13 noviembre 2010

ENTREVISTA JORGE MARTÍNEZ (ILEGALES)

“CERRANDO Y ABRIENDO PUERTAS”
ENTREVISTA DESPEDIDA A ILEGALES Y BIENVENIDA A JORGE ILEGAL Y LOS MAGNÍFICOS.

Jorge Martínez no quiere llegar a los 60 tocando “Soy un macarra”, por ello ha decidido, cinco años antes, que es el momento de aparcar definitivamente a Ilegales y proceder a la exploración de nuevos caminos. Lejos de volverse cantautor, participar en realitys o abandonarse al circuito de viejas glorias, el calvo con la cabeza más bullente del rock español sigue complicándose felizmente la vida y avanzando en sus inquietudes. Para ello vuelve la vista a estilos desarrollados entre los años treinta y la emergencia de Los Beatles, con la noble intención de recuperar caminos abandonados y devolver la dignidad y el estilo a las orquestas de baile. Jorge Ilegal y los Magníficos (denominación que homenajea a una de esas orquestas en las que tocó en su adolescencia) recrean, en un repertorio repartido al cincuenta por ciento entre material propio y versiones, chachachás, tangos, boleros, rock and roll primigenio, Twist, guarachas y habaneras; interpretadas en su idioma original, ya sea español, inglés, francés o italiano. Una formación Ilegal de lujo, todos impecablemente trajeados y utilizando instrumentos antiguos que garanticen la recuperación fidedigna de aquel sonido, de aquel sabor, asume este reto, que por la calidad de los implicados y el rigor de su líder, pinta muy bien. Jorge ha contestado gentilmente nuestras preguntas después de ser perseguido por todo el país cuestionario en mano, sacando tiempo entre las decenas de exitosos conciertos que están conformando la gira de despedida de Ilegales, “Adiós Amiguitos”, que por si fuera poco, en 2.011 les llevará al continente americano.




- ¿Qué te dijeron en casa cuando anunciaste que te ibas a dedicar al rock and roll? ¡Tenemos un hijo anormal!... subí el volumen del tocadiscos y ya no tuve que aguantar a mi padre.

- ¿Por cuánto tiempo y a qué edad tocaste en orquestas de baile?
Empecé con lo de las orquestas hacia los dieciséis; era la manera de ganarse una pasta y comprarse un equipo. Lo malo es que había que tocar pasodobles y eso me ponía enfermo; siempre estaba soltando barbaridades por el micro a los que bailaban, les decía: “a continuación música para imbéciles” o cualquier otra chorrada y ya estaba montada la bronca. Aguanté unos cuantos años, un día me harté cogí mi guitarra y mi ampli y a la mierda los pasodobles.

- ¿Qué temas tocabais en Madson o Metálicos que pasaron posteriormente a Ilegales?
“Lavadora blues”, “El piloto”, “Soy un macarra”, “Perjudicial”, “Ángel exterminador”…

- ¿Por qué no se publicaron en su momento, en elepé o single, temas como “Perjudicial” y “Desesperados”? son excelentes, sobre todo la segunda.
Desesperados fue desechada por discos Arrebato, incluso perdieron el master; la versión que está en la caja “126 canciones ilegales” se extrajo de un casete que apareció por casualidad en el último momento

- ¿Puedes trazar a grandes rasgos la historia de Ilegales a través de las guitarras que has usado en cada etapa?
Al principio llevaba una Ibanez copia Les Paul; hice todo el primer disco con ella. En el segundo me hice con una vieja fender jaguar que tiene un tacto divino. Después de esto ya no hubo cura posible; cuando quería un sonido iba hasta el fin del mundo a buscar la guitarra que fuese costase lo que costase.

- Parece ser que en algún concierto has llegado a disculparte por la producción de “Agotados de esperar el fin”. ¿Qué pasó ahí?
El técnico aceleró la cinta para que coincidiese con la afinación estándar; eso explica la voz de pito y ese sonido de alambre. Es el disco mas vendido y a todo el mundo le gustó pero a mí no. Es una pena, porque las canciones son demasiado buenas para hacerles una puñeta así. En “Agotados de esperar el fin” nos travestimos de pop para llegar al máximo público posible y conquistar una total independencia. Es un ejercicio peligroso y tienes que mantenerte atento para que el éxito no sustituya a tu personalidad.

- ¿No presionó la compañía para obtener otro “Agotados de esperar el fin”, en vez de la causticidad de “Todos están muertos”?
A ninguna compañía se le ocurrió nunca presionar en ningún sentido. Ni siquiera les dejábamos entrar en el estudio cuando estábamos grabando. Les entregábamos el disco hecho, cogíamos la pasta y ya está.

- “Ángel Exterminador” se compuso prácticamente una década antes de ser publicada. ¿Tuviste siempre en la cabeza hacerlo?
Ilegales no tenían saxo ni teclados, había cosas que no se podían hacer. Sacrificábamos parte de la música en aras de la agilidad pero sabía que llegaría el momento.

- ¿Qué importancia tuvo el sonido de BB King y sus orquestas en discos como “Chicos Pálidos…” o “Todo está permitido”?
Creo que han influido muchas grandes orquestas, siempre oigo un montón de música de todas las épocas. Las mayores influencias podrían ser Duke Ellington y Louis Jordan.

- ¿Has escuchado algunas de las versiones que se han hecho de tus temas? ¿Qué te parecen?
Es interesante, siempre hay algún aspecto que no he previsto antes

- ¿Cuál fue el momento álgido de Ilegales?
A nivel artístico la época de “El corazón es un animal extraño”. No se qué me pasaba pero estaba constantemente inspirado…me venían a la mente todas esas canciones llenas de significados. Mi vida personal era como una novela negra y era muy duro vivirla pero estaba entusiasmado con lo que estábamos haciendo.

- ¿Hay cosas que te gustaría cambiar de tus canciones, producciones, arreglos, alguna letra, etc.? ¿Algún ejemplo?
Cuanto más vivo más cambio; cambiaría algunas cosas y quizá me estuviese equivocando.

- Aunque ya es un formato olvidado, ¿Qué temas (sin incluir a Ilegales) grabarías en una cinta a alguien que mostrase interés por conocer el pop y rock hecho en España?
“Lo tienes claro” de Cardiacos, “John Wayne” de Enemigos, algo de Nacha Pop, algo de Siniestro Total,”Esto es un atraco” de Burning, algo de La Frontera…

- Pasemos al apartado de leyendas urbanas, ¿Parte la letra de “África Paga” de experiencias reales ocurridas durante la mili?
He tenido una parte de la mili realmente intensa. Se produjeron ocho muertes en dos meses entre mis compañeros. En esa época las cosas eran muy diferentes y había que estar en total alerta. Allí me di cuenta de que era más fuerte que los demás y que saldría con vida incluso del mismo infierno.

- ¿Es cierto que estabas encarcelado cuando escribiste “Delincuente Habitual”?
Nunca estuve en la cárcel pero la policía me detenía y me encerraban alguna vez en el cuartón. A veces para prevenir un enfrentamiento generalizado, por escándalo público o cualquier otra cosa divertida de esas que aterrorizan al ciudadano medio. Los polis solían decirme: “joder, Jorge, no nos compliques la vida”.

- ¿Llegaste a pasearte por Gijón con un stick de Hockey?
Sí. Le había dado de garrotazos a un chulo de putas yonqui y este elemento había pagado en droga para que me matasen. Anduve varios años armado; antes a la cárcel que al cementerio.


“A ninguna compañía se le ocurrió nunca presionar en ningún sentido. Ni siquiera les dejábamos entrar en el estudio cuando estábamos grabando. Les entregábamos el disco hecho, cogíamos la pasta y ya está”


- ¿Puede ser la aceptación del grupo en América la mejor sorpresa que te has llevado con Ilegales?
Me encanta América. Sentía nostalgia de América antes de haber estado allí. Cuando llegué y me cuenta de que arrasábamos casi me meo de gusto.

- ¿Cuál es el nivel de distribución de vuestros discos en Latinoamérica?
En América la mayor parte de los discos son “quemados”; muchos miles de personas tienen discos de Ilegales de uno u otro origen. Es un público completista, buscan hasta la más oscura versión.

- ¿Va a haber gira de despedida allí o Ilegales permanecerán activos al otro lado del charco?
Iremos a despedirnos como la ocasión lo reclama…a todo volumen.

- ¿Te sorprendió que os llamaran para tocar en el FIB? ¿Te gustó algún grupo?
Creo que llevar a Ilegales al FIB es todo un ejercicio de congruencia, Ilegales llevan tocando esos estilos de música que se consideran vanguardia desde antes de que el FIB existiese. Me hicieron tal cantidad de entrevistas y fotos que no tuve tiempo de ver a ningún grupo. Al final me harté y me fui a la barra a tromparme.

- Si Ilegales es el mejor grupo en lengua española, ¿Quiénes completan el podio?
Cardiacos, Nacha y Enemigos.

- ¿Cómo surgió la cosa de la concesión del Disco de Diamante? ¿Cuántos discos calculas que habéis podido vender? Teniendo en cuenta la gente que conoce los dos primeros, es imposible que no tengáis varios de platino.
Una vez entramos en los ordenadores de alguna compañía y descubrimos la verdadera contabilidad. Sí, hemos vendido muchísimos discos.

- ¿Te parece tan dramática la situación de la industria discográfica, la venta de discos, las descargas de Internet, etc.?
La situación es dramática para el cine, la música, la literatura…los únicos que ganan son las operadoras, además se suma la crisis general.

- Has declarado que la canción que más te costó terminar fue “Libérate”. ¿Alguna otra que se pusiera especialmente complicada de rematar?
“Enamorados de Varsovia” también fue un parto difícil; la grabamos para el primer disco y el segundo. Hubo que desecharla dos veces, no le cogíamos el punto.

- ¿Qué es lo más importante que has aprendido en 30 años de Ilegales?
Psicología de las masas.

- ¿Cuál es el bluesman que más te ha sorprendido?
Lonnie Johnson, es el eslabón entre muchas músicas imprescindibles.

- Como contemporáneo, ¿Qué te pareció lo más interesante de la música punk?
El punk era necesario; no había otra forma de salir de todo aquel rock sinfónico y pretencioso.

- El tema de la educación, la escuela, es recurrente en muchas de tus letras. ¿Qué opinión tienes de la situación actual?
No tengo ni idea, creo que me he librado por fin de ir a la escuela.

- ¿Qué estás leyendo últimamente? ¿Te gustan los cómics?
Leo tres o cuatro libros al tiempo, generalmente filosofía, tratados científicos, literatura grecolatina…nunca cómics.

- ¿Desde cuándo tienes en mente un proyecto como Jorge Ilegal y los Magníficos?
Hace unos diecisiete años que fantaseábamos con esa historia, por entonces era imposible porque no se podían encontrar los instrumentos que necesitábamos para hacerlo bien. Ha sido un proceso lento, costoso y laborioso; algunas cimas son difíciles de conquistar.


“Una vez entramos en los ordenadores de alguna compañía y descubrimos la verdadera contabilidad. Sí, hemos vendido muchísimos discos”

- Preséntanos a la formación.
Juan Flores es el que sopla los vientos, Jaime Belaustegui batería, Alejandro Blanco contrabajo, Juan Zem vibráfono y yo me encargo de las guitarras y la voz. Es importante elegir músicos solventes para no pasarse la vida ensayando. Así siempre será divertido tocar.

- Temas como “El piloto”, “La fiesta” o “Como lo haces tú”, estilísticamente podían caber en el repertorio de Jorge Ilegal y los Magníficos. ¿Te has planteado utilizarlos?
Son verdaderas antiguallas en su concepción que se vuelven actuales por algún tipo de magia que no logro entender. Ese tipo de música es lo que oía antes de cumplir diez años. He pensado en utilizar “Como lo haces tú” pero no quiero cruzar la frontera entre Ilegales y Magníficos…sería peligroso.

- Me gustaría saber qué guitarras utilizarás distintas con los Magníficos, respecto de Ilegales, y qué tipo usarás según qué estilo.
Son guitarras totalmente diferentes. En Ilegales se usan guitarras de cuerpo sólido capaces de absorber altas dosis de distorsión, en los Magníficos hay que utilizar instrumentos acústicos de alta gama fabricados algunos de ellos hace setenta u ochenta años. No es fácil encontrar guitarras de esa edad en perfecto estado pero he conseguido unas veintitantas. Gibson, Harmony, Kay, Paramount, Slingerland ,Vega…pero la más sorprendente es un prototipo de Ramírez que es todo mi orgullo y alegría.

- ¿Qué otros de instrumentos poco habituales se van a utilizar?
Vamos a resucitar el vibráfono y la marimba que son instrumentos que llevan largos años desaparecidos de los escenarios y que aportan sonoridades increíbles. También hay una colección de instrumentos de viento que quita el hipo. Intentaremos crear una exposición itinerante con puntos de escucha para que los músicos y la gente en general puedan acercarse y conocer de cerca instrumentos tan poco frecuentes.

- ¿Has pensado en incluir algún folleto con fotos e información sobre los instrumentos, en el interior del primer CD que se publique, o incluso entregándoselo en mano a los asistentes a los conciertos?
Se ha pensado en ello y estaría bien poder llevarlo a cabo.

- ¿Qué música escuchabas al principio de tu carrera y cómo fuiste evolucionando como oyente hasta llegar a los sonidos que vas a recrear con Jorge Ilegal y los Magníficos?
Lo primero que me impactó fue el rock and roll que por entonces era toda una novedad; yo tendría unos tres o cuatro años y cuando lo escuché me puse loco. El rock es una perfecta música infantil; es mucho mejor que toda esa mierda de músicas que se hacen expresamente para niños. También hay otras músicas realmente interesantes desde el tango al bolero pero en la radio en los cincuenta casi todo era canción española y luego en los sesenta, en plena revolución beat, todo era pachanga. Los años sesenta a España no llegaron hasta 1.966 por lo menos. Eso si lo tuvimos en cuenta y los años ochenta llegaron en 1.979. Ilegales estaban entre quienes aceleraron la máquina del tiempo.

- El repertorio consta de versiones y temas propios. ¿Ha cambiado tu forma de escribir al acercarte a estilos como chachachá, tango o bolero, y a esta nueva estética como banda?
Estos estilos son muy literarios, se prestan mejor a un desarrollo y facilitan las cosas a la hora de escribir. El español es un gran idioma a pesar de La Real Academia de La Lengua y es un placer utilizarlo.

- Gracias por tu tiempo y mucha suerte con el nuevo proyecto.
¡Viva feldespato!

10 octubre 2010

MENSAJE EN UNA BOTELLA (6)

SPECTRUM MEETS CAPTAIN MEMPHIS “Indian Giver”(Birdman, 2.008)

Un encuentro curioso y apetecible. Peter Kember frente a Jim Dickinson. Temas de siempre de Sonic Boom más una gran revisión del “When tomorrow hits” de Mudhoney en la que llamean a fuego lento los Stooges. Los temas de ambos se intercalan, pero acaban conformando un todo estimulante e hipnótico, circular. Distorsión erizada, sintetizadores ululantes y raíces musicales que flotan en un aire impregnado de blues (“The old cow died”), mientras épica y Suicide coinciden en “The lonesome death of Johnny Ace”.

20 septiembre 2010

EL CONCESIONARIO

El polígono estaba irregularmente rodeado de tela metálica, dejando esa sensación tan habitual de eterna provisionalidad. A los pies del vallado crecían matorrales de apariencia ferruginosa, moteando tristemente un camino de tierra y polvo salpicado de excrementos de animales y abandonos varios. Tras esa frontera, a unos doscientos metros, se erigía el concesionario: aluminio, publicidad, coches y cristaleras. Dentro, alejado de todo polvo y calor, el Delegado pasaba el pulgar por la barbilla con desgana, mientras observaba el deportivo gris brillante de trescientos y pico caballos que le presentaban. Todos los ojos estaban puestos en la escena, siguiendo al apurado vendedor cuando levantaba y mostraba con una sonrisa el maletero, advirtiendo que su escasez de espacio respondía a que se trataba de un coche todo menos familiar (un guiño saltó de su cara); cuando abría las puertas de par en par, daba un leve puntapié a los neumáticos o pasaba la palma de una mano extrañamente acariciadora por la piel del asiento, el volante o el salpicadero. El Delegado paseaba distraído en derredor del auto cuando le sobrevino a la mente, casi provocando una sonrisa, el recuerdo de sus alocados viajes en los coches de choque de su niñez. El sonido de la apertura automática del inacabable capó gris brillante le devolvió a la realidad, si es que aquel limbo se podía denominar así. El vendedor hizo un comentario elogioso de la fortaleza del coche mientras golpeaba con los nudillos la barra de hierro protectora del motor. Poco a poco, los demás empleados y algún cliente se unieron sigilosamente a la reunión repitiendo el ritual de golpear aquella superficie de hierro mientras asentían con la cabeza, murmurando para sí palabras tan ininteligibles como previsibles y convenientes. Estaban llamando a las puertas de su cielo.

31 agosto 2010

MISIVA TRES: “CERTEZA”

“Sé que vienes, te oigo al despertar, noto que estás llegando, que te acercas.
Miro por mi ventana y me inunda tu inminente presencia por oleadas.
Oleadas de motores en marcha, de humo y calor, de aire manso y caliente atravesado por aquella última mirada que intercambiamos. Increíblemente cristalina, acuosa, irradiando una luz difusa; la chispa de una verdad que comenzó a florecer de pronto y a brillar contra mi pecho. Sé que vienes, llegas un poco en cada vehículo que pasa, eres un poco de todos los perfiles de conductores que acierto a ver. Eres patillas, barbas, narices, muecas, pendientes, carmín, dientes, mellas, sudor, cansancio; y te vas acercando.

Eres una ola de calor y humo que empuja mi esperanza, manteniéndola tibia y palpitante”.

16 agosto 2010

EL ÁNGEL

Eran sobre las siete menos cuarto de la mañana cuando me dirigía a recoger mi coche y largarme al trabajo. Prácticamente amanecía, y en mis auriculares crepitaban la poesía y crudeza de "Polvo de Ángel", aquel maravilloso y olvidado CD acreditado a El Ángel y los Volcánicos, grabado por El Ángel y Ana Curra en 1.994 y publicado, sólo eso, por Nuevos Medios. Mientras abría la puerta del garaje, un coche lleno de jóvenes que venían de fiesta se acercó, escuchaban a volumen atronador ese tema que han sacado Marta Sánchez y Carlos Baute, se detuvieron a mi altura y me gritaron: “¡Eh, no seas carca, deja la radio y escucha música!”.

11 agosto 2010

GRILLO

El ruido de una moto lejana me produce una dura percepción de olvido,
(de la velocidad a la que avanza el olvido de quien sufres si te olvida y sufre olvidándote)
No, mejor de abandono:
El recipiente que nadie cuidaba se quiebra y todo se derrama en el suelo:
Yo también, ahogándome al principio.
Atravesado por el calor veraniego, soñando la certeza,
¿Cómo puede ser eso posible?,
de que la temperatura no dejará de avanzar hasta el infinito,
Hasta que algo en mí comience a arder y no pare.
Arder en el centro de una duda.
Hasta que con la retirada del sol algo se desate y, entonces,
Cerrar los ojos y sentirte perdido.
Ojo, dulcemente perdido, deslizándome en mi memoria, mi recuerdo, mi pasado.
Esperando la noche con ojos cada vez menos apretados y huir a lomos de un grillo insistente.
A la velocidad que avanza la necesidad de nacer a un nuevo día.

31 julio 2010

MENSAJE EN UNA BOTELLA (5)

PATRICIA HIGHSMITH “Ese dulce mal” (1.960).

Una lenta y minuciosa preparación, una imperceptible aclimatación, un hábil asentamiento de bases del que no somos plenamente conscientes, y ya estás dentro: el impecable tiralíneas acota el escenario (esa leve y creciente desazón). Luego el punto de inflexión, y el desnivel se va acentuando progresivamente, magistralmente. Se lanza la cotidianidad por un tobogán absolutamente perturbador que atenaza en el más puro y excitante suspense, gracias a su cuidada verosimilitud, a la sorpresa constante que nos produce la normalidad con que suceden las cosas, la lógica de cada pequeño mecanismo. Irse hundiendo viajando en una barcaza de vaivenes emocionales, ir avanzando por un túnel cada vez más asfixiante y oscuro, más profundo, hasta… Fina ironía, punzante sarcasmo, aguda observación, comparaciones sublimes, definitivas y suficientes descripciones. Personajes que van mutando en inquietantes piezas. Lirismo seco.

22 julio 2010

Tierra de nadie

Al atravesar la puerta decidió volverse, diciendo que aún le dolía muchísimo la cabeza. Pero entre las sílabas "be" y “za", se produjo un inconmensurable portazo.

20 julio 2010

MENSAJE EN UNA BOTELLA (4)

VARIOS “We Are Only Riders – The Jeffrey Lee Pierce Sessions Project” (Glitterhouse, 2.010)

The Gun Club, la banda que lideró Jeffrey, exudaba energía, a veces un calambre incontrolable, desarrollando un sentido del blues tan profundo como delirante, absolutamente excitante. Desaparecido en 1.996, ahora, descubiertas unas cintas con temas en los que estaba trabajando, un escogido puñado de amigos y almas gemelas recrean esos cortes junto a temas previos a TGC y otras reconstrucciones que parten de letras y bosquejos. El resultado es excepcional, dueño de una febril armonía; tira hacia el country en un ejercicio hipnótico y fantasmal de delicadeza y ansiedad.

18 julio 2010

Estación de servicio.

En la parte de atrás de la estación de servicio, mientras los padres duermen en el coche, los niños, mostrando levemente sus lenguas por entre una sonrisa pícara, rompen botellines vacíos de cerveza: uno contra otro, otro, otro.... Ese ruido marca casi con exactitud el paso del tiempo bajo el sol de julio.

14 julio 2010

TEMA DEL MES

RICHARD HELL AND THE VOIDOIDS “Blank Generation” (1.977).

La primera vez que la escuché fue de casualidad en la radio, era muy pequeño; me impactó, pero no conseguí quedarme con el nombre del grupo. Pasados algunos años, y ya metido en la vorágine del aficionado, cayó en mis manos ese primer elepé de Richard Hell & The Voidoids, llamado como el tema que nos ocupa. Su mejor canción de largo, un tema que ya pertenecía al repertorio de Television cuando Hell estaba en la banda, y que posteriormente los SexPistols reconvirtieron en "Pretty Vacant". Un golpe de inspiración desde el riff inicial, el punteo que acuchilla, el tempo, la geometría quebradiza y rompiente de la guitarra del gran Robert Quine; los coros en ese inesperado final, la letra, la convicción interpretativa, rara en Hell. Es de esas canciones que te embargan para siempre.

08 julio 2010

ÁLEX ROMERO & LÓPEZ RUBIÑO “La canción de los gusanos” (Norma Editorial, 2.010). Guión Álex Romero, dibujo López Rubiño.

Se trata de un tebeo cuya peripecia se sitúa en la Primera Guerra Mundial, pero su análisis, como en toda obra que se precie, es extrapolable, no sólo a cualquier conflicto armado, sino a toda situación límite en la que los valores y debilidades del ser humano entren en colisión. El dibujo cuida lo espectral, transmitiendo una insondable sensación de vacío tanto en las caras, gestos o miradas, como en los objetos, paisajes y “telones de fondo”, subrayada por motas de belleza. Pone de relieve lo tétrico; el inerte y azaroso espacio entre la vida y la muerte; el reseco ruido de los pasos con una caminar gris pesado; una apremiante sensación de estupor; la desolación del campo de batalla tras la refriega, convertido en el desdibujado contorno de la miseria, la sangre seca y el polvo sin fin; continuo y rutinario deambular de burlones y ligeros espíritus desmembrados por la guerra y las ratas. El tiempo parece quedar detenido entre episodios escalofriantes y frases lapidarias, delirio, cinismo e ironía. Los autores consiguen trasladarnos el olor de la muerte allí donde la vida trastabilla ante el peso e influencia de aquélla, desarrollando una asombrosa historia (que me niego a denominar fantástica de tan palpable como es) de desesperanza, crueldad, hipocresía, ilusiones rotas y predestinación; y ofreciendo una reflexión muy personal y pausada acerca del gran absurdo que se cierne sobre la vida y el destino de las personas en cualquier caprichoso momento, tras cualquier caprichoso desencuentro de esos poderes que perpetuamente nos superan y someten. Casi podemos alcanzar a ver el incesante batir de la puerta que separa a los vivos de los muertos. Viñeta a viñeta, en un inquietante suceder, el ser humano saca a pasear, violento, cruel e insensible, lo peor de sí sin embarazo. Aterroriza la constatación de que, liberado de convenciones morales en un momento determinado, oculto tras la aniquilación de las reglas básicas, el hombre se inclina por liarse a dentelladas y encuentra su mayor placer en la imposición bruta. Hay que leerlo.

06 julio 2010

MENSAJE EN UNA BOTELLA (3)

CLEM SNIDE “The meat of life” (Houston Party, 2.010)

El séptimo álbum de la banda de Eef Barzelay, primero grabado desde su reunión al cabo de tres años, supone un regreso de auténtico lujo. Consistentes y a menudo vibrantes canciones, de estribillos memorables, y ajustados arreglos de cuerda y viento; utilizados con el mismo buen gusto que el piano y el órgano, para dotar a los temas de puntuales y frondosos apoyos. Pop inspirado y emocionante, cadencias acústicas y excitación eléctrica; reminiscencias folk y country, detalles soul, y reflejos de Neil Young, o de los Teenage Fanclub más animosos en “BFF”.

01 julio 2010

PLÁSTICO AZUL

Esta mañana he tenido el placer de ver a solas la exposición sobre José Val Del Omar en el centro de arte José Guerrero de Granada: alucinante. Después de emerger al ruido de la ciudad por algún sitio que no recuerdo fui a comprar algo al Hipercor. Al ir a pagar, el cajero trató de venderme inopinadamente un solitario paquete de arroz abandonado por otro cliente, “son sólo setenta y cinco céntimos”. Pero ¿qué le pasa al capitalismo, que ya te coge del brazo para venderte cualquier cosa? Al atardecer, estuve corriendo unas vueltas por los Paseos Universitarios mientras un punk, sentado en un banco, se demoraba en acicalarse su anaranjada cresta ante un pequeño espejo bordeado de plástico azul.

28 junio 2010

MENSAJE EN UNA BOTELLA (2)

CATL “With the lord for cowards you will find no place” (Folk Brand records, 2.010)

Totalmente irresistible: un trío canadiense de guitarra, batería y órgano. Su segundo álbum vuelve a ser una conjura de blues del Delta y garage cochambroso para perderte (ritmo desaforado y cadencia hipnótica); resabios de los Rolling Stones del período 68-72 y electrocuciones punkabilly. Rindiendo apasionado tributo a Charlie Patton y Otis Hicks. Adictivo y ardiente.

21 junio 2010

MENSAJE EN UNA BOTELLA (1)

DAN SARTAIN “Lives” (One little indian, 2.010)

Tercer disco de nuestro amigo, tan retro como delicioso. Números de garage ortodoxo, reminiscencias de los primeros Stones, rock and roll, country al gusto de Lee Hazlewood con su sesgo psicodélico, o pop compartiendo vagón y entremezclándose con Kinks, Zombies y Yardbirds. Guitarras oxidadas, órganos flotantes y nebulosos. Sonidos añejos y esenciales, naturales, esquemáticos, nada forzados; como un Jon Spencer menos desbocado, exento de agresividad e histrionismo. La mano del productor Liam Watson (The Ettes, The White Stripes, Bronco Bullfrog) se nota. Todo en media hora. Hala.

18 junio 2010

T.N.T.

Siempre he dicho que “Manifiesto Guernika” de T.N.T. era mi disco punk favorito, y aún lo sigue siendo, pasados hace mucho tiempo ya en mi caso los años en que un vinilo te marcaba profundamente; pues encierra y concreta todos aquellos estímulos que hicieron de esta música algo excitante para mí. Quizá por eso me resultó tan ilusionante poder contar con Jesús Arias como miembro del jurado durante dos ediciones del concurso de rock que yo organizaba: es un maestro. Muchos son los defectos de aquel trabajo editado en 1.983 por DRO, sobre todo en lo referente al sonido, lacra de muchos grandes elepés españoles de la década de los ochenta: poca consistencia, guitarras ratoneras, etc. Respecto de la voz, evidentemente la de José Antonio García es mucho mejor, como se podía oír en “Sin futuro”, pero me quedo con la de Arias para esas canciones, ese momento, ese mensaje. Joe Strummer decía que el mejor punk rock tiene melodía, y que éste le gustaba cuando sonaba razonado y melódico. En ese sentido, siempre he considerado las composiciones de T.N.T. como directamente buenas canciones, más allá del estilo en que se pudiesen encuadrar: atractivas y trabajadas variaciones en estrofas y estribillos, bien construidas melódicamente, sin la gratuidad sonora que ha convertido a buena parte de la producción musical denominada punk en algo plano y perfectamente previsible. Sus textos están cuidados, casi mimados; poblados de escogidos referentes, transportan sentimientos, sensaciones, opiniones… Huyen del exabrupto y del panfletismo, matizan el nihilismo; toman partido, entran en acción, transmiten. Es un disco con una fuerte carga ideológica, pero sin seguidismo que valga, a pesar de los menos de veinte años que su letrista tenía en aquel momento; reflexivo, comprometido y amplio de miras.

Anoche asistí al concierto de T.N.T. en la sala Planta Baja de Granada (acaban de regrabar y dar algún retoque a los temas de “Manifiesto Guernika”, que verán la luz bajo la denominación “Manifiesto XXI”), a sabiendas de que iba a reencontrarme con una parte importante de mi historia musical (precisamente antes de entrar a la sala tuve oportunidad de comentar con Antonio Arias las vueltas y vueltas que di a una cinta de noventa que traía por una cara el primero de 091 y por la otra el de T.N.T.), que iban a desempolvarse solos muchos recuerdos y sensaciones, como ya me ocurriera, más intensamente, claro, la primera vez que los vi en directo, en un festival del Zaidín de, creo, hace veinte años. Noche de reencuentros para mucha gente, incluso para mí, que tuve casi al lado a un par de punkis de mi pueblo a los que nunca llegué a conocer, ya de imagen normalita, que hacía más de veinticinco años que no veía, y que en su día me tenían alucinado con su imagen tan punk y sus camisetas de los Clash.

El concierto en sí comenzó algo flojo de sonido pero fue mejorando tema a tema, conforme se entraba en calor, con una formación que recoge a la mayor parte de los miembros originales (Jesús Arias, José Antonio García, Ángel Doblas) con el añadido de nuevo batería y otra guitarra. Sonaron los temas de siempre con más contundencia y mejor ejecución, algunos ejerciendo el mismo efecto sobre mí que antaño, tanto tiempo después, como “El jardín extranjero”, “Cucarachas”, “Sin futuro”, “Gilmore 77” (mucho mejor que el “Gary Gilmore´s eyes” de los Adverts) o “La noche del ángel salvaje”, a los que se sumaron otros nuevos tan prometedores como “Eclipse”, y versiones como una demoledora “Baby please don´t go” y la despedida con el clásico “I fought the law” vía Clash, con Antonio Arias, cómo no, saltando como un poseso ante el micro. La mejor noticia, de cualquier manera, es que esto es simplemente la antesala de un próximo lanzamiento discográfico mucho más ambicioso.

30 mayo 2010

JAIME GONZALO “Poder Freak. Una crónica de la contracultura. Vol. 1” (Discos Crudos, 2.009)

Jaime Gonzalo (escritor y co-director de la revista Ruta 66) afronta con este libro el inicio de una trilogía empeñada en analizar el entramado de las distintas corrientes y manifestaciones que fueron, a partir la Segunda Guerra Mundial, caldo de cultivo de lo que cuajó en el período 1.964-1.972 en lo que se dio en llamar Contracultura.
En este volumen cabe el estudio de piezas de rompecabezas tan dispares como las bandas juveniles, los Hell´s Angels o las groupies; rockers y mods; el advenimiento de las drogas y movimientos como situacionismo, generación beat, comunidad gay, feminismo o incluso satanismo. Todos como fruto, a veces peculiar, del complejo tejido de usos sociales, aspiraciones, situación económica, ideologías, intereses contrapuestos y condicionantes, desarrollado en un período tan especial como resbaladizo y convulso. Una atractiva puesta en orden de antecedentes, ramificaciones, mutaciones y desenlaces.
Gonzalo se moja, se muestra incisivo pero no frivoliza, manteniendo una mirada sanamente desmitificadora y una prosa densa en su afán por incluir y articular todos los factores, todas las vías de consideración que se le plantean. Se hace preguntas interesantes en cuya analítica búsqueda de respuestas le acompañamos, siendo testigos de cómo conforma su corpus teórico, transmitiéndonos el fruto minuciosamente razonado de una madurada reflexión. Investigando en los escombros de muchos sueños o avanzando con determinación, machete en mano, por toda una selva de tópicos que suelen ser mullido y fresco colchón de críticos acomodaticios, y excusa para los más banales juicios.
Es un intento loable y necesario de desenmascarar y librar de las capas de lugares comunes aceptados por la mayoría, a esa aportación cultural tan matizable denominada “Contracultura” en cuyas contradicciones y excitantes promesas residió la formación de una generación a la que el autor pertenece. Ahora y desde aquí, mirando hacia atrás en un sano ejercicio desde las ventanas del engañoso balneario de quietud, posiciones inmutables y uniformidad a lo que todo ha quedado reducido.
La infatigable profusión de datos (descripciones generosas y detalladas), ilustrativas digresiones, jugosas y esclarecedoras anécdotas, y curiosas e inopinadas conexiones que ayudan a comprender abriendo el campo, convierten la lectura en un ejercicio que acaba deviniendo apasionante. He aprendido mucho.

Reseña publicada en "Paisajes Eléctricos".

29 mayo 2010

LOCURA

El día que se alborotó el cabello en plena calle, tamborileó con sus dedos en cualquier superficie, gesticuló mientras discutía consigo mismo a buena voz, rio sin venir a cuento moviendo la cabeza de lado a lado, sonrió a los transeúntes girando robóticamente su cuerpo, pidió cigarrillos a discreción que unos metros más adelante destrozaba entre sus manos, cambió decenas de veces en la misma acera de sentido mientras caminaba, saltó un seto, volvió a saltar donde no había nada y cayó carcajeándose al suelo, caminó meditabundo por el centro de la calzada, dedicó una canción desentonada a los viajeros del autobús, y miró fijamente objetos que sólo él veía; lo hizo porque le embargó la irresistible sensación de que todo, todo, era posible a partir de ese momento.



Texto incluido en el libro de relatos de Juanfran Molina "Ciclorama". 

28 mayo 2010

LORI MEYERS “Cuando el destino nos alcance” (Universal, 2.010)

He leído por ahí que incluso el productor del último trabajo de Lori Meyers, Sebastian Krys, se ha visto obligado a mandar una nota de prensa para salir al paso de los ataques que ha recibido “Cuando el Destino Nos Alcance”, reciente último lanzamiento de los de Loja, por parte de determinados seguidores del grupo. No conozco el contenido de tales descalificaciones, aunque puedo imaginarlo, pero me parece exagerado que Sebastian hable de actitudes fascistas (una palabra que, al igual que "terrorismo”, se utiliza cada vez con mayor ligereza).
La primera vez que escuché el disco en cuestión me pareció estar ante unas remezclas del repertorio de siempre de los granadinos, algo que no tiene por qué ser en principio algo negativo. Me resultó chocante, y esto es algo con lo que supongo que el grupo contaba. Es una apuesta comercial, que duda cabe, un paso (valiente, hay que reconocerlo) en pos de acercar más público a su propuesta sin comprometer en exceso su esencia (valga el tópico); que les está granjeando no pocos sinsabores y que el tiempo dirá hacia dónde les lleva.
Los temas no sé si viajan en el tren equivocado, pero sí en un medio que les es extraño (el interludio en plan CSN&Y de “Ventura” es un auténtico remanso en su simplicidad). Estas producciones de pop comercial de base electrónica tienen eso: son efectistas per se, siempre luminosas, restallantes; todos los detalles, toda la complejidad que puedan albergar tiene como fin una asimilación inmediata. Ni orfebrería, ni riesgo en construcciones complejas, y momentos de respiro los justos: nadie cuenta ya con la paciencia del consumidor (¿o nunca habéis tenido la sensación de que tal CD no se lo podéis poner a ciertos amigos en el coche por no ser lo suficientemente impactante en un primer contacto?).
Tras varias escuchas me parece un buen disco en líneas generales, y, lo que es más importante, con tendencia a crecer. Hay composiciones notables: “Corazón Elocuente”, Motown vs. 80´s; o “Castillos de Naipes”, su encuentro con Manuel Alejandro. Y, aunque no superan el nivel de trabajos anteriores, conservan su ironía y continúan interesados en decir algo en sus canciones: no me parece un salto hacia delante (es un paso más), pero tampoco hacia atrás, y mucho menos un descalabro. Quizá, cuando se apuesta por el hedonismo envasado del electro-pop como fondo o marcados ritmos sintéticos ochenteros, el oyente de siempre espera (necesita) que las canciones en sí rocen la excelencia para compensar, y no es el caso, pero siguen siendo Lori Meyers.
Desde que surgieron, me han parecido, de largo, la banda de reminiscencias sesenteras más inspirada de la escena pop española, y aquí sobreviven esa inspiración y los estribillos memorables (“Mi Realidad”, “Rumba En Atmósfera Cero” o “Religión”). Composiciones, por otra parte, que puedo imaginar perfectamente con el sonido de siempre (no ha habido trasvase de década sólo vasos comunicantes, los sesenta siguen firmes en su cabeza). Además, digan lo que digan, siempre serán mucho mejores que La Oreja de Van Gogh.

31 marzo 2010

DESAYUNO

Él dijo más o menos esto: “En estos casos, también hay que ser honesto”. Y, en los seis segundos siguientes, de los cinco cuerpos que se doblaban sobre sus respectivos cafés, tres notaron una ligera presión nerviosa sobre las cervicales, otro buscó reacciones moviendo velozmente los ojos a izquierda y derecha; tan rápido que más bien pareció un movimiento reflejo, involuntario, acaso incapaz de captar gesto alguno en su entorno. Como no captó la leve sonrisa que dibujaron unos labios justo antes de que una taza de café los tapase.

NICK CAVE “La Muerte de Bunny Munro” (Papel de Liar, 2.009). Traducción de Miquel Izquierdo.

Nick Cave vuelve a la novela prácticamente dos décadas después de su debut con “Y el asno vio al ángel”. En aquella ocasión pareció quedar exhausto tras volcar en la narración de la vida de Euchird Eucrow, todas sus obsesiones y deudas faulknerianas. Ahora vuelve con un estilo más ágil y aligerado, mostrando menos necesidad de cargar cada frase de abigarrada munición de profundización, descripciones y estilo. Aquí, Cave construye un peculiar relato itinerante urbano, que en su vertiginosa secuencia encierra una mirada despejada y sutil del mundo que nos rodea. Trufado de humor e ironía, está escrito con una inquietante sonrisa de medio lado que sólo relaja en la ternura y complicidad que sabe posar en determinados momentos, sobre todo en lo relativo a Bunny Jr.
Sigue a su personaje principal en tiempo real (con la sola excepción de recuerdos entreverados como chispazos), narrando en inmutable tercera persona, con delectación y detalle, su desenfrenada conducción a través de un túnel cada vez más oscuro; y alternando su punto de vista de narrador omnisciente (la penetración psicológica sigue siendo a cuchillo), con el de sus dos protagonistas. El autor, de todas maneras, enmarca su relato en la fatalidad desde la primera línea y un ambiente grisáceo y cargado de malos presagios envuelve el texto cuidadosamente; tanto en lo meteorológico como en la presencia intermitente de larvadas amenazas, algunas como pistas falsas para jugar con el lector, y otras no. Los personajes, encabezados por el más que lascivo Bunny Munro, rozan lo caricaturesco (sin dejar de ser perturbadoramente reales), y en todo caso son expuestos con trazo vivo; dejando poco margen para que el lector los complete. El bagaje de metáforas y símiles compone imágenes memorables, eléctricas; y las descripciones, vívidas y potentes, responden a su necesidad de transmitir la fiel sensación. Vacíos imposibles de llenar por las oscuras grietas del alma, exceso, remordimiento y amor conforman esta novela que, en mi opinión, sólo flaquea en su dilatada recreación y puesta en escena de la redención, algo tan Nick Cave, por otra parte.

Reseña aparecida en Paisajes Eléctricos.

22 marzo 2010

LA DECADENCIA...

… O entrar en una de tus tiendas favoritas de discos de siempre y encontrar al dependiente, rodeado de gloriosos vinilos, escuchando tras el mostrador a estruendoso volumen una tertulia radiofónica futbolera.

03 marzo 2010

ENTREVISTA ANTONIO ARIAS "EVITANDO LA GRAVEDAD"

Se dice que cada universo forma parte de un multiverso mayor, el cual comprende el espacio infinito, que todo lo abarca y donde todo permanece: pasado, presente y futuro. En un año en el que han sido descubiertos casi un centenar de nuevos planetas situados fuera del Sistema Solar, Antonio Arias, terrícola inquieto, afortunadamente imprevisible, y aún imbatido por el tiempo, leyó un artículo sobre música y astronomía de su amigo el astrónomo José Antonio Caballero; y, a partir de ahí, activadas todas las lucecitas de las conexiones que unen al granadino con el espacio exterior, se fueron configurando las condiciones para poner en marcha el proyecto de musicar poemas relacionados de manera más o menos directa con la ciencia y la astronomía. Finalmente, el proceso ha culminado con la publicación de su primer trabajo en solitario (tras grabar parte del repertorio en un observatorio espacial y realizar, de paso, una curiosa actuación en el acto de clausura del Año Internacional de la Astronomía, celebrado en el Palacio de Congresos de Granada). Así, el mismo año que ha visto la publicación del veloz y certero “Larga duración” de Lagartija Nick, aparece “Multiverso”, otra apasionada indagación de Antonio Arias.
Música líquida y expansiva acotada con solvencia en los límites de una canción; levemente psicodélica; tanto enérgica como abrigadoramente circular mientras nos invita a avistar abismos. Un espacio en el que las palabras avanzan libres, suspendiéndose, perdiendo gravedad momento a momento. Se alcanza una contención que acierta a proyectar los poemas con el suficiente relieve. After-punk, pop o space-rock casero, sin excesos ni ampulosidad. La grandeza del misterio que encierran los astros es tratada con serenidad; y Arias transmite paz en su observación, e introspección ante la enormidad.
Destacan cortes como “El ordenador simula el nacimiento de las estrellas” (adaptación de un poema del científico David Jou), “Derrota de Bill Gates” (letra del poeta mejicano José Emilio Pacheco, reciente Premio Cervantes), “Desde una estrella enana” (de Natalia Carbajosa) o “Multiverso” (una gran letra firmada por Arias y el poeta cordobés Rafael Espejo). Con Antonio repasamos tanto “Multiverso” como otros aspectos de su actividad.




Todo gira alrededor de los textos en “Multiverso”, ¿cómo fue el proceso de selección de éstos?
Todo empezó con un escrito de mi amigo astrofísico José Antonio Caballero. Escribió un artículo sobre poesía y música donde citaba unos versos de David Jou que me impresionaron. Enseguida empecé a cantarlos y viendo el resultado le pregunté donde había más material de ese tipo. Me sugirió unos links donde encontré más y algunos otros llegaron por otras fuentes.

¿Te resulta más cómodo componer con unos textos dados?
Cuando tienes ante tus ojos lo que deseas cantar, todo es más fácil. Intentas acercarte al ritmo del poema, a la música que ya lleva dentro. Cuando estableces comunicación con las palabras el resto es dejarse llevar. Si yo tuviese más cantidad de letras propias no te quepa duda de que tendría hechas un montón de canciones. No concibo una canción sin que la letra esté terminada, me refiero a que tener maquetado algo en inglés es una pérdida de tiempo y no te lleva a ningún sitio. Te será muy difícil encajarle una sin que sacrifiques uno de los dos elementos que la conforman.

¿Cómo sueles componer generalmente?

Montones de pequeños trozos de música que se juntan de manera aleatoria. Algo parecido a lo que oyes en la cara B del disco Abbey Road de The Beatles, salvando las diferencias, por supuesto. Creo que para unas diez canciones suelo tener el doble o el triple de pequeños temas. Al adaptar armonías a diferentes tempos consigues efectos que no te imaginabas.

Llama la atención que hayas evitado musicar los temas desde un punto de vista electrónico o incluso tremendista.

Ya había pasado por eso en Val del Omar, textos retroprogresivos, anticipativos envueltos en música mecánica y futurista. Si lo que quieres es llevar al oyente al trance no está mal, pero si es tu intención entrar en su psique lo mejor es contrastar los elementos en juego, es decir, textos astronómicos, música inspirada en los 50 y los 60, el toque de modernidad te lo dará el año en el que vives.

¿Qué tal fue la grabación en el observatorio espacial de Calar Alto?, ¿qué partes se grabaron allí, y qué material llevasteis?
Cuando José A. Caballero me sugirió que grabase allí pensé que era ideal por lo que hablábamos antes de lo antiguo y lo contemporáneo. Allí podía hacer real mi teoría de los contrapuestos. Paul Grau, el productor, decidió llevar hasta el Observatorio Espacial de Calar Alto su material más antiguo de grabación: Preamplificadores de los 50, micros de los sesenta, amplis descatalogados, cosas así. Las reverberaciones de las cúpulas eran ideales para los temas lentos, así que registramos en aquel templo a la tecnología los temas “Laika”, “Génesis” y “Multiverso”. He de decir que los autores de los poemas quedaron alucinados al saber que sus textos se habían grabado en aquel espacio telúrico.

¿Cómo te has sentido embarcado por primera vez en un proyecto sin el nombre de una banda detrás?
No es que lo desease, pero creo que ya me correspondía. Con esa libertad podía acercarme a la realización de un disco como el primero de McCartney, donde pudiese grabar la práctica totalidad de los instrumentos. Enfrentarme en el estudio a mis propias limitaciones. El resultado es que no tenemos límites cuando ponemos nuestra concentración en un proyecto. Por otra parte también tienes la opción de llamar a quien desees cuando ves que el resultado no es el que esperabas. Al final llamé a casi la totalidad de mis amigos para que me ayudaran (Planetas, Lori Meyers, Lagartija…).

Física y astronomía hechas poesía, y las tres convertidas en canción, ¿qué se siente siendo (exitoso) catalizador de semejante cúmulo de percepciones, emociones y datos?
Es como si atravesaras un fuego, crees que no vas a salir vivo de ahí y de pronto, mientras estás obsesionado con ese pensamiento, ya estás fuera. Andas sin pies ni suelo, a tientas por lo desconocido, creyendo que nunca lo conseguirás y en un momento ya forma parte para siempre de tu personalidad, eso ya eres tú y formará parte de ti para siempre. Curioso.

¿Te han influido cosas distintas a las habituales a la hora de afrontar las composiciones de “Multiverso”?

He podido ser más concreto con respecto a mis influencias, más sincero, más cercano. Hasta ahora elegía el estilo en función de su capacidad de expresión y donde me sentía más cómodo, sin embargo en este trabajo decidí ser más explícito con respecto a mis influencias. Mostrarlas y lanzarme a su desarrollo sin ningún tipo de complejos, si me gusta Elvis pues que se note, si adoro Buddy Holly que sea evidente, todo así.



Me imagino que habrá gira de este trabajo, ¿Qué formación y repertorio llevarás en directo? ¿Vas a incluir alguna versión relacionada con el objeto del disco?
Popi González a la batería y voces, ya trabajé con él en el disco Homenaje a Los Ángeles. Juano de Los Bombones de Sevilla a la guitarra y voces y Julián ex Lori Meyer al bajo y voces. Como podrás comprobar quería trabajar bien el tema de las armonías vocales para la puesta en marcha del proyecto y con ellos me resulta muy fácil hacerlo. A veces incluimos alguna de Lagartija con temática astral como “Un Marciano envía una postal a Casa”

¿Qué es lo más importante que has aprendido tras esta experiencia?

Lo más importante es dejarse llevar por el disco, ser capaz de darle el suficiente empuje como para lanzarlo fuera de la Estratosfera y dejar que él sólo establezca su propia velocidad de crucero. A veces forzamos los discos y nos vamos alejando de ellos, quería evitar esa sensación como fuera.

¿Qué está aportando Paul Grau a tu sonido o incluso a tu forma de trabajar las canciones?
Paul Grau ha sido definitivo para el proyecto. Hemos trabajado juntos en los últimos trabajos del grupo así que conoce todo lo que hay que conocer de mí. El sistema de grabación era parecido al que utilizaron XTC en “Skylarking”, es decir, primero los instrumentos de cuerda y después los de percusión. De esa forma podía tener el tema abierto a cualquier cambio en cualquier momento. Él es un gran productor y un genial mezclador, se nota en cada uno de los temas, yo no hubiese mezclado así por mucho que me esforzase.

¿Qué efecto te gustaría que produjesen tus canciones?
El sólo hecho de volver a mirar al cielo sería más que suficiente. Dejarse llevar un poco por la pasión que el mundo de la astronomía despierta en todos nosotros. El disco empezó con la intención de apoyar el Año Internacional de la Astronomía y acabamos tocando después de la intervención de Robert Wilson (Premio Nobel de Física en 1978 por haber descubierto el fondo de radiación cósmica, una especia de ondas frías con ruido surgidas después del Big Bang y que demuestran la existencia de este) en la jornada de clausura del AIA.

¿Cómo crees que ha cambiado la incidencia del mensaje contenido en una canción en todos estos años?

Una canción es un reflejo, un flash con entidad propia. El espejo donde se mira una canción es el mundo que le rodea, no hay más. Y si el mundo que nos rodea es indefinible la canción se va tornando más ambigua. Creo que estamos en ese punto.

Hablando de ciencia, ¿se ha convertido el rock and roll en un conjunto de formulaciones más o menos reconocibles?
El R’n’R acorta distancias, es nuestra segunda, tercera o cuarta cultura, la que quieras. Empezó de manera tan sugerente que durante decenios ha servido para cualquier cosa. Es posible que al igual que el cine mudo es un arte que empezó es su máxima cuota de perfección (Chaplin, Buddy Holly), imposible superarlo. Pero... ¿Quién quiere superarlo? Si te sirve para lo que quieres expresar… perfecto.

¿Cómo ha evolucionado tu forma de escribir los textos de las canciones?

Durante todo este tiempo he hecho lo mismo, es decir, escribir, parar para aprender y volver a escribir. Esa forma de trabajar aún la conservo.
No es que me harte de cómo escribo, es que no quiero acercarme al perfeccionismo, prefiero la improvisación sobre nuevas formas. Yo no escribo poesía, sólo letras para canciones.

¿Tiendes a añadir detalles o quitar cosas de los temas hasta el último momento, o los sueles tener claros pronto?
Intento hasta el final introducir la máxima cantidad posible de ideas que tenía en mente al principio. El tiempo es limitado y tienes que escoger entre todas ellas, volcarlas y ver el resultado. Muchas veces lo que ocurre es las canciones salen de tus manos mientras intentas colocarle un nuevo vestido.

Leí unas declaraciones de Tom Waits en las que decía, refiriéndose al hecho de encontrar la propia voz, la propia forma de comunicar, que para lograrlo es mejor trabajar en uno mismo más que en la música. ¿Qué opinas al respecto?

Estoy totalmente de acuerdo. La voz es lo que nos distingue. Deberíamos tener todos la obligación de cantar, mostrar nuestro timbre al universo silencioso. Algo así como asociarnos a nuestro animal tótem. Una imagen.-Un sonido- una persona. Si nos acercamos a cómo podemos realmente cantar, la música se nos revela más fácilmente.



Siempre he pensado que el verdadero marchamo que deja un grupo o un artista surge instintivamente, quizá de una mezcla de talento e intuición, más que de algo premeditado. Aquello de partir de las mismas bases sonoras que miles de grupos y sonar diferente. ¿Tú qué piensas?

Es lo poco que podemos aportar a la música, nuestra forma de verla. Con los mismos elementos que todo el mundo. Es lo que cualquier banda debería aprender desde el principio: el mundo está deseando ver cómo lo haces, no cómo se hace mejor o peor, sino cuánto de ti sale en cada momento. Tú te desnudas primero porque el oyente, cuando se abandona, busca un acercamiento más pleno. A veces sale mal y te ven en pelotas, no pasa nada.

Mirando hacia atrás, ¿recuerdas alguna etapa de tu carrera con insatisfacción?
Las etapas de insatisfacción no son reales cuando se refiere a los discos. Pasa como con los discos de cualquiera, adoras unos y odias otros, de pronto todo es al revés y los que no te gustaban te apasionan. ¿Qué ha cambiado? Es difícil de saber. Las insatisfacciones han venido a veces por la incomprensión, por buscar almas parecidas o gemelas. Han pasado muchos años y mi balance es positivo, es una carrera irregular, como las que a mi me gustan.

Después de bucear en oscuridades sonoras varias, ¿qué significa una buena melodía pop para Antonio Arias?

Una que refleje lo que respetas ese estilo. A mi me ha dado pudor hasta ahora acercarme más al pop, me pasa como con el flamenco, lo respeto tanto que me acerco a él siempre de una forma casi religiosa. Eso hace que meta bastante espacio cuando hago algo de eso, me siento más seguro componiendo de una forma más punk. Aunque es verdad que para tocar sucio hay que ser muy limpio. Al revés también funciona.

¿Estuviste finalmente en Liverpool viendo el musical de “La guerra de los mundos”? ¿Cómo va el asunto de la edición de la versión de Lagartija Nick?

Compré las entradas y al final no fui, ahora no recuerdo por qué, tampoco revendí las entradas, dejé los asientos vacíos (realmente buenos y cerca de la primera fila) es un asunto que sigo teniendo pendiente, publicar aquel material que unía narración, ciencia ficción y música, mis temas de siempre. A ver si algún día Jeff Wayne se apiada de mí y me cede los permisos, que va a ser nunca.

Parece ser que surgieron ofertas para interpretar el disco de Val del Omar en directo, ¿se llevaron a cabo los conciertos? Creo que es un trabajo que de alguna manera siempre mantendrá vigencia, capaz de ponerse de actualidad en cualquier momento.
No se realizaron esos conciertos, pero sigue habiendo ofertas para llevarlo al directo. Espero reeditarlo el año que viene. Al igual que con la reedición de “Inercia” y “SU” lo ampliaremos con material extra. Es uno de mis discos favoritos de Lagartija Nick. Tremendo, excesivo y hecho de una forma que parece un suicidio musical. Pienso que se podrá valorar este trabajo dentro de un tiempo, todavía no.

¿Con qué frecuencia se siguen sucediendo las representaciones de “Omega” con Enrique Morente? ¿Han cambiado mucho las sensaciones? ¿Se mantiene la magia tras todos estos años?

Solemos hacer unas cuantas representaciones al año. Es un disco que ha calado mucho en la gente, seguimos interpretándolo 15 años después de su edición y la respuesta es siempre bestial. La sensación para el que lo lleva al directo es muy intensa, sentimos cómo nos recorre una fuerza especial, y nos abandonamos a esa experiencia. La magia está en la voz de Morente, en la fuerza del poema, en todos los implicados funcionando a una; quiero decir que ha veces somos una veintena de personas sobre el escenario y todos vamos a disfrutar y hacer disfrutar.

¿En qué momento está Lagartija Nick actualmente?
Creo que llevábamos varios años muy fuertes y este período de tiempo de cierta inactividad seguro que nos hace afrontar los nuevos proyectos con un punto de vista diferente. Se ha reeditado “Su” y me gustaría hacer un par de conciertos con ese repertorio, invitando a los originales, algo como lo que hicimos cuando se reeditó “Inercia”, supongo que en Granada y Madrid.

¿Qué es lo que te motiva artísticamente?

Acercarme a las ideas que me susurra mi voz interior. Hacerle caso a mi intuición y no parar hasta quedarme por lo menos a medio camino de esa idea. El continuo renacer es lo que más me motiva.

Ya que estamos en un sitio dedicado al cómic y al humor gráfico, háblanos para despedirnos de tu relación con los tebeos y si los consideras una influencia.
Mi relación con el cómic empieza en mi infancia, mi hermano Jesús era un fanático de El Capitán Trueno, El Jabato, cosas así y tenía una habitación llena de tebeos que mi madre intentaba siempre tirar. Yo me aficioné sin embargo a los cómics de los sesenta, los de Marvel. Podías comprar sólo uno y cambiarlo todas las semanas en el quiosco por los nuevos números que se editaban. Una pena, porque aquellos formatos me encantaban, el olor del papel, el grosor… Conservo un cómic sobre la vida del Padre Damián, el héroe de Molokai del año 74. Luego me interesó más un tipo de ilustración más underground, por lo que me hizo mucha ilusión el número dedicado a Lagartija Nick de la revista Cretino, me impresionó mucho.


Entrevista publicada el mes de febrero de 2.010 en Irreverendos

Entrevista publicada en el cómic "Lagartija Nick: hay ruido todavía" publicado por Tebeos de Ultrarradio en febrero de 2.013.

04 febrero 2010

TODO ES MENTIRA (4): LA IMAGINACIÓN

Probablemente no sé vivir sin un pie en un mundo imaginario. Una realidad que discurra paralela, algo caprichosa y guadianesca, a cada momento que se vive. Ese escape inopinado de sol capaz de proyectarse en cualquier momento, gobernado por el lado indómito de la razón. Es algo que todos, en mayor o menor medida, necesitamos. No me cuesta imaginar (es tal el entrenamiento) cómo sería nuestra vida sin esa opción de escapar por un rato, de desconectar para aferrarse a un mundo con su propio sonido; pero sí que me cuesta aceptarlo: para mí sería como mirar el horror de frente. Hay quien opina, con cierta lógica, que cuanto más gris, previsible, o desgraciada es una vida, más se echa mano al recurso de poner el pensamiento a buscar lejos, muy lejos del lugar que uno ocupa; como lanzar el anzuelo de una caña de pescar en dirección a otra galaxia. Una forma fugaz de aliviar nuestro dolor. Pero, dado que se trata de una facultad no desarrollada por todos por igual, creo que la mayoría de las veces la imaginación se limita a seguir los pasos de nuestros deseos inmediatos, indagando más placenteramente en lo que ocurre tras esa sonrisa, ese gesto, o esa pared, cercanos para nosotros pero siempre infranqueables; dedicándose a engañar una curiosidad que jamás será saciada. Dicen que fruto de esta actividad son todas las miradas ausentes que se ven en los autobuses a primera horas de la mañana. Quizá.

Los sueños son esos deseos articulados, madurados día a día, concretados. La dulce barcaza en la que mejor se desliza esa cualidad peculiar del hombre que hoy nos ocupa. Donde más se regodea y más abrigada está, tratando siempre de alargar el periplo. Un dulce hogar inasible; la individualidad completa. La proyección perfecta de lo que somos queda perfectamente registrada en nuestros sueños y en cómo la imaginación los dibuja.

También está la imaginación invertida, digamos, esa que viaja de la ficción a la realidad, una variedad peliaguda de su exceso. Escrutadora, meticulosa, incansable. Por ejemplo, ante una película o una serie de televisión de esas que tratan de evadirte totalmente, con los dos pies sobrevolando el suelo. Ante su visión, tiendo a imaginar lo que sintieron los actores al ser elegidos para el papel, cómo lo negociaron; a observarlos cuando se lo comunicaron a sus familias o a un amigo. Suelo verlos leyendo una parte de su intervención escrita en unos folios grapados, sentados ante una mesa. Percibo sus dudas, sus miedos, su estupor incluso. O imagino cómo se colocan los objetos de cada escena: esos cuchillos de cocina, las flores, el momento en que se eligieron los colores, cuando se dio el visto bueno. Tiendo a seguir al actor en su regreso a casa tras rodar unas cuantas escenas, a mirar su cara mientras reflexiona sobre su papel y en cómo éste afectará al devenir de su carrera. O imagino quién se inventó tal eslogan, tal anuncio; qué le llevó a ello, cómo se sintió; qué piensa de las personas a las que va dirigido; qué aspira a conseguir.

Aunque mucho más peliaguda y compleja puede resultar la imaginación que hunde sus raíces, bucea y se multiplica a partir de la ficción. Como qué pasa con toda esa gente que los asesinos y la policía tiran al suelo en sus constantes huidas y persecuciones por la ciudad: la señora a la que le desparraman la compra por el asfalto, los coches abollados, el tendero que presencia impotente cómo sus productos se van rodando por la acera, el joven violentamente empujado… Quedarán solos recogiendo sus cosas, arreglando sus ropas, lamentándose amargamente, doloridos, desesperados, abandonados porque la cámara, la atención y las expectativas de todo el mundo se irán calle abajo con los protagonistas…

13 enero 2010

Dedícales menos de veinte minutos (2)…

THE BOX TOPS “The letter” 1.59
THE FLESHTONES “First date (are you coming on to me)” 1.45
IS “Amor, caos y cosas así” 1.45
JOHNNY KIDD AND THE PIRATES “Please don´t touch” 1.54
LOW “Your Poison” 1.13
MALCOLM SCARPA “Gonna Pull A Party” 1.56
MONDO FUMATORE “Scooby Do” 1.17
EL REGALO DE SILVIA “Dulces lágrimas” 1.44
SURFIN´BICHOS “Ella y yo” 1.41
THE WHITE STRIPES “Fell in love with a girl” 1.55
THE URINALS “Black Hole” 1.18

25 noviembre 2009

"Odio todo lo que huele a partido..."

"Odio todo lo que huele a partido, a escuela o secta, porque nunca he podido persuadirme que no sea un necio el hombre que profesa íntegras todas las doctrinas de un partido, secta o escuela" (Miguel de Unamuno).

20 septiembre 2009

EL MECÁNICO DE LO DIMINUTO (Un pequeño homenaje a los tebeos)

Me imagino que El Mecánico De Lo Diminuto disfrutaría arreglando centrales nucleares, tanques o fábricas de conservas liliputienses. Le observo tranquilamente mientras arregla un viejo transistor en alguna mansión señorial en blanco y negro. Lo destripa con un cariño rayano en la más arcana de las adoraciones. Las viñetas se suceden sin que se aprecie el más mínimo movimiento de su cuerpo, sólo vibran sus pupilas, sus dedos y las exageradas gotas de sudor que circulan por su rostro crispado. Una voz le habla asomándose por la parte superior de cada una de las viñetas siguientes: pregunta, inquiere, relata, tose, desconfía, pregunta, inquiere, relata, tose, desconfía... El círculo que encierra las palabras se va agrandando hasta ocupar las últimas viñetas en su totalidad, encerrando en su interior la angulosa presencia de El Mecánico que, por fin, exhibiendo una sonrisa llena de dudas, anuncia el final de su propia tortura: ¡listo!, espeta. Los gruesos dedos de una mano pequeña y poco apta para las habilidades se prestan a encender el aparato: "click". Nada.

El aluvión de reproches y burlas esta vez aparece encerrado en un pequeño círculo, el cuerpo orondo e inclasificable de un viejo desaliñado se hace con el poder de las viñetas siguientes. El Mecánico, completamente abatido, se pone en pie en la misma viñeta en la que estaba sentado y, arqueándose extrañamente, abandona la historieta con paso firme; atravesando, ante mi mayúscula sorpresa, con largas zancadas las viñetas anteriores, recogiendo rápidamente su figura de cada una de ellas y dejando reproches y estúpidas preguntas suspendidas en el aire; acompañado de una rebosante cartera que, en su vaivén, expulsa algunas minúsculas piezas por el camino. Realiza un auténtico paseo por su pasado inmediato, en el que mis ojos tratan de seguirle sin saber qué hacer.

Al llegar al principio de la historieta, se sienta en la parte superior de la primera viñeta, de la que ya ha desaparecido su figura, con los pies colgando, balanceándose en libertad. Lo miro atónito secarse el exagerado sudor de su rostro y limpiar sus lentes. La tristeza de sus grandes ojos me mira entre asustada y complacida, esperando una respuesta por mi parte que aplazo para fumarme un cigarrillo asomado a la realidad para respirarla y, tal vez, despertar.

Cuando regreso a mi asiento, casi convencido de que todo ha sido una visión maravillosa, fruto del capricho de la exuberante mezcolanza de historietas que pueblan mi mente, sigue ahí; sentado de la misma manera pero sobre la primera viñeta de la historia vecina. Me mira de nuevo, como si quisiera que la leyésemos juntos; y es entonces cuando deposito mi mirada en esa primera viñeta esperanzado en que un personaje protagonista de una historia tenga derecho a abandonarla porque sí, y mezclarse conmigo en otras donde nos salpiquen el placer, la sangre y esos centenares de gestos que muestran centenares de chispazos de sentimientos.

"Comunicación defectuosa, comunicación defectuosa", grita alguien. El Mecánico, apoyado sobre la página me mira sobresaltado. Desde arriba se asoma al ventanuco que supone la primera viñeta de una serie que se antoja larga y confusa, cargada de viñetas de pequeño tamaño que más bien parecen pequeños tragaluces. Allí vemos un rudo rostro congestionado, de rotundos trazos, la boca abierta rodeada de la débil oscuridad de una barba reciente, de donde parte una estrella de puntas exageradas y desiguales que encierra ese mensaje, esa angustia. Yo me dedico a seguir la lectura con normalidad mientras El Mecánico avanza con torpeza viñeta tras viñeta observando una mancha que se acerca cada vez más a la posición que ocupa ese hombre angustiado. Desde arriba leo veo gesticularme cuando llega al final de la página, por los gestos puedo adivinar el peligro que se cierne, así que arrecio la lectura con ansiedad. Siguiendo la mancha creciente que había asustado al joven mecánico, devoro viñeta tras viñeta comprobando lo fundado de sus temores. Casi al acabar la página la mancha se convierte en un grupo de sudorosos y desataviados hombres encabezados por quien parece ser su jefe; no hablan y el dibujo expresa perfectamente lo sigiloso de su acercamiento. Al iniciar la última tira se nos desvela el secreto de su posición, a pocos metros del incomunicado joven. La siguiente viñeta se muestra como una explosión de trágico primer plano al aparecer el jefe del grupo degollando cruelmente con su cuchillo a nuestro protagonista. El Mecánico se queda unos tensos segundos con la cara pegada al rostro de sufrimiento y sorpresa del que brota la sangre en todas direcciones. Después se vuelve nervioso hacia mí señalándome con su pequeño brazo derecho el principio de la historia y saltando convulsivamente. Creo que me insta a volver a empezar la lectura, o sea, a revivirla de nuevo desde el principio para que él pueda avisar al desdichado mercenario; pero no puede ser, yo ya conozco el final de estos acontecimientos, el desenlace de su destino, y no puedo volverlo atrás. No tengo derecho. El Mecánico me mira fijamente a los ojos, tanto que me desconcierta y me hace bajar la mirada, pero luego se vuelve y se coloca en posición esperando a que pase la hoja, comprendiendo lo ocurrido.

Tomo entre mis dedos la parte inferior derecha de la página, tras humedecerlos con la lengua, los deslizo levemente por la zona indicada mandando aviso; El Mecánico entonces, se aferra fuertemente con sus manitas al filo de la parte superior derecha, volviendo la cabeza hacia mí para advertirme que está listo. De esta forma paso despacio la hoja describiendo en el aire una semicircunferencia que mi inefable compañero parece recorrer gozoso. Desconozco si sus fuerzas le permitirían cambiar de página por sí mismo, pero me divierte la felicidad infantil con que acoge este rito.

El Mecánico, ya incorporado, empieza el seguimiento de las viñetas lentamente, casi más despacio que yo, y mucho más atento. Paisajes sobrevolados por siniestras avionetas, barcazas cargadas de sicarios que alcanzan la playa en la lejanía.

Así pues, avanzamos plácidamente contemplando más la belleza del paisaje dibujado que la magnitud de la contienda que se acerca. Al pasar a la otra página nos topamos con unos hombres con aspecto de nativos que preparan con presteza lo que parece una aviesa emboscada. Observo la inquietud que agita al pequeño cuerpo que me acompaña; la presencia de otra amenaza para alguien le ha alterado visiblemente, me mira y sigue adelante con precaución. Pasadas tres viñetas una figura se acerca empuñando un arma hacia el cielo, en la siguiente aparece de cintura para arriba, ofreciendo un aspecto muy parecido al de la víctima anterior. Al posar mi mirada en la siguiente fila noto la ausencia del pequeño cuerpo animado, vuelvo atrás y lo sorprendo dirigiéndose al nuevo mercenario y señalando con nerviosismo las viñetas precedentes.

¿Podrá hablar con personajes de historietas ajenas?, ¿lo escucharán? La ansiedad hace mi espera interminable en medio de este apasionante viaje, me asalta la tentación de mirar de reojo el resto de las viñetas que siguen, pero una súbita sensación de compañerismo hace que incluso me ruborice ante la idea. Yo también estoy metido en esto.

El Mecánico deja de hablar y se vuelve hacia mí, entonces comprendo que desconoce completamente si ha sido escuchado, pero también que la sensación de haber hecho lo que ha podido refresca ostensiblemente su conciencia. ¿Conciencia? Reiniciamos el seguimiento absolutamente abstraídos de todo lo que no sea el desenlace que bordeamos. Una viñeta atiborrada de disparos nos sorprende. Al introducirse en la jungla el mercenario ha avistado a los nativos, y éstos han caído sin opción de defenderse. Mi compañero me mira aliviado, y yo le devuelvo la mirada completamente anonadado. La posibilidad de que la intervención de El Mecánico haya cambiado el curso de los acontecimientos de esta historieta, me hace levantarme a pasear por la habitación con un cigarrillo para tratar de ordenar mis ideas cubiertas de asombro, le miro y veo que él hace lo mismo aunque sin cigarro: recorre la última tira como un poseso.

Al acabar, realizamos el rito del paso de página con alborozo y sin apenas cautela, y comenzamos el nuevo itinerario asumiendo nuestra nueva función de vigilancia. Pero el transcurrir de la historieta toma al punto unos derroteros imprevisibles: tras acabar una nueva página comprendemos que los nativos sólo defendían su tierra de intrusos especuladores que la quieren dominar, y que el mercenario al que El Mecánico avisó era un destacado sicario de los invasores.

La gran pregunta ocupa toda mi mente: ¿ha cambiado mi acompañante el curso de los acontecimientos o habría sido así de todos modos? Lo miró y está petrificado observando los lamentos de los familiares y jefes de los nativos en el poblado, se siente culpable. Pienso que el gran dilema estriba en si pueden escucharlo los personajes del cómic o no; y de esta forma me sorprendo hablándole por primera vez, conminándole a dirigirse al primer personaje que vea para dilucidar de una vez por todas esta cuestión. No me mira, no me oye, o no quiere. Simplemente sigue el curso de la historieta sin mirar, completamente abatido. Dejando, imagino, en manos del destino la responsabilidad de todo lo que ocurra a partir de ahora. Una vez repuesto de la sorpresa me dispongo a continuar la lectura. Pero tengo que esperarlo, como siempre, ya que ahora esta sentado en el inicio de la nueva historieta con las manos tapándole la cara. Resoplo adivinando sus pensamientos: ha abandonado su frustrante mundo en busca de aventuras pero hasta ahora sólo ha visto muerte. Empiezo a plantearme si no querrá volver a su lugar de origen, pero, tras esperarlo casi un minuto, se incorpora y comienza a adentrarse en una nueva aventura.

Primera viñeta: un semáforo a lo lejos; segunda viñeta: primer plano del semáforo; resulta que el muñeco con sombrero que regula el paso de los peatones tiene vida propia y no hace otra cosa que bailotear y gesticular. También habla: "hola amigos, de aquí parten las carreteras más soleadas del país". El Mecánico lo mira con interés, ¿qué extraño mecanismo hará actuar de esta manera al muñeco?

En la siguiente tira estamos en el interior de un coche, sobre todo mi compañero que se acomoda entre el chico y la chica que van atrás. Delante, una morena escultural conduce y otro chico hace de copiloto, los cuatro rostros derrochan felicidad y colorido; transmiten velocidad y ganas de ir muy lejos, sin tener que frenar para nada. La conversación es frenética y delirante, y en ella se basan las dos páginas que tengo ante mí. En la ilusión desbordante de la huida. El Mecánico ríe como jamás hubiera imaginado que podría hacerlo. Es feliz de verdad, y parece que abandonar ese coche sea lo último que desee hacer. Pero la última viñeta, como en tantas otras historias donde una viñeta trastoca todos los destinos, cambia drásticamente la situación; se pasa del interior del coche donde ha transcurrido toda la historieta a un último y pequeño recuadro en el que el coche se empequeñece colocándose a vista de pájaro, yéndose sin El Mecánico, quién, sintiéndose como si hubiera salido despedido del vehículo, lo ve marcharse con los brazos en jarras mientras tropieza con un letrero que dice "CONTINUARA".

A los pocos segundos se vuelve resuelto hacia mí exigiéndome que reinicie la lectura. Yo, haciéndome cargo de sus sentimientos, accedo hasta casi la veintena de veces. Pero el resultado siempre es el mismo. Al fin, se detiene agotado y mira por enésima vez el letrero maldito; después, con la fuerza de una mirada resignada me pide que lo lleve a su historieta, y antes de llegar a ella recoge su cartera de herramientas que, sin yo darme cuenta, había dejado tirada en algún sitio. Al llegar a su lugar de origen intento esbozar unas palabras de despedida, o al menos tocarlo, rozarlo con los dedos; palpar una rugosidad especial, un relieve de vida, un latido. Pero sin yo apreciarlo vuelve a ocupar el lugar que dejó vacante en todas las viñetas. Seguro que es mejor así.

Imagino que, al final, no se contentó con figurar, quería más y, ante la imposibilidad de lograrlo, decidió regresar al que parece ser su sitio. Prefirió cumplir con su destino a quedarse aguardando con la vana esperanza de ser admitido en el desconocido coche mientras se consumía escuchando los mismos comentarios graciosos viñeta tras viñeta. Yo, por mi parte cerré el tebeo.

Han pasado muchos años desde aquella increíble experiencia. Mi colección de cómics se vio incrementada hasta superar los varios millares, así como mi conocimiento de historias, tragedias, aventuras y, en definitiva, trozos de vidas imaginarias plenas a su vez de vida. Nunca perdí la esperanza de que se volviese a repetir esa situación, aunque creo que, en el fondo, nunca lo esperé realmente. Sabía que había sido algo único, sabía que si se lo intentaba mostrar a mis amigos desaparecería el hechizo; incluso consideré excesivo volverlo a repetir yo mismo. Hubiera supuesto obsesionarme con una historia, habiendo tantas por conocer escondidas en tantas publicaciones, en tantas formas, en tantos colores. Al acabar la lectura aquel día, coloqué el ejemplar en uno de los montones que abarrotaban mi pequeña biblioteca para no volverlo a ver más, incluso con el tiempo me olvidé de cómo era la portada, y en los sucesivos traslados de mi vida y de mi inseparable colección no llegué a reparar jamás en su presencia. No obstante, ayer, durante mi rato habitual de lectura, algo me intranquilizó acelerando mi corazón y trayéndome además a la memoria esta historia que me he decidido a relatar en lo que creo son las postrimerías de mi vida: hojeando una de mis últimas adquisiciones me pareció ver sobre la cama de una viñeta en una tórrida historia de amor con varias páginas a todo color algo raro, pequeñas manchas diseminadas que al ser observadas cuidadosamente resultaron ser diminutas pinzas, tuercas y destornilladores en finísimo blanco y negro.

30 junio 2009

SOY NEGRO Y ESTOY ORGULLOSO


EL POETA Y SUS VOCES

PRÓLOGO DEL POEMARIO DE RAFAEL CALERO PALMA “VERSOS DE ALAMBRE DE ESPINO” (Editorial Alhulia, 2.009)

Rafael Calero es, en primer lugar, una de las personas más entusiastas que conozco, quizá la que más; alguien con la sabiduría suficiente como para abstraerse de lo superfluo y vivir con contagiosa entrega tanto sus aficiones como su vocación literaria. Lector infatigable, observador inquieto de la realidad, comprometido políticamente, las conversaciones con él suelen ser densas y provechosas. Siempre hay un libro, un disco, una noticia, una circunstancia o una película que llamen poderosamente su atención y le empujen con urgencia a recomendarla, matizarla o dar su opinión sobre ella. Es más, a lo largo de mi vida, los encuentros con Rafa, se produzcan donde se produzcan, son lo único que puedo comparar a una buena tertulia literaria. Su mundo y quehacer literarios tienen en la literatura norteamericana, la música rock y el cine, sus nutrientes principales, puntos de partida y puestos de observación desde los que ir desentrañándose a sí mismo y al mundo que le ha tocado vivir. Ese interés le llevó a acometer un pormenorizado estudio de la figura de Charles Bukowski como tesis doctoral de su licenciatura en Filología Inglesa por la Universidad de Granada (publicada posteriormente por la granadina editorial Osuna en 1.999), titulada “Charles Bukowski, estética de un salvaje indecente”. Su pasión por el escritor norteamericano se dejará ver en su trabajo posterior: su rugoso realismo, el carácter despojado de su poesía, la emoción latente, tan tangible; o la claridad de sus planteamientos.
He seguido durante todos estos años su producción poética (“Los poemas del frío” (2.000), “Desorden” (2.002), o “Hablando de amor con el cobrador del frac” (2.004)), y su verso libre y sin ambages me ha transmitido el turbio placer de la palabra que se desata, la energía que se puede concentrar en unos pocos versos. He advertido, en algún momento incluso con sorpresa, su habilidad para atrapar al lector desde la primera línea; así como la musicalidad eléctrica en que flotan muchos de sus versos, ya indaguen en la memoria o emerjan de la intimidad, ya sean expresión de una frenética realidad.

Su poesía camina en muchas ocasiones por el desencanto, y siempre le rodea un halo agridulce, cierta aridez. Irónico, con los ojos risueños del descreído, a veces arranca una sonrisa y otras una mirada cómplice. Rafael Calero gusta de detenerse en la fugacidad de la vida, en el fresco palpitar de su misterio; en los momentos, los instantes previos a la pérdida, en los que el destino dobla una esquina u otra. Nos habla de miradas que a lo mejor no llegan a cruzarse, de gestos que se lleva el viento, de decisiones instantáneas que cambian sin palabras el devenir de algunas existencias. Sus versos escarban con rápidas descripciones, expresivas viñetas, en la complejidad del ser humano y sus relaciones; conviven estallidos de amor y rechazo, defensa y ataque, ternura y caricia. Ofrece poemas que investigan el ahogo y la urgencia, que ahondan con tino en el agudo dolor de la ausencia; que auscultan la soledad sin dudar a la hora de acariciar su rasposa superficie (“el amor siempre muere de soledad”). Amigo de dedicatorias y homenajes nada velados, viaja en la voz de otros poetas (Auden), parte de ellos (Primo Levi, Javier Egea); o se introduce en la piel de otros (Virginia Woolf, Emily Dickinson).

Buen observador de rasgos mínimos, es un autor escueto, descriptivo, cuidadoso del detalle; presenta tipos que cruzan las páginas con paso ligero, que van y vienen por ellas, que tienen miedo, que aman (a veces con delirio) y también son amados, que se envuelven en la noche y sus pasadizos, o viven un desamor amargo y resacoso. Sus corazones palpitan fuerte, anhelan, se ilusionan y suelen evocar lo que no sucedió: el dolor en el vacío.

Hay algo engañosamente sombrío en la poesía caleriana. Una suerte de cualidad desmitificadora que parece tratar de desenmascarar los sueños; pero que, por otra parte, se niega a renunciar a ellos, a su carácter motor. Subyace una añoranza de lo que no se lee en el poema, del reverso de lo que se nos relata. A veces, la crudeza o frialdad con la que se exponen una situación, o unos sentimientos, son el mayor redoble emocional del deseo y de la esperanza. La oscuridad urbana añora rayos de luz; la soledad, calor; la confusión, la claridad de una sonrisa. Y del conjunto brota un halo de belleza latente que aporta mucho del magnetismo de su poesía.
Explora vetas de lirismo, perforando con delicadeza en busca de la apesadumbrada belleza que mora en el interior reseco de lo ruidosamente cotidiano (“Una paloma mensajera bebe en un charco y deja olvidado en él una parte de su corazón”), o bien evocando la grandeza inabarcable de la naturaleza, la serenidad, su magia y el sentimiento de formar parte de todo ello (“Otra vez has vuelto a detener el universo con tus manos”). Se interna en la cueva sensitiva del amor, del contacto, como una proyección inversa (íntima) de esa misma naturaleza (“Ella se deshace entre sus manos, en imágenes ralentizadas de color azul cielo…y piensa en la nieve blanca cayendo al amanecer, temblorosa, brillante, milagrosa, sobre la piel inerte de una ciudad dormida”). O indaga, de sueño en sueño, en la percepción de los sentidos (instantes congelados).
“Versos de alambre de espino” es su último poemario. Su título me recuerda, a bote pronto, algún verso de José Ignacio Lapido o aquel “Barbed Wire Kisses” de The Jesus and Mary Chain. Poesía y electricidad, que no es mala combinación. Este libro nos trae un poeta más cáustico, menos contemplativo. Esquemático, vibrante. Vuelven los homenajes, vuelven las referencias musicales, cinematográficas y literarias (donde David Lynch se puede encontrar con Flannery O´Connor), de inspiración mayoritariamente estadounidense, en un ejercicio de constante reivindicación de sus maestros y de la fuerza y calado de un verso definitivo.

En ese sentido es un libro continuista, que entronca con sus trabajos anteriores. Más directo y urgente, como he señalado. Manifiesto por momentos de una frustración vehemente y acre, apenas contenida; de esa violencia larvada que nos rodea y que el autor advierte y traslada (el poema trasmutado en criatura pulsátil). Utiliza la escritura más que nunca como liberación y a menudo desahogo, como herramienta de reflexión íntima y social, con más presencia política y de exposición fría y ácida de su visión de la realidad: golpes secos de denuncia pura y dura en los textos.

Encontramos un lenguaje que no cambia: claro e inmediato, sin circunloquios. Presenta chispazos de coloquialismos sin excesos, de manera nada forzada o artificiosa. Unos poemas principalmente breves y escuetos, certeros. De un laconismo que no es obstáculo para la potencia visual y significativa del torrente enumerativo, la intensidad de la repetición, el ritmo marcado muchas veces por la disposición de los versos; y los concisos y fulgurantes símiles y metáforas que a veces se desbordan, sorprenden o chocan. O la fuerza de su capacidad evocadora, de una mirada (a veces críptica, otras confesional) que sabe ser profundamente lírica sin renunciar al encuadre urbano, sin obviar la suciedad (al modo de su maestro Bukowski); que resulta cortante o melancólica (siempre con un regusto amargo que transmite sensación de vacío, tanto de anhelo como de decepción), tanto cuando apunta a lo acontecido como a lo futuro; y que a veces le invita a demorarse en un punto, una descripción.

Persisten los sentimientos a flor de piel, el amor, el deseo, la añoranza; amenazantes como la soledad, a la que se vuelve a animar a prender fuego; la pérdida, la resignación, la repulsa, el amor, la ternura; cierto sabor a derrota o asunción del mundo que nos rodea o de los que rodeamos el mundo.

La ciudad (no podría ser de otra forma) vuelve a ser protagonista como escenario vivo, ese inmenso tapiz triste y gris, tan geométrico como inabarcable y empequeñecedor, preferiblemente otoñal, lluvioso y frío; eternamente cambiante y sujeto a mil peripecias, fragua de mil destinos. Cigarrillos que se consumen, calles sin final, canciones, coches que nunca paran, turbulentos neones; la noche y la madrugada, ese largo pasillo embaucador tachonado de promesas incumplidas. Así, se va filtrando por múltiples resquicios el rumor de los días, lo cotidiano con su infatigable latido, hasta terminar siendo trascendido en pos de ese sentido de la existencia, tan maravilloso como absurdo; tan azaroso.

El poeta y sus voces. Tienen su lugar la primera, la segunda y tercera personas. Distintos puntos de vista. Dentro y fuera; arriba, alrededor. En plena prospección de sentimientos, lanzando el poema a bocajarro, o bien arengando y estimulando al modo de Whitman, arrojando versos con fragor (recordado también el poeta de Long Island, por cierto, a la hora de cantar a la inmensidad y a la miríada de percepciones que nos ofrece la naturaleza). Hay diálogo, truculencia, rabia. Poemas que son duros y de bordes lacerantes. Versos que consiguen agitar algo muy dentro del lector. Calero aprovecha sus recursos, apuntala y cuida cada línea, la subraya, detiene el instante; atrapa momentos e imágenes que pasan fugaces por su retina. Describe con presteza y suficiencia, dibujando personajes; marcando en ocasiones un ritmo respiratorio, implacable, casi jadeante, en esas breves narraciones en verso que levantan acta de hechos y opiniones, y que también apelan al humor, siendo ocurrentes o mordaces (el poeta febril que sabe ser irónico y guiñar al lector). Por todo ello, me parece obligatorio recomendar de manera entusiasta la lectura de estos poemas.

12 abril 2009

TODO ES MENTIRA (3): LA OPINIÓN

Hay quien piensa que la opinión está sobrevalorada. Quizá, pero da la impresión más bien de estar sobreutilizada (siempre es tentador estar en condiciones de usar lo que opina la gente para el beneficio directo, y eso es lo que ocurre cada día). Lo que está claro es que está acartonada, cuidadosamente empaquetada, delimitada y encauzada. Y, toda aquélla que no pueda someterse a ese proceso de lavado, pulido y envasado queda convertida en detritus, olvidada en un almacén de las afueras del que el cinismo rutilante (la cualidad más refinada de nuestros días) puede sacarla en cualquier momento para sus fines; para sorpresa y delirio de quien fue hundido en el fango por la suela de un zapato de marca cuando las expuso. Religiones, partidos políticos, medios de comunicación, corrientes de opinión, etc., que se pasan el día susurrando, dictando al oído del ciudadano, más que el resultado enriquecedor de la confluencia de una diversidad de criterios, con la multiplicación de opciones que podría suponer, no son más que la consecuencia de un amoldamiento reduccionista a los intereses del más fuerte, al camino más corto.
A la opinión le cierran la puerta en las narices si no es asimilable, debe estar en las coordenadas de quien la recibe o, incluso, en las antípodas, lo importante es, como hemos dicho, poder clasificarla. Esto es algo que relaja la mente: es agobiante valorar por sí mismas todas las cosas que nos dicen, que leemos; sólo pensar en el mundo que nos rodea como un magma multicolor asusta, paraliza, lo suyo es que cada mensaje venga con su código de barras políticamente correcto, que no es más que decir en cada momento lo que se espera de uno; un no sacar los pies del tiesto más sofisticado y estético, más sibilino. No sacar los pies del tiesto, no moverse para no salir en la foto, atufa demasiado a habitación húmeda y gris, a antesala resignada de democracia. Sin embargo, lo políticamente correcto ofrece una falsa luz de libertad en pleno ejercicio, una embaucadora sensación de movimiento en la quietud, de cruce de argumentos que la mayoría de las veces no son más que manoseados guiones que circulan de mano en mano. Ilusionismo para entorpecer y contrarrestar el movimiento. Para ralentizarlo. Despliegue de sonrisas para colocar contrafuertes frente a cualquier alteración no asimilada aún por la gran telaraña de intereses que nos rodea, la mayor obra de ingeniería telepática del hombre. Toneladas de palabras y movimientos de manos que generalmente sólo esconden una intención, sólo quieren decir una frase.
De todas formas amigos, opinemos, desahoguémonos. U observemos al opinador con nuestra bebida en la mano, que a veces es más divertido. Ese que construye su razonamiento como una torre de gastados naipes de frases hechas que impone hablando más fuerte que los otros, haciendo rodar sus palabras como piedras sobre las de los demás, rápido, velozmente, casi sin respirar, para que nadie pueda hacerle a él lo mismo antes de expresarlo. O quien arroja la opinión como una losa, de pronto, ayudándose de gestos corporales o gesticulaciones faciales (sin olvidar el método, no obsoleto aún, de remachar su oratoria golpeando un objeto contra la mesa o la pared). O el que antes de soltar lo que quiera soltar lanza una bomba de gas demagógico ante los pies de su auditorio, para que el que no lo escuche se sienta culpable.
Opiniones como un humo silencioso que envenena; o las que, acusadoras, lejos de convencer, buscan solidificar odios y enfrentamientos que hasta entonces sólo flotaban en el aire; o que tratan de condenar a otras personas; o que prejuzgan (esa actividad que la mente realiza por defecto); o esas otras que son calculadamente hueras, siendo su misión cumplida ocupar el lugar que un error podría otorgar a alguien que tuviese realmente algo que decir.
Clamar, más que predicar, en el desierto, es una buena definición de esa sensación de tener el muro ante la nariz cuando las opiniones nos salen descuadradas, desencajadas. La indiferencia, hoy por hoy, no es una pared de silencio, es una fanfarria de malos intérpretes a volumen atronador; es acallar al que habla ensordeciendo a los demás; desviar la atención en mil direcciones distintas. Si prohíbes algo queda vivo, latente en algún sitio y de alguna forma presente; si lo obvias y sepultas en un vertedero de ruido tiende al olvido, se va agotando.

01 abril 2009

LAGARTIJA NICK: CASO ABIERTO (III y final)

El Teletipo de la Verdad insiste: (“La discográfica Sony se negó a publicar “Omega””), (“los grupos The Stooges, The Stranglers, The Jesus & Mary Chain, Sonic Youth, Spacemen 3, Ministry, NIN, Laibach y Einstürzende Neubauten, entre otros, grabaron y enviaron sus condolencias a los fans”)…
En el Gran Espacio de la Cultura, el edificio circular situado en el centro de la ciudad donde se ha confinado toda la actividad cultural reconocida y subvencionada, una “Exposición Exterior” repite sin pausa sobre la fachada fotos y filmaciones del grupo, entrevistas y declaraciones. Los vídeos de “Nuevo Harlem”, “Carmen Celeste” o “Azora 67”; fotos del primer concierto de Lagartija Nick en formato de trío con Eric y José Ignacio Lapido a la guitarra, de los espectáculos de “Omega” por todo el mundo; o las películas de Val Del Omar que el grupo visionaba mientras grababan el disco, se pueden ver sin sonido a través del murmullo de una lluvia cada vez más intensa.


Con “Lo Imprevisto” (Lagartija Nick, 2.004) se extendió la sensación de que Lagartija Nick habían vuelto. Regresa Eric, lo que es todo un síntoma, y Jesús Requena sucede en la guitarra a M.A.R. Pareja. Víctor Lapido colabora en un tema, pero ese mismo año pasará a formar parte del grupo, hasta aquel fatídico 20 de febrero. La banda había decidido tomarse las cosas con más calma, apostaron por la autogestión y crearon su propio sello, grabando su disco rodeados de amigos en el estudio granadino de Los Planetas (“El Refugio Antiaéreo”). Para cerrar el círculo, Fino Oyonarte vuelve a hacerse cargo de la producción. Las interpretaciones son más reposadas, los temas cortos y variados (el sentido de la variación en Lagartija es relativo, toquen el palo que toquen siempre queda un poso propio, tenso, enigmático, un común denominador proveniente de aquella influencia after-punk iniciática). Mientras los sintetizadores convierten “Lo Imprevisto” (la canción) en banda sonora de teleserie del espacio, con su punto de grandilocuencia, no es difícil caer en la tentación de colocar este disco inmediatamente después de “Su” con un rock conciso y efectivo como el de “Contar lo que no puedo contar” y la expeditiva “Gente extraña” (simpático homenaje de Arias a sus influencias de siempre, donde parecen los Lagartija de antaño sometidos a la nueva centrifugación); la tendencia pop de “Yo no soy yo”; el dramatismo de “Fahrenheit 451”, o "Domingo de Ramos” dos perfectos ejemplos de programaciones y sintetizadotes al servicio de la canción sin desnaturalizarla y con excelentes resultados. “Melodía y sombra” y “Dune” apelan a la psicodelia, la primera con tintes aflamencado-arabizantes y la segunda a lo Beatle con el registro novedoso del piano.


Pasados tres años, aparece el “Shock de Leia” (Everlasting, 2.007). Con Víctor Lapido ya como único guitarrista, este trabajo sigue la senda no mediatizada del anterior y vuelve a dar en el clavo, ofreciendo a una formación cada vez más inspirada y relajada. El disco de tributo a Los Ángeles, el grupo por excelencia de pop granadino de los sesenta, editado en el sello de Lagartija Nick en 2.005, y en el que la banda se involucró totalmente, es inspiración reconocida por Antonio Arias a la hora de definir la dirección sonora de este trabajo; supongo que en lo referente a lo resolutivo de las composiciones y su mayor claridad, aparte de por el renovador aire pop. Cuando asistí en Motril a la presentación de ese homenaje vi a un Antonio Arias que, además de pasárselo como los indios haciendo de maestro de ceremonias, disfrutaba al cantar algunos de aquellos clásicos, demostrando lo buen cantante que puede llegar a ser pese a lo limitado de su voz. Así, podemos concluir que de entre la obsesión rompe-moldes resurge el fan acérrimo del punk y la new wave, Buddy Holly o Víctor Jara, disfrutando de nuevo con la composición de canciones sin más.


La descompresión alcanza su plenitud, dejando hendiduras por las que entra una luz que es un regalo para todos nosotros. Pero, incluso en los momentos más luminosos, no pierden la tensión congénita ni su musicalidad incisiva. Exentos de urgencia, los temas (de nuevo numerosos y de duración no excesiva) se suceden entre textos que pugnan entre el ya clásico carrusel de imágenes, el lirismo más acentuado, y la articulación de una reflexión despojada de artificio. Producido en Motril por Paul Grau, se repiten las colaboraciones de amigos varios y la alternancia feliz de elementos eléctricos y electrónicos.
En la elocuente “2.010” transitan el space-rock, seguida de “Anoche soñé demasiado” tres minutos tan directos como introspectivos, poseedores de pegada y un gran estribillo. Aparte de la influencia valentiana por aquello de “La Piedra y el Centro”, la raíz popular de esta letra se puede escuchar en una soleá de La Niña de los Peines. “20 versiones” es indie-rock directo (convertido en divertimento punk por la letra y la voz de Honest John Plain en la lectura inglesa incluida como bonus, a cargo de The Boys). Un single redondo, aunque no de la magnitud de “Carmen Celeste” (dedicada a la hija de Antonio y Lorena, editada en un EP en 2.006 y regrabada para la ocasión), luminosa en todo el decurso de su melodía, sus vueltas y revueltas, su potente energía intrínseca. “El shock de Leia”, con armonías vocales de Lori Meyers, hunde sus raíces en el pop más preciosista de los sesenta, década en la que también encuentran acomodo las trepidantes “Lo conservo todo” y “Cosmos” (con la mano invisible de Joe Meek); o el pop sofisticado de “Un marciano envía una postal a casa” (qué gran letra). “Pasajeros en tránsito” y “El signo de los tiempos” son los Lagartija de los primeros años, pero sin aquella ansiedad. “El Resplandor” es rock con ventanas abiertas, a veces cercano al mejor power-pop y “Tu violencia” un medio tiempo suspendido, como el pensamiento alerta de un cantautor en espiral eléctrica.


Lagartija Nick era a esas alturas un grupo veterano, pero no acomodado, y, después de todos los años pasados desde su desaparición, sigue siendo para mí ese inquieto bicho eléctrico siempre al borde de una nueva dirección, bullente de vida y de ideas; de proyectos que nacerán, morirán pronto, se frustrarán o crecerán, capaces de transmitir con generosidad y pasión esa energía que responde al nombre de vida.


Cielo despejado. La ciudad sin sueño comienza a abandonar su estado febril. Los rostros demudados van perdiendo su sensación de ahogo, y con ella su fascinación. Otro año más, la mañana aterriza lentamente en vertical y la noche despega rauda, como si no fuese a volver nunca. Fin de la emisión.



* Texto aparecido en "Lagartija Nick, eternamente en vuelo" tebeo dedicado a la banda granadina publicado por Cretino