MASTRETTA
“HISTORIAS CON MÚSICA DE
FONDO”
El cántabro Nacho
Mastretta es ya un veterano de la escena pop española. Un superviviente que
atravesó esa tierra de nadie que fueron los últimos años ochenta formando parte
del grupo Las Manos de Orlac
(posteriormente Las Manos), con los
que grabó un par de elepés y obtuvo cierta notoriedad. En 1991 debutó en
solitario con “La vida fácil”, editado por GASA, y rápidamente fue pasto del
olvido.
Tras aquel planchazo han tenido que transcurrir
siete años, en los que ha trabajado mayormente como técnico de sonido, para que
una discográfica se interese por lo que guarda en su cuarto: decenas y decenas
de temas pergeñados con la ayuda de un sintetizador, un pequeño sampler que
almacena los sonidos más peregrinos (el ruido de una caja de fichas de ajedrez
es un buen ejemplo), y una extensa gama de instrumentos de variada procedencia
que entran y salen sin cesar de las canciones. De ahí han salido las
grabaciones íntegras de su actual repertorio.
“Highballito”
(Subterfuge, 1998) es un CD-single de tres temas que sirvió para señalarnos, a
mediados del pasado año, por dónde iban los tiros. Allí se concentran el
ambiente fronterizo a base de moog de
“Altercado en Puebla nº 6”; el
encuentro entre Nino Rota y Augusto Algueró que supone “Háblame de mí”; o la superposición de
ocho clarinetes que despliega en “Highballito”.
Tres instrumentales con regusto a lounge
music, y espíritu de continua experimentación.
Una vez hechas las presentaciones, le llega el turno
a “Melodías de Rayos-X”, álbum
editado también por Subterfuge dentro de su casposa colección “Música para un
guateque sideral”. Una vez más, la infinita curiosidad de Mastretta hace que
cualquier sonido tenga rápido acomodo en su fantasioso espacio creativo, un
espacio que desconoce límites y que denota una vocación exótica, un aire de
gozosa y libre individualidad, un regodeo artesanal. El disco atesora una
estimulante gama de sonidos prestos para recrear otras tantas ambientaciones.
Aquí están el lounge
fronterizo de “Laguna seca”,
donde las temblorosas guitarras de Morricone
y los silbidos del viento de la frontera llegan envueltos en papel de
regalo; o el importante ascendiente de Nino Rota, destacando en la capacidad
evocativa de “Sábanas blancas, cama estrecha” o en el ajetreo delirante de “Kid Chocolate”. Hay efluvios de jazz latino en “Mi cuarto de hora” y “Mosley”. En “El último habitante del planeta” se decanta por la bossa nova. “Dolor de crooner” y “Latin lover” son llevadas al terreno del bolero por clarinete y guitarra,
respectivamente; y “Ojos rojos” nos
inunda de nocturnidad con el saxo. “Andrea Doria” es un paseo por el fascinante mundo de Mancini, que cuenta con la aportación de Ana Belén susurrando coros con maestría. Y “Plaza de Callao” deviene en polca asfixiante.
Si lo escuchas, cuando hables de él olvidarás
mencionar que se trata de instrumentales.
Reseñas del CD-single “Higballito” (Subterfuge,
1998) y del CD “Melodías de Rayos-X” (Subterfuge, 1998)
Publicado en Marzo de 1999 en la revista El Batracio
Amarillo (disco del mes)
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