24 mayo 2013

GRUPO SOCIAL


La cosa es que al principio se nos ocurrió montar algo para que se divirtieran los niños. Somos un grupo de amigos muy unido e inquieto, hemos estudiado en los mismos colegios y nuestras familias se conocen desde hace generaciones; así que organizamos unas clases de música sin más pretensiones, por aquello de que aprendieran a tocar instrumentos jugando y todo eso. Después vino la idea de hacer algo relacionado con los deportes. Ahí ya se fue agregando gente, amigos de amigos, y más amigos, ya sabes. Toda gente conocida, claro; interesante, relacionable, que sabe moverse, nada vulgar; preocupada por la ecología, la investigación y la cultura. Luego vinieron los compromisos, eso es inevitable, que si los hijos de mi jefe, que si mi vecino, que si mi compañero de paddle. Así que decidimos crear un club, alquilar unos terrenos y pedir ayuda pública a través de nuestros numerosos contactos. Conseguimos algunas subvenciones y que nos construyeran pistas, vestuarios y todo lo demás.

 

Primero fuimos una asociación cultural sin ánimo de lucro, y posteriormente una cooperativa, ya que éramos bastantes y nos vimos obligados a contratar personal, gente muy agradecida de colaborar con nosotros que aceptaba nuestras condiciones de buen grado; y a la que le hacíamos un gran favor, tal y como están las cosas siempre por aquí. En nuestro club social todos se divertían y aprendían; además de granjearse, justo es reconocerlo, unas relaciones sociales de primer nivel. Incluso llegaron profesores de prestigio a nivel nacional. Nada que ver con las pocas prestaciones que se ofrecen en los colegios y otros centros públicos.

 

Como la cosa marchaba decidimos meter más pasta; algunos prefirieron no complicarse la vida y nos quedamos unos pocos, que creamos una sociedad limitada. Las solicitudes nos llovían (incluso tuvimos que subir las cuotas para cerner la demanda), tanto de la ciudad como del resto de la provincia; comerciantes, hacendados, todos con posibles y muy preocupados por el desarrollo de sus hijos, qué duda cabe. No paraba de apuntarse gente influyente de la que genera riqueza para todos, de la que tiene algo que decir en nuestra sociedad: directores de banco, políticos, funcionarios, promotores, médicos, catedráticos, empresarios en auge… Todos activos, muy al día, con una forma positiva y práctica de ver la vida; comprometidos con el progreso y la estabilidad del Sistema. Nada que ver con lo que se ve por la calle, ni por la tele. Personas con un toque especial y una posición que defender; relevantes, que se apoyan las unas a las otras y saben estar. Aumentaron las inversiones y entró algún socio capitalista más. Y más inscripciones, y más gente sana de la que va al grano; culta, deportista, amante de la naturaleza. Así hasta que un buen día alguien lanzó la proposición: “¿por qué no montamos un colegio, para los nuestros?”.
 
 
 
Publicado en el nº167 de la revista de humor on line "El Estafador", dedicado a la escuela pública.

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