young americans”, desagradó a su esposa
Angie y su anterior representante, Tony Defries, al que todavía le unían
compromisos contractuales, lo calificó directamente de “mierda”. Aunque el
disco obtuvo el reconocimiento a su complejidad y riesgo por parte de la prensa
especializada, la compañía no sabía realmente qué hacer con él, y el hecho de
que Bowie no lo promocionase tampoco ayudó demasiado. “Low” es un disco de esos
que vive en su propio tiempo.
14-01-1978: Fecha del último
concierto de los Sex Pistols (antes de su reunión de 1996). Fue en el
Winterland Ballroom de San Francisco, y se cerró con un único bis, la versión
de “No fun” de The Stooges. En 1997 se publicó “Live at Winterland 1978”, disco
en directo que recoge la actuación. Su polémico representante, Malcolm McLaren,
hizo pasar la gira por ciudades sureñas como Atlanta, San Antonio, Dallas o Tulsa,
donde era más que probable encontrar un público hostil a la provocadora
propuesta de un grupo siempre en el filo de la navaja y ahora en pleno proceso
de descomposición. McLaren imaginó más portadas en la prensa, más escándalo y
más publicidad suicida. Y nada de eso obtuvo, realmente. El devenir de la gira
fue desastroso: Sid Vicious, a quien le había sido prohibido llevar encima nada
de heroína, arrastraba un mono considerable y acabó autolesionándose con una
botella; al poco de llegar ya estaba escapándose en busca de su dosis con parte
del dinero común. Las cosas fueron de mal en peor: un Vicious desatado que no
dudaba en agredir, llegado el caso, a un público siempre escaso e indiferente, cuando
no directamente violento; actuaciones mediocres sino desastrosas; y una tensión
y frustración constantes que terminaron haciendo saltar todo por los aires
menos de veinticuatro horas después.
14-01-1985: Fecha de lanzamiento
del primer elepé de 091, “Cementerio de automóviles” (DRO), grabado como premio
a su victoria en la tercera edición del concurso de rock Alcazaba de Jerez. La
grabación del disco ya estaba prevista, aunque su sello no se terminaba de
decidir, acariciando la idea de sacar solo un maxi. El premio supuso el aldabonazo necesario para su edición, ya
que consistía en la grabación de un álbum precisamente con su propia
discográfica. La grabación se inició en los estudios TRAK el 18 de noviembre de
1984, y se emplearon sesenta y cuatro horas, repartidas en ocho días a sesiones
de ocho horas, unas diurnas y otras nocturnas. En los créditos el disco aparece
producido por 091 y el técnico de sonido fue Eugenio Muñoz, habitual de la
casa, lo que da a entender que todos metieron la mano y entre todos lo
produjeron. La banda quería contar con Peter McNamee como productor, pero
desencuentros con DRO lo impidieron. Lamentablemente siguieron el mismo camino
que “Manifiesto Guernika” de T.N.T. Ambos grupos valoraban el trabajo del
británico en el disco “Rimado de ciudad” en 1982, y a los dos les fue imposible
trabajar con él por impedimentos de la misma discográfica. Los nueve temas
incluidos fueron compuestos por José Ignacio Lapido, quien, a pesar de la
bisoñez que aún mostraba el grupo, dejó muestras indelebles de su talento
compositivo. Los arreglos corresponden a la banda, salvo los de los temas “El
desafío”, “Ella está detrás de la puerta” y “Arenas movedizas” que estuvieron a
cargo del músico de jazz Nicolás Medina. Otros colaboradores fueron José Luis
Medrano (trompeta y fliscorno), Manuel Fernández (saxos) y Luis Poyatos
(piano). Con todo, El grupo no salió contento con el sonido obtenido, algo tan
habitual en la época. Se echan de menos una guitarras más en primer plano,
mayor cohesión, pero en general el resultado es bueno, y la mayoría de las
canciones han superado muy bien el paso del tiempo. La deuda sonora con el afterpunk del momento es evidente pero,
a pesar del excesivo dramatismo de la voz en algunos instantes, el conjunto
resulta menos impostado de lo que cabría esperar. En su oscuridad, ambientación,
matices y letras palpitan un vigor y una ansiedad reales, perdurables. El
single “Ella está detrás de la puerta” sirvió de atractivo avance de un trabajo
que, aun significando un importante empujón para la carrera del grupo, tuvo un
discreto recorrido comercial, lastrado por la falta de promoción y la relación
cada vez más difícil con una independiente con vicios de multinacional, como
casi todas. Al negarse a seguir vinculados al sello, 091 tuvieron que comprar
su carta de libertad a cambio de 200.000 pesetas.
No hay comentarios :
Publicar un comentario