El conflicto del hombre con su entorno (o consigo mismo a causa de su entorno, quién sabe), quizá el tema por excelencia del escritor de New Jersey. Esta es la primera novela de las cuatro protagonizadas por su alter ego, el también escritor judío Nathan Zuckerman. Éste echa la vista veinte años atrás para relatarnos sus inicios como escritor, con lo que en la narración se mezclan el punto de vista reflexivo, matizado y distante del maduro Nathan con el del febril y aún ingenuo joven, con su hervidero de dudas, anhelos y obsesiones; el mapa de sus estrategias, su aprendizaje y aspiraciones. Roth ahonda, como en tantas otras ocasiones, en la cultura e identidad judías y su asentamiento en Estados Unidos, indagando, por inesperados vericuetos y sorprendentes elucubraciones, en sus circunstancias. Encara y pondera sus defectos y carencias, explora con buen pulso su idiosincrasia y dramática historia. Esa línea le permite analizar la injerencia del mundo real en el espacio creativo del escritor y la reacción de éste. Observación punzante, diálogos agudos, personajes desarrollados con naturalidad. Una manera de explicar su mundo y de explicarse a sí mismo.
26 marzo 2011
24 marzo 2011
MUDANZA
Aquí y allá
Cargando, tropezando.
Observando, escuchando.
Rodeado o solo
Solo y rodeado
Sintiendo el ir y venir
Las subidas y bajadas
Los golpes
Las quejas e imprecaciones
El movimiento de hormigas.
El geométrico y paciente embalaje
El liberador y ansioso desembalaje
Las caídas.
Colocando, racionalizando
Observando, hablando.
Finalmente se sentó,
Acarició con la mirada los objetos,
Algunas decenas de libros,
Algunas decenas de discos,
Pensó en todo lo que encerraba cada uno
Y una sensación le atenazó la garganta:
Era la inmensidad.
Cargando, tropezando.
Observando, escuchando.
Rodeado o solo
Solo y rodeado
Sintiendo el ir y venir
Las subidas y bajadas
Los golpes
Las quejas e imprecaciones
El movimiento de hormigas.
El geométrico y paciente embalaje
El liberador y ansioso desembalaje
Las caídas.
Colocando, racionalizando
Observando, hablando.
Finalmente se sentó,
Acarició con la mirada los objetos,
Algunas decenas de libros,
Algunas decenas de discos,
Pensó en todo lo que encerraba cada uno
Y una sensación le atenazó la garganta:
Era la inmensidad.
23 marzo 2011
MENSAJE EN UNA BOTELLA (9)
JOSÉ CASAS Y LA PISTOLA DE PAPÁ “Scampa (Volumen 1)!!”(Stiff Sur, 2.010)
José Casas aterriza con su cápsula del tiempo para levantarnos el ánimo. Y eso es algo digno de agradecer, desde luego. Mítico representante del mejor pop de la escena sevillana, publica el segundo trabajo a su nombre, esta vez acompañado de La Pistola de Papá. El cambio más importante respecto de su predecesor radica en la elección del castellano en detrimento del inglés, lo que permite aquilatar mejor una propuesta que camina firme hacia terrenos más personales. Por lo demás, el pop de los sesenta y el sonido new-wave siguen siendo sus excitantes e insobornables señas de identidad, gozosamente ancladas. Golosas y elegantes melodías a lo Paul Weller (“Scampa!!”), vivaces dibujos de guitarras y órgano, y la sana virtud de la concreción, tan importante en este estilo, cuyo mayor estímulo y empuje residen en su inmediatez y la plasticidad para volverse reflexivo y evocador. Un disco que se convierte en perfecta compañía con la vivificante calidez del mejor pop de guitarras.
22 marzo 2011
GOTA
Gota: tictac.
Goteas en mí y siempre eres la misma gota.
¿Qué encierras?
¿Qué fuerzas modelan tu forma?
Esencia
Instante
Inquietud
Suspensión.
Gota constante.
Precipicio, gravedad
Vehículo de mundos.
Rastro, resto
Espejismo
Unidad.
Resignación y esperanza.
Goteas en mí y siempre eres la misma gota.
¿Qué encierras?
¿Qué fuerzas modelan tu forma?
Esencia
Instante
Inquietud
Suspensión.
Gota constante.
Precipicio, gravedad
Vehículo de mundos.
Rastro, resto
Espejismo
Unidad.
Resignación y esperanza.
20 marzo 2011
ENFÓCAME
Las horas que pasé contigo son mi abrigo
La aguja de la brújula da vueltas como una loca
Se abrió el abanico definitivamente
El ramillete se deshizo cayendo al suelo
El verbo deshacer desapareció entre mis dedos y todo quedó blanco,
Y todo pasó a ser como recorrer en círculo una pradera
La calle olía a tiempo perdido
Y su hormigueo se volvió sordo
Enfócame
La parte del cielo que yo miro está surcada siempre de aviones
Mientras, mi hilo narrativo es un cable quemado.
Las miradas tropezaron y se evitaron
Se abrieron, se cerraron
Clic, clac, clic, clac
Mientras, los niños se revolvieron y miraron todo lo que sus padres evitaban al pasar.
El mago tropezó con tu magia y agachó la cabeza
Pero siguió su camino, nunca se detiene, implacable.
¿Qué fue de la energía que te impulsaba contra las paredes?
¿Cuándo se produjo la última explosión?
Preguntabas alisándote el cabello.
Mientras, la luz de movía y yo la seguía.
Todas las personas que jamás volví a ver aparecieron juntas la misma mañana
Parecían una desbandada, un desorden de habanos,
Con sus incomprensibles sonrisas como vitolas brillantes.
Pasado derruido, olvido burbujeante.
Ruido de cristales.
Espejismos. Yéndose subsuelo abajo.
Y yo suplicando, golpeando el suelo con la palma de mi mano.
Toda la mala suerte de la que me libré volvió fugazmente su dura mirada
Todas las preguntas me apretaron la garganta.
Toda la oscuridad que no alberga estrellas
Inundó mis venas, proyectándome, dibujándome.
Enfócame
Soy poco, ¿verdad?
La aguja de la brújula da vueltas como una loca
Se abrió el abanico definitivamente
El ramillete se deshizo cayendo al suelo
El verbo deshacer desapareció entre mis dedos y todo quedó blanco,
Y todo pasó a ser como recorrer en círculo una pradera
La calle olía a tiempo perdido
Y su hormigueo se volvió sordo
Enfócame
La parte del cielo que yo miro está surcada siempre de aviones
Mientras, mi hilo narrativo es un cable quemado.
Las miradas tropezaron y se evitaron
Se abrieron, se cerraron
Clic, clac, clic, clac
Mientras, los niños se revolvieron y miraron todo lo que sus padres evitaban al pasar.
El mago tropezó con tu magia y agachó la cabeza
Pero siguió su camino, nunca se detiene, implacable.
¿Qué fue de la energía que te impulsaba contra las paredes?
¿Cuándo se produjo la última explosión?
Preguntabas alisándote el cabello.
Mientras, la luz de movía y yo la seguía.
Todas las personas que jamás volví a ver aparecieron juntas la misma mañana
Parecían una desbandada, un desorden de habanos,
Con sus incomprensibles sonrisas como vitolas brillantes.
Pasado derruido, olvido burbujeante.
Ruido de cristales.
Espejismos. Yéndose subsuelo abajo.
Y yo suplicando, golpeando el suelo con la palma de mi mano.
Toda la mala suerte de la que me libré volvió fugazmente su dura mirada
Todas las preguntas me apretaron la garganta.
Toda la oscuridad que no alberga estrellas
Inundó mis venas, proyectándome, dibujándome.
Enfócame
Soy poco, ¿verdad?
17 marzo 2011
14 marzo 2011
DESALIENTO
Hoy he visto un cartel del hombre que va a engañarte. No recuerdo bien su nombre, sí que es un hipocorístico. Es una buena foto: aparece sereno, levemente despeinado, con gesto afable, conciliador, casi inofensivo. Como de estar a punto de invitarte a su cumple. Tampoco recuerdo bien si iba trajeado o únicamente llevaba chaqueta. Quiere ser tu alcalde, se ha empeñado, un empeño que lleva anidando en su cabeza mucho tiempo. Pero va a engañarte. Sabe que cuando alcance el poder pasará a una zona oscura a la que tú no podrás seguirle y lo que más le tranquiliza es que, tras algunos años de ilusión y frustraciones, todos hemos llegado a asumir esa condición sine qua non para poder subsistir en democracia. En el mejor de los casos, ocupará el puesto con restos de algún ímpetu juvenil, de alguna rectitud acaso aprendida de sus mayores o reminiscente de felices momentos de entereza ideológica; con la inercia de una energía herida de muerte tras el dulce espejismo de unos días, quizá de una primera medida justa, refrescante o necesaria. Después, con suavidad, le irán parando los pies, lo moldearán, le llevarán a un terreno que, aun con un inicial sabor amargo, le hará sentirse poco a poco más cómodo, más a corriente. Devolverá favores, y se verá obligado a conceder algunos más, la madeja le rodeará y él, probablemente, con parte del hilo rodeará a otros. Su lenguaje perderá esa claridad de la que antes presumía. Elevar la voz y aprender gestos de director de banda municipal no salvará la vaciedad; resultará un zumbido pesado y monocorde poblado de lugares comunes, tecnicismos como tornillos, sonrojantes excusas y acusaciones. La demagogia fluirá libre por su boca, ya no le apretará la garganta, tal vez la roce.
En el peor de los casos, puede tratarse de un buen chico que haya ocupado varios cargos de menor fuste o incluso que haya sido tu alcalde con anterioridad. Aquí la cosa es más grave. En el primer ejemplo, viene a por lo que es suyo, sin ambages, en vez de su frescura y candidez, te ofrece sin rodeos sus aptitudes de perro viejo, su experiencia en pasillos y zancadillas. Mentirá sin rubor y hablará más rápido, vomitará demagogia con gesto rutinario, atacará con más saña y su gesto afable para contigo rozará la huera camaradería de taberna. En el segundo será prácticamente igual, pero más afilado y acentuado, puede que más violento. Si te paras un segundo y te fijas, podrás notar, hasta en la foto del cartel, la desesperación que sintió al verse de nuevo frente al muro de la realidad, el precipicio de los atascos, las colas y la vida sin atajos, sin todo abierto de par en par, sin cabezas gachas a su alrededor. Sin poder.
En el peor de los casos, puede tratarse de un buen chico que haya ocupado varios cargos de menor fuste o incluso que haya sido tu alcalde con anterioridad. Aquí la cosa es más grave. En el primer ejemplo, viene a por lo que es suyo, sin ambages, en vez de su frescura y candidez, te ofrece sin rodeos sus aptitudes de perro viejo, su experiencia en pasillos y zancadillas. Mentirá sin rubor y hablará más rápido, vomitará demagogia con gesto rutinario, atacará con más saña y su gesto afable para contigo rozará la huera camaradería de taberna. En el segundo será prácticamente igual, pero más afilado y acentuado, puede que más violento. Si te paras un segundo y te fijas, podrás notar, hasta en la foto del cartel, la desesperación que sintió al verse de nuevo frente al muro de la realidad, el precipicio de los atascos, las colas y la vida sin atajos, sin todo abierto de par en par, sin cabezas gachas a su alrededor. Sin poder.
13 marzo 2011
CIELO IMPERFECTO
Te espero, mi cielo imperfecto.
Para pensarte, que es esperarte, agacho mi cabeza
Cierro los ojos, tomo aire, y espero.
Todo el campo de mi pensamiento extiende un círculo alrededor
Un círculo que trato de agrandar apretando ojos y dientes hasta ahogarme
Clavándome las uñas.
Un círculo hecho de ventanas que son posibilidades de abrirse o de romperse
Y que tú aparezcas tras un leve rechinar, tras un brillante estallar
Y que yo sienta tus pasos,
Y que te acerques,
Hasta donde yo pueda percibir tu tibieza y aroma,
Hasta donde tú puedas escucharme susurrar “te quiero, te quiero”.
Para pensarte, que es esperarte, agacho mi cabeza
Cierro los ojos, tomo aire, y espero.
Todo el campo de mi pensamiento extiende un círculo alrededor
Un círculo que trato de agrandar apretando ojos y dientes hasta ahogarme
Clavándome las uñas.
Un círculo hecho de ventanas que son posibilidades de abrirse o de romperse
Y que tú aparezcas tras un leve rechinar, tras un brillante estallar
Y que yo sienta tus pasos,
Y que te acerques,
Hasta donde yo pueda percibir tu tibieza y aroma,
Hasta donde tú puedas escucharme susurrar “te quiero, te quiero”.
06 marzo 2011
MENSAJE EN UNA BOTELLA (8)
JIM THOMPSON “1.280 Almas” (1.964) (Traducción Antonio Prometeo Moya. RBA, 2.010)
El sheriff Corey no es un tipo despiadado al uso, pero lo es. No se impone a las bravas, no infunde terror. Calculador y cínico, se deja llevar por la corriente con parsimonia, a base de intuición, sangre fría y una gran capacidad de observación. Haciendo gala de una simplicidad sin límites y una encomiable economía de medios, mantiene su estatus sacando provecho de los defectos y carencias de sus paisanos. Todo ello narrado en primera persona por su protagonista, con la cachaza que su carácter revela, y un tono entre irónico (lindando con lo grotesco) y socarrón envuelto en ingenuidad, que nos revela a un personaje muy especial. Thompson, en la que para muchos es su mejor novela, insiste en su estilo duro y directo, nunca exento de humor; lanzándose a contar cosas que pasan desde la primera página, salpicadas de memorables descripciones, enjundiosos diálogos, y punzantes y escalofriantes notas (entre las que entrevemos la mirada afilada y la media sonrisa del autor) que completan la información sobre un personaje y un entorno tan delirantes como reales.
05 marzo 2011
GUITAR MAN
Te recuerdo arrellanado en el sillón con tu maltrecha guitarra acústica, a la que golpeabas como si fuese un ser vivo que podía responder a tus saludos sonando por sí sola. A tu lado, sobre una mesilla, un abarrotado cenicero con un porro que se apagó solo y un bongó tan antiguo que parecía hacer pertenecido al gran Francisco Aguabella. Recuerdo cuando preguntaste como al aire qué música me gustaba y alguien respondió por mí “rock”, lo que te llevó a contestar “Deep Purple, Status Quo”, directamente, sin matiz que valiera y a añadir, “yo también los escuché de pequeño, a esos y a Pink Floyd”. Yo repuse que escuchaba rock and roll en general, y tú tocaste unos rápidos acordes en los que querías compendiar todo lo que significaba esa música en su simpleza; “pop”, continué ya algo dubitativo, y trataste de tocar algo, “La Chica de Ayer” me parece, bromeando sobre la melodía. Después, sin que nadie te lo pidiera, lanzaste un discurso sobre los acordes básicos del pop y el rock, el blues, el 4x4 y no sé que más, y alabaste con pasión la pericia de los músicos de jazz, su espiritualidad y la abisal complejidad de sus notas. Salir de aquella estancia fue una verdadera bendición. Ahora, pasados tantos años, te veo con la misma guitarra, en otra estancia, convenciendo a otro joven de lo simple que es el rock and roll mientras tratas de tocar “Seven Nation Army”, y de lo baboso que es el pop, tarareando más que tocando una de los Planetas. Después, probablemente sin que nadie te lo haya pedido, te lanzarás a explicar lo limitados que son esos tipos que hacen esas canciones tan fáciles y tan simples mientras que tú no has compuesto ninguna, ahí sumergido, buscando tu espiritualidad en un abismo de complejidades.
24 febrero 2011
DEAN WAREHAM + RINGO DEATHSTARR (TEATRO ISIDORO MÁIQUEZ DE GRANADA, 23-02-2011).
Después de perderme toda la actuación del grupo telonero, tenía verdadera curiosidad por ver a un ya veterano y curtido en mil batallas Dean Wareham recrear el sonido de sus inicios, en el seminal trío Galaxie 500. Un sonido cuyo encanto tenía mucho de intuición e imperfección. Aún con la sensación de ver a Luna tocando temas de Galaxie 500, Wareham y Britta Philips, acompañados del baterista Jason Lawrence y una ocasional segunda guitarra, recrearon el espíritu de aquella formación con bastante fidelidad. Consiguieron crear el clima sonoro propicio, resucitar aquel eco, que era de lo que se trataba. Atraer al oyente y trasladarlo a aquellos discos, aquellas sensaciones; siempre más crujientes en directo, pero igual de emotivas y enigmáticas. Sonido básico, esencial, acuchillado, vaporoso. Una eterna letanía velvetiana, con su misma corriente subterránea de excelsitud y oscuridad blues que anoche en Granada demostró su absoluta vigencia. Un suave in crescendo desde las iniciales “Flowers” y “Temperature´s Rising” (pertenecientes al primer álbum del grupo, “Today”, favorito de Wareham), pasando por “Blue Thunder”, “Fourth of July”, una maravillosa “Snowstorm”, la tormentosa y envolvente “Don´t let our youth go to waste” (creación de la banda partiendo del breve y homónimo tema a capela de The Modern Lovers de 1.972), la primigenia “Tugboat” o las revisiones del “Ceremony” de Joy Division y el “Listen, the snow is falling” de Yoko Ono (aquel capricho de Naomi Yang que grabaron en “This is our music”), con Britta reconvertida en Nico. Sonido amortiguado de un batería que sabe ralentizar, enriquecer y apuntalar a la vez, convirtiéndose en pieza clave de ese engranaje crepuscular. Britta, esencial y ondulante al bajo y Wareham desentrañando con placidez paisajes con su guitarra mientras se dejaba llevar por el escenario. Una feliz sucesión de todas esas composiciones cristalinas que parece que van a ser “Femme Fatale” pero después se bifurcan en múltiples direcciones, complementándose las unas a las otras.
18 febrero 2011
CREPÚSCULO
Lo vi acercarse por la acera, recortando el crepúsculo. Su andar era cansado, vacilante, más bien arrastraba los pies. El gesto duro, a la par que ausente; un punto irónico y distante, podríamos añadir. Aunque aún joven, aparentaba todos los años del mundo. Los hombros hundidos. Barba de algunos días. Daba la impresión de haber pasado muchos meses solo, aislado en una plataforma petrolífera o en un lugar del Polo, cumpliendo una de esas misiones que exigen dedicación, soledad y paciencia. Llevaba una gastada bolsa de cuero en una mano y un cigarrillo en la otra. Probablemente era hombre de pocos enseres y amigos, sin raíces, extranjero en cualquier lugar. Renuente a la comunicación, adelgazadas sus necesidades y expectativas a lo esencial; endurecido por las condiciones climatológicas severas y las cicatrices de una vida llena de altibajos y decepciones. Se acercó y me dijo:
“Hola, soy el fontanero, dónde está la avería”.
“Hola, soy el fontanero, dónde está la avería”.
16 febrero 2011
"El puente..
"El puente que ve pasar el río sabe lo que es la eternidad" (José Ignacio Lapido, de su canción "Cansado").
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Lapido
08 febrero 2011
POLVO
Sí, es verdad, los versos se tallan,
Y, de tanto tallarlos,
Cae sobre mis manos un polvo
Del que surgen nuevas ideas sobre ti.
Y, de tanto tallarlos,
Cae sobre mis manos un polvo
Del que surgen nuevas ideas sobre ti.
07 febrero 2011
06 febrero 2011
ESE DÍA
El día que no supe nada que escribirte hizo frío
Ese día,
Transcurrí por las calles como una hoja seca
Subí a dos autobuses urbanos
Fume decenas de cigarrillos
El día que traté de no pensarte
Ese día,
Pensé en agujeros negros
En cacerolas despidiendo olor a derrota
En tensos tendederos
En calles intransitables
En pocas oportunidades de empleo
El día que decidí no contestar cuando me llamaste al móvil
Ese día,
Mi vaho era gélido
Mis manos no cabían en ningún bolsillo
Había reptiles a la vuelta de las esquinas
Y la vida estaba ronca, muy ronca.
Ese día,
Transcurrí por las calles como una hoja seca
Subí a dos autobuses urbanos
Fume decenas de cigarrillos
El día que traté de no pensarte
Ese día,
Pensé en agujeros negros
En cacerolas despidiendo olor a derrota
En tensos tendederos
En calles intransitables
En pocas oportunidades de empleo
El día que decidí no contestar cuando me llamaste al móvil
Ese día,
Mi vaho era gélido
Mis manos no cabían en ningún bolsillo
Había reptiles a la vuelta de las esquinas
Y la vida estaba ronca, muy ronca.
16 enero 2011
11 enero 2011
EN VÍSPERAS DE REYES
Recuerdo aquellas navidades de la niñez que culminaban con el día de Reyes, quedándonos un par de días de vacaciones para disfrutar de los regalos. Me vienen a la memoria largos días de una navidad perdida en el tiempo, quizá especialmente solitaria. Rememoro juguetes de circunstancias que trataban de distraer la ansiedad y el deseo de recibir los nuevos. Había un viejo sofá, varios cojines; un fuerte del oeste desvencijado, con una maltrecha torre de vigilancia; un variopinto y diezmado ejército formado por efectivos de plástico de distinta procedencia: soldados perfectamente caracterizados de la guerra civil estadounidense (tanto nordistas como confederados); indios y vaqueros de un solo color que a duras penas se mantenían en pie; caballos de Famobil sin jinete; piezas supervivientes de un Exin Castillos; un poco disuasorio cañón de hierro que se iba para abajo y que protegía la entrada como buenamente podía; un lugar para que los caballos bebieran (se pasaban el día bebiendo y relinchando); dos desconchadas miniaturas metálicas de aviones de guerra; y un Geyperman con barba y el pelo cortado al uno, siempre aferrado a una metralleta. Unas veces atacaron los indios; otras el Geyperman lanzándose desde lo alto del sofá, con o sin apoyo aéreo; algunas los de la guerra civil sorprendentemente coaligados; otras los aviones caían sobre el fuerte, y ambulancias que sólo sonaban debían acudir al rescate entre el humo; en ocasiones se volcaba el sofá y… Así, entre centenares de conversaciones, avisos, acuerdos, estrategias, alianzas, lealtades y traiciones; envueltos en otros tantos susurros, gritos, gestos, ruidos y onomatopeyas, pasaron unos días dulcemente sordos, suspendidos en el aire, en los que todo encajó perfectamente.
05 enero 2011
CARLOS ZANÓN “Tarde, mal y nunca” (RBA, 2.011)
RBA reedita este mes la celebrada novela de Carlos Zanón, publicada inicialmente hace un año y medio por Saymon Ediciones. Todas las ciudades tienen su cara oculta, y Zanón explora la de Barcelona mediante una trama que, más que responder a los patrones de la novela negra (donde esta obra se suele ubicar), es reflexión en carne viva y a pie de acera; muestra palmaria de la fragilidad de los seres humanos, retrato de perdedores a los que no dejaron participar en el partido. Todo sucede durante veinticuatro vertiginosas horas envueltas en una persistente capa de roña, sometidas a sus propias reglas. Cotidianidad amarga y cutre a flor de piel. Descripciones de dedo en la llaga, que nos llevan a sentir la violencia (sin esa especie de mampara que suele separar al lector de escenas y situaciones incluso más escabrosas), a percibir plenamente el olor del odio, de la soledad, de la resaca, de la derrota; el embotamiento de las drogas, el ahogo de la fatalidad y la frustración y, sobre todo, el miedo latente, el miedo al otro, a la conciencia de estar atrapado, a la sensación de derrumbe inminente. En un tono narrativo ágil e incisivo, en ocasiones procaz, el narrador omnisciente se cuela por todas partes sin perder de vista el humor ni una intensa mordacidad que no pocas veces destila acritud, aunque también la suficiente ternura como para no empujar del todo la palanca del abismo. El autor mantiene la suspensión colocando al lector ante una tensa cuerda a punto de romperse de la que tiran en distintas direcciones decenas de circunstancias tanto sociales como personales; teniendo el mérito añadido de desarrollar paralelamente unas vidas ajetreadas y confusas, tanto por dentro como por fuera, para unos personajes bien trazados: vasos comunicantes sometidos a temperatura infernal.
Publicado en Paisajes Eléctricos en enero de 2.011
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juanfran molina literatura
01 enero 2011
BRAZO DE GITANO
Todo iba bien durante la cena de Nochevieja, un ir
y venir de platos y bromas en una estancia más iluminada de lo habitual,
alrededor de una mesa más grande y dispuesta con más esmero. Tintineos,
brillos, copas, trasegar de líquidos, brindis, cubiertos, alcánzame por favor,
gracias, luego, luego, exquisito. Todo iba bien hasta que me sirvieron aquel
trozo de brazo de gitano salado. Cayó en mi plato y, al colocar cuchillo y
tenedor sobre él, recordé exactamente los comentarios que hice el año anterior
al llevarme a la boca el primer bocado; comencé a recordar que al tragar ese
bocado rememoré el frío que pasé el año anterior al ir a recogerlo a la
panadería; y que, estando allí, de pie y con los pies mojados por la lluvia,
pensé que la dependienta del año anterior era más simpática, tanto que
conseguía hacerme olvidar el frío y la humedad. Me vino a la cabeza que aquel
año ella me habló de las costumbres de año nuevo en su país natal; y que yo
mientras evocaba que el año anterior fui mucho mejor acompañado a recogerlo, y
que, aunque en moto, no sentí tanto frío.
Texto incluido en el libro de relatos de Juanfran Molina "Ciclorama".
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